Anna Uyt Den Briel fue bautizada junto con su esposo, Arent Jans, a la edad de 24 años. A causa de la persecución en los Países Bajos, ellos huyeron a Inglaterra en 1536. Allí Arent Jans su esposo murió.
Con su niño de catorce meses, Isaías, Anna Uyt Den Briel regresó a los Países Bajos en 1538. Un día, Anna y una compañera suya, Christina, estaban para embarcarse en una lancha que iba a Delft.. Estaban cantando. Por esto los católicos las reconocieron, las arrestaron, y las echaron en la cárcel de Rotterdam. Un mes después, Anna recibió la sentencia de muerte. Christina iba a morir con ella.
Rumbo a su muerte, Anna dijo al gentío allí congregado:
Aquí tengo un niño de quince meses. ¿Quién lo quiere? Voy a dar todo mi dinero al que le da un hogar.
Un panadero con seis hijos tomó al niño entonces, junto con el bolsillo de dinero. En el bolsillo halló una carta que Anna había escrito aquella mañana. La carta amonestaba al niño a huir del mundo y seguir a Cristo. He aquí una porción de la misma: Hijo mío, oye los consejos de tu madre, abre tus oídos a las palabras de mi boca (Proverbios 1.8). Mira, yo voy este día por el camino de los apóstoles y mártires. Voy a tomar de la copa de que ellos han tomado (Mateo 20.23). Voy por el camino en que Jesucristo anduvo. Voy a tomar de su copa y voy a ser bautizada con el bautismo con que él fue bautizado....
Mira, pues, hijo mío, tú también tienes que entrar a la vida eterna por este camino. Tienes que entrar también por la puerta estrecha. Tienes que recibir el castigo y las instrucciones del Señor. Inclínate bajo su yugo, y llévalo con alegría desde tu juventud, porque el Señor no acepta a los que no castiga (Hebreos 12.6).
Mira, pues, hijo mío; el camino del Señor no tiene desviaciones. El que lo deja, sea por un lado o el otro, heredará la muerte. Este camino es el camino hallado por pocos, y caminado por aun menos. De veras hay muchos que saben que éste es el camino a la vida. Pero el camino es demasiado duro....
Por esto, hijo mío, no te fijes en la gran multitud de pecadores. No andes en sus caminos. Sepárate de la senda de ellos, porque van al infierno como ovejas a la matanza.... Donde oyes de un rebaño pequeño pobre, sencillo, y rechazado por el mundo— únete con ellos. Porque donde está la cruz, allí está Cristo. Que no te apartes de aquel lugar. Huye del mundo. Únete con Dios. Teme a él solamente. Guarda sus mandamientos. Escribe sus palabras en tu corazón y serás un árbol bonito, una planta bendita, creciendo en Sion (Salmo 92.13).
Por esto, mi hijo, lucha por lo bueno.... Que Dios te deje crecer en su temor, y que te llene el entendimiento con su Espíritu (2 Pedro 3.18). Santifícate para el Señor. Santifica tu conducta entera en el temor de Dios (Levítico 20.7). Lo que haces, hazlo para la gloria del Señor.... Ama a tus prójimos. Da con corazón abierto pan a los hambrientos. Viste a los desnudos. Y no procures tener dos de cualquier artículo necesario. Siempre hay los que necesitan de tu abundancia (Mateo 26.11).
Oh hijo, ¡que tu vida sea conformada al evangelio! (Filipenses 1.27). ¡Que el Dios de paz santifique tu alma y tu cuerpo para su honra! Amén (1 Tesalonicenses 5.23).
Oh Padre santo, santifica al hijito de tu sierva. Guárdalo de la maldad por causa de tu nombre, ¡Oh Señor!
Pocas horas después de haber escrito esto, Anna fue ahogada por las autoridades católicas en el Río Maas. el 24 de enero de 1539. Tenía 28 años.
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