Este blog rinde honor y alabanza al Dios de nuestra salvación a Jesucristo el Señor.
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martes, 3 de mayo de 2022

¿Porqué soy atribulado?

¿Te has preguntado alguna vez por qué tienes dificultades como cristiano? 

Te convertirse a Cristo pensando que te iría chévere, que Cristo a tu lado, ahora está de tu lado, garantía de un éxito en todo lo que emprendieras. Pero no ha sido así. Cuando te ha ido “de la patada”, sientes que eres objeto de la mala suerte, más que sujeto de la bendición.

En la vida cristiana, las aflicciones no son un accidente del destino, no es el azar lo que controla tu vida sino la providencia de Dios. Uno de los libros de la Biblia más empapados de lágrimas aclara: 

¿Quién será aquel que diga que sucedió algo que el Señor no mandó? (Lam 3:37).

Antes de preguntar “porqué”, Dios quiere que nos preguntemos “para qué”. Porque tanto es verdad que nada nos viene por azar como que nada de lo que nos viene es en vano. Dios tiene un mínimo de cuatro grandes propósitos por las que permite que seamos afligidos.

El primer propósito de las aflicciones es formativo. El mismo Dios que gestó el nuevo nacimiento desarrolla madurez. El tierno asombro que produce ver a un recién nacido se torna a intensa preocupación en cuanto el doctor dice que el niño no está creciendo. Dios no tiene ningún hijo que sea enano y una de las formas en que nos enseña madurez es cursando en la escuela del dolor.

Ni aún Cristo fue exento de esta escuela. Aunque era impecable, En Hebreos 5:7-10 afirma que por al dolor que pasó aprendió obediencia. No fue madurar de desobediencia a obediencia, sino de pequeños actos de obediencia al gran acto de obediencia que lo llevó a la cruz. El dolor que sientes hoy, está potenciando para mañana una obediencia que no podrá pasar desapercibida en este mundo.

Si el primer propósito de las pruebas es formativo, el segundo es correctivo. La Biblia afirma que Dios al que ama disciplina. El buen pastor usa del cayado para ayudarnos, pero igualmente de la vara para evitar desvíos terrenales que pueden terminar en calamidad eterna.

Dios nos redimió para ser salvos e igualmente para ser hijos adoptivos. La vara de corrección duele, pero conforta; confiere a nuestro corazón la confianza de no ser bastardos desatendidos, sino hijos del rey, quienes han de conducirse conforme al decoro de la familia real. Además, como el niño con llantitas auxiliares en su bicicleta se siente seguro que evitará la caída, así  la disciplina infunde la confianza de que la caída fatal será prevenida por una fuerza mayor a nuestro esfuerzo personal.

“En medio del dolor, propónte el día de hoy a alabar a Dios tanto por la caricia suave como por la aspera disciplina, pues en ambas se escucha el latido del amor paternal.”

Hasta ahora has aprendido que las pruebas tienen un propósito formativo y correctivo. El tercer propósito es preparativo. Las herramientas usadas por Dios se fraguan en el fuego de la prueba. La lista no es corta. José por años sufrió perplejidades antes de ser exaltado líder sobre Egipto. Moisés fue desterrado como vagabundo por 40 años en el desierto antes de ser líder sobre Israel. David fue perseguido 8 años por los celos incontenibles de Saúl antes de sentarse en el trono en Hebrón.

Pablo mismo ilustra esta verdad en su propia vida (2 Corintios 1.3-7). Consideró que las severas pruebas que le sobrevinieron en Asia no eran una molestia por sacudirse, sino dosis de empatía a su corazón por los que sufren. Es más fácil reír con los que rían, que llorar con los que lloran; y más natural compadecernos con ellos cuando somos compañeros de toda suerte de pruebas.

¿Podrá ser que hoy Dios ponga a alguien en tu camino cuyo alivio se encuentre en la cosecha de la sabiduría fraguada en tu aflicción?

Hay aún otro importante propósito desapercibido por muchos.  Además de formación, corrección y preparación; las aflicciones confieren prevención. Previene episodios de enaltecimiento exorbitantes.

Increíble pero cierto! Nuestro susceptible corazón es influenciado por las tentaciones y también por las bendiciones. Las tentaciones lo desvían, las bendiciones lo hinchan de vanidad. Las aflicciones son vacunas anti-inflamatorias para prevenir este problema cardiaco.

No pienses que esta prevención está reservada para principiantes, neófitos de la fe u hombres de doble ánimo. El gran Apóstol Pablo mismo requirió prevención. Le fue dado un aguijón en la carne para prevenir que los aires del tercer cielo provocasen alucinaciones apoteósicas (2 Corintios 12.7-9). Un aguijón en la carne le fue dado para prevenir la vanidad, no para corregirla. Fue un acto de previsión divina, no de remedio.

Hay pruebas fastidiosas que anhelamos despojar de nuestra vida. Antes de pedir a Dios que las remueva, debemos de considerar en qué nos convertiríamos si Él concede nuestra petición. Pues como Dios hirió a Jacob para poderlo bendecir, así debe haber heridas medicinales que llevamos que nos permiten disfrutar de las bendiciones de Dios con sobriedad.

Sería imposible agotar todos los propósitos de las pruebas en el cristiano. Santiago se refiere a las aflicciones como “diversas pruebas”, –multicolores en el original. Diversos matices aflictivos generan diversos propósitos que conjuntamente forman la imagen de Cristo en nosotros. Tengamos pues por sumo gozo cuando nos hallemos en diversas pruebas sabiendo que ninguna de ellas son producidas por el azar ni resultan infructuosas.

Fuente: Ayudapastoral.com

jueves, 7 de abril de 2022

El Ego y el Orgullo

"Antes del quebrantamiento es la soberbia, Y antes de la caída la altivez de espíritu".

Quizá una de las situaciones más difíciles de sobrellevar en nuestra vida es el orgullo. A lo mejor en muchos casos nuestro orgullo era una de las razones que nos impedía acercarnos a Dios.

Pero también esta el Ego que muchas veces nos hace creer que somos los mejores, descuidando de esta manera nuestra relación con Dios y dándole lugar al enemigo de nuestras almas que comience a tejer una tela de araña en nuestra vida espiritual para luego destruirnos.

El mismo Satanás o llamado antes Ángel de Luz, se dejo llevar por el ego al hacerse creer que era igual a Dios y por su ego fue echado del cielo.

La verdad es que tanto el ego como el orgullo pueden llevarnos al fracaso espiritual, no podemos negar que todos en momento determinado podemos ser presa de uno de ellos o quizá lo estas siendo o lo fuimos.

Es por esa razón que necesitamos entender que en una vida que desea agradar a Dios no debería existir estos dos males ya que no encajan en los planes que Dios tiene para nuestra vida.

Antes que nada quiero definir cada una de estas palabras.

¿Qué es el Ego?

Valoración excesiva de uno mismo.

UNA PERSONA CON EGO

Definitivamente cada uno de nosotros tenemos un gran valor y este valor es la Sangre de Cristo, por ello tenemos que tener un buen concepto de nosotros mismos, pero ese buen concepto debe ir acompañado de humildad.

No es bueno que nos despreciemos, pero tampoco es bueno tener una valoración excesiva de uno mismo o en pocas palabras “ego”. Una persona con ego es una persona que en su vocabulario solo existe el “yo” y que cree que no hay nadie mejor que el.

Es Evidente que las personas que se dejan llevar por el ego fracasan. En el caminar cristiano el ego no ayuda en nada y lejos de ayudar es un obstáculo mas que saltar, el cristianismo se trata de humildad, de reconocer sus buenas capacidades pero también sus defectos.

Y el hecho de conocer nuestras limitaciones nos hace tratar de buscar mas del Señor, en cambio una persona que se cree lo máximo y que no hay nadie como el o ella de excelente, es una persona que difícilmente buscara del Señor, ya que su mismo concepto de el(ella) mismo(a) lo lleva a confiarse en su caminar.

Viéndolo desde el punto de vista espiritual, tenemos que estar preparados en cada momento, mostrando humildad y sometimiento a Dios, reconociendo que cada día necesitamos mas de El y que nuestra vida completa depende de Dios.

Tenemos que mantener nuestro ego siempre bien sujetado, porque por muy bueno que tu seas para desempeñar “x” tarea en la congregación, tienes que mantener la humildad, a lo mejor escucharas muchos comentarios positivos y que te ponen en lo mas alto, pero recuerda siempre que la Gloria es para uno solo, esto es para Jesús, que nunca se te olvide que todo lo que tu eres y has hecho es porque Dios ha estado contigo. La humildad siempre tiene que hacerse presente en todos tus logros.

¿Qué es el Orgullo?

Exceso de estimación propia o sentimiento que hace que una persona se considere superior a los demás.

UNA PERSONA CON ORGULLO.

Si hablamos de orgullo hablamos de un mal que no te permite prosperar en lo espiritual.

El antónimo de Orgullo es Humildad.

Una persona orgullosa difícilmente reconocerá sus errores, además que es una persona que cuando falla nunca pide perdón por sus errores. Si lo vemos desde ese punto de vista, creo que en un cristiano no tendría que haber orgullo, porque el orgullo nunca te dejara reconocer tus errores, y en la vida cristiana algo primordial para poder avanzar y crecer espiritualmente es reconocer nuestros errores y enmendarlos.

Una persona con orgullo es una persona que no sabe perdonar, y el no saber perdonar ocasiona ataduras que no te permiten crecer, es necesario que cuando venimos a Jesús vengamos con un corazón limpio, esto significa dejar a un lado el orgullo.

El orgullo no es un fruto del espíritu, y por ende es necesario que nos deshagamos de el, pues la voluntad de Dios es que tengamos un corazón perdonador y humilde para reconocer cuando fallamos. Si tu eres una persona que por orgullo no reconoces cuando fallas, déjame decirte que es necesario que le pidas a Dios que quite de una vez por todas todo orgullo que no te permite ser libre.

LA VOLUNTAD DE DIOS PARA NUESTRA VIDA.

La voluntad de Dios para nuestra vida es que cada día busquemos la humildad y esto significa el reconocimiento, no hay nada mas hermoso que un cristiano que reconoce sus errores y pide perdón para poder ser renovado.

Dios quiere que cada uno de nosotros busquemos ser mejores cristianos cada día y que lejos de manejar orgullo o ego en nuestra vida, podamos tener un corazón sensible a la hora de fallar, te seguro que si comienzas a practicar la humildad en tu vida tendrás mejores frutos que los que el orgullo o el ego te pueden dar. Recuerda que todos dependemos de Dios y que sin El no somos nada, pero con El somos mas que vencedores, reconociendo siempre que la gloria de nuestras victorias se las merece El.

No hay nada peor que un corazón orgulloso y egocéntrico, es por esa razón que nosotros tenemos que mantener saludable nuestro corazón, para que Dios pueda escuchar nuestro clamor, la Biblia dice:

“Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde, Mas al altivo mira de lejos”. Salmos 138:6

Fuente: http://www.jovenes-cristianos.com

viernes, 12 de julio de 2019

¿Aflige Dios a sus hijos?

¿POR QUÉ SOMOS AFLIGIDOS POR DIOS?


Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre. (Deuteronomio 8:3)

¿Cuál es el origen de las aflicciones? 

La gente que no conoce a Dios dice: “son cosas de la vida“, o para hacerlo más impersonal: “es el destino” (como si se tratara de algún ente místico que gobierna las cosas). Otros atribuyen las aflicciones a la obra del Diablo. Otros opinan que es causa de algún pecado. Pero si conocemos más de la soberanía de Dios, como creyentes en Cristo sabemos que nada escapa a su voluntad. Notar los verbos en este versículo: “te afligió, te hizo tener hambre…” pero también dice: “te sustentó“. Vemos que la prueba es una iniciativa de Dios tanto como la salida a la misma.

Hace poco tuve un episodio médico (no de gravedad, pero sí de incertidumbre). Mi esposa recibía múltiples mensajes por teléfono y la redes sociales de aquellos que nos conocen y se preocupan. Notamos con mi esposa que había una frase recurrente por personas cristianas de distintos lugares y culturas que decían: “Dios está en control”.

Recuerdo haber predicado muchas veces sobre el control de Dios y recordar textos acerca de que “ningún pajarito cae a la tierra (muere) sin que Dios lo quiera” (Mateo 10:29). Pero en las horas de incertidumbre, donde todos los sucesos se agitan, donde no hay tiempo de pensar ni reaccionar se nos nubla esta visión de la soberanía de Dios, y es bueno que otros cristianos nos hagan recordar: Dios está en control… Dios está en control de todas las cosas.

Dios está en control de todo los que nos pasa, y dentro de ese control también tiene sabios propósitos con nosotros. Siempre somos dados a pensar que las aflicciones son  algún tipo de “mal entendido de Dios hacia nosotros”, algo así como: ¡Esto no debería pasarme! ¿Por qué a mí?  ¿Acaso no hay otras personas pecadoras que necesitan ser probadas más que yo?

Veamos en la Biblia cómo Dios afligió a su pueblo Israel y le hizo tener hambre, y lo hizo por sabias razones.

1) PARA AFIANZAR LA DEPENDENCIA CONTINUA DE DIOS

El maná caía cada día, no podían guardarlo como reservas, sino que cada mañana (a excepción del día de reposo) tenían que recogerlo como una muestra del sustento diario de Dios.

2) PARA ENTENDER QUE LA VIDA TIENE UN FIN MAS ELEVADO Y ESPIRITUAL

“No solo de pan vivirá el hombre, sino de todo lo que sale de la boca de Dios”. Estas fue la contestación de Jesús dada al Diablo en Mateo 4:4. Y que es tomada de este pasaje de Deuteronomio. No solamente el mundo, sino aún muchas iglesias creen erradamente que la prosperidad material es un signo de la gracia de Dios. Por el contrario, muchas veces Dios nos hace pasar necesidades para mostrarnos luego su gracia, para que realmente pensemos en el estado de nuestra alma.

Muchas personas al pasar por momentos difíciles de tristeza y necesidad, despiertan a la necesidad principal: La necesidad de Cristo. Hacernos pasar por un desierto sin agua y pan es el método de Dios para despertar la necesidad espiritual de su pueblo acerca de Él. A su tiempo Él hará brotar agua de la roca (Números 20:11) y hará caer pan del cielo, y esto son símbolos de Jesús:

Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente. (Juan 6:53 al 58)

No nos equivoquemos. Ser afligidos no evidencia la falta de bendición de Dios sobre nuestra vida, sino que puede ser parte de su proceso para mostrarnos más de su gracia. Nos hará “tener hambre” a propósito para que podamos ser saciados por Él. Y de esta forma, nuestra fe en Dios se verá fortalecida, cuando pasemos tomados de su mano por las aflicciones que Él prepara para sus hijos.

…si es necesario, seáis afligidos con diversas pruebas, para que la prueba de vuestra fe, mucho más preciosa que el oro que perece, aunque sea probado con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando Jesucristo sea manifestado.1 Pedro 1:6- 7

Fuente: palabrafiel.org

lunes, 1 de septiembre de 2014

Afligidos pero tranquilos

Tres formas para afrontar la aflicción  Salmos 13:5-6


"Mas yo en tu misericordia he confiado; mi corazón se alegrará en tu salvación. Cantaré a Jehová, porque me ha hecho bien"

En la actualidad que vivimos no es de extrañarse que enfrentemos tantas aflicciones de toda índole, algunas provocadas por consecuencias de nuestros errores y pecados, otras ocasionadas por el mundo y por Satanás el cual se goza y se empeña por afligirnos con el propósito de desanimarnos y atribularnos y que de alguna manera poder debilitar nuestra fe, sin embargo aunque todas aparenta un efecto negativo, Dios las usa para formar nuestro carácter y hacer mas firme nuestro caminar. El señor Jesucristo deja bien marcada una verdad la cual a través de los siglos, todos los santos nos ha tocado vivir.

La encontramos en Juan 16:33 “ Estas cosas os he hablado para que en mi tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” Salmos 34:19 dice también que muchas son las aflicciones del Justo, pero de todas ellas le librara Jehová. Es claro nadie disfruta las aflicciones pero la realidad es que las enfrentamos y es necesario aprender del salmista David el Cual paso por Muchas aflicciones. 

I. La Misericordia de Dios Nuestra Confianza ver. 5 a

David alude que en la misericordia de Dios había confiado cuando sus enemigos se enaltecían sobre él y aun cuando sentía que Dios le había olvidado y que escondía su rostro de el, es importantísimo saber en donde esta fundada nuestra Confianza. Algunos fracasan por que ponen su confianza en fundamentos perecederos como lo son el dinero, la educación, el trabajo, en algún amigo que después los abandonan. Es obvio que en este mundo muchas cosas nos invitan a poner nuestra confianza en ellas, pero ninguna de ellas son eternas, solamente la misericordia de Dios es Eterna Salmo 103:17 Mas la misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen.

No hay mejor base que la misericordia de Dios, ya que él es fiel a lo que ha prometido y nos ha manifestado su gracia a pesar de nuestra indignidad y defección que tenemos como seres falibles, cuando confías en la misericordia de Dios, te haces dependiente totalmente de el, y todos tus recursos, habilidades y conocimientos los depositas con humildad en sus manos y Dios te da victoria sobre toda aflicción. Salmo 89:28 dice Para siempre le conservare mi misericordia. 

II. La Salvación Alegría del Corazón

A veces buscamos motivos para estar gozosos, mas aun cuando nos encontramos en aflicción, en enfermedad, aprietos financieros, David encontró un solo motivo en medio de la aflicción que mantenía su corazón alegre y era la Salvación, no hay otra cosa más valiosa y más placentera que la salvación que Dios nos ha dado esta palabra hermosa que encierra libertad, salud, rescate y poder, debe de ser el motivo de alegría también para nosotros Isaías 25:9 Y se dirá en aquel día: He aquí, este es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvara; este es Jehová a quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación, Hoy en día el mundo ha provisto de muchos medios por los cuales adquirir alegría, pero no es duradera y ni tampoco satisface el alma, solamente la Salvación produce gozo perdurable, por eso David pidió a Dios Vuelve el gozo de Mi salvación cuando él había pecado. Si tu alegría es la Salvación de Dios no habrá aflicción que pueda dejarte triste y derrotado.

III. Cantando por que nos ha hecho Bien

La Biblia nos narra un ejemplo de dos siervos de Dios en Hechos 16 que a pesar de la golpiza que les habían dado y sus pies puestos en el cepo no incurrieron en reclamos, ni lamentos sino que estando en la cárcel oraban y cantaban himnos al Señor. ¿Te has preguntado que era lo que cantaban Pablo y Silas? , Voy argumentar yo creo que les vinieron a la mente todas las cosas buenas que Dios había hecho en ellos y ese agradecimiento estallo en cánticos espontáneos que brotaban de lo mas profundo del corazón. A través de ese agradecimiento a Dios proclamaron sus bondades y fue un testimonio a los presos los cuales los oían. 

Es importante recordar los beneficios que Dios ha hecho a favor de nosotros dándole cánticos de agradecimiento y proclamando su benignidad, eso nos quitara la mirada de la aflicción y miraremos la mano de Dios obrando en nuestro problema y a la misma vez daremos un testimonio digno de nuestra fe en Cristo. El salmista decía mi cántico esta de continuo en mi boca.

Si como Cristianos sensatos y consientes de que en nuestra vida habrá aflicciones y echamos mano de estos remedios viviremos una vida abundante, aun en nuestros problemas cantaremos por que nuestra mirada no estará en la aflicción sino en la misericordia, la salvación, y la alabanza y podremos decir en medio de la hecatombe: Mas yo en tu misericordia he confiado. Mi corazón se alegrara en tu salvación. Cantare a Jehová por que me ha hecho bien. 

Fuente: centraldesermones.com

jueves, 8 de mayo de 2014

Somos niños o adultos en Cristo

Crecimiento espiritual  A.B. Simpson


“Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2ª Pedro 3:18).

He oído contar de un muchacho a quien su madre halló en el jardín al lado de un girasol, tratando de medirse con él. Cuando su madre le preguntó qué significaba aquello, el niño le dijo que trataba de crecer, que quería ser tan alto como el girasol. Cuán verdad es lo que ha dicho el Maestro de nuestros esfuerzos para crecer: “¿Quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?”. El muchacho se estiraba, pero eso no aumentó su estatura. Su madre le diría que lo mejor que podía hacer para crecer era ir a cenar y comérselo todo, hacer ejercicio y estar contento, y que con ello crecería, sin tener que preocuparse de crecer. El deseo de crecer no servía de nada; lo apropiado era poner los ingredientes necesarios.
Lo mismo ocurre con nuestra vida espiritual. El preocuparse y afanarse no ensancha nuestra madurez espiritual. Dios mismo ha revelado el secreto del crecimiento y no es muy distinto del que dio la madre al niño.
Veamos algunos de los principios del progreso espiritual.

La relación del crecimiento con la santificación

No hay un solo párrafo en las Escrituras que despliegue de modo más sustancial las profundidades y alturas de la vida cristiana que los once primeros versículos de 2ª Pedro 1. El versículo 5 es una invitación a crecer en la gracia, pero el versículo 4 nos da el punto de partida desde el cual ha de empezar este crecimiento. No se trata de otra cosa que de la experiencia de la santificación. Las personas a quienes se dirige todo esto ya se supone que han “huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia”, y han pasado a ser “participantes de la naturaleza divina”.

Estos dos hechos constituyen toda la santificación. Es esta experiencia por la cual somos unidos a Cristo en un sentido personal y divino que pasamos a participar de su naturaleza, y la misma persona de Cristo, por medio del Espíritu Santo, viene a residir en nuestros corazones y por medio de este revestimiento pasa a ser la sustancia y soporte de nuestra vida espiritual. El efecto de esto es librarnos “de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia”. El revestimiento de Dios excluye el poder del pecado y el deseo del mal, que es precisamente lo que significa la palabra concupiscencia. Los tiempos de verbo griegos no dejan lugar a duda sobre la cuestión del tiempo y orden de los sucesos. Esta liberación de la corrupción precede a la orden de crecer, y es el mismo terreno de esta orden. Es decir, Dios ha provisto para nuestra santificación y nos ha impartido su naturaleza y librado del poder del pecado, y es por esta razón que hemos de crecer.

Es evidente, pues, que no crecemos hacia la santificación, sino que crecemos de la santificación a la madurez. Esto se corresponde exactamente con la descripción del crecimiento de Cristo mismo, en Lucas 2: “Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él” (v. 40). Nadie va a decir que creció para la santificación. Era santificado desde el principio. Era un niño santificado y creció y se hizo hombre. Y un poco más tarde, en Lucas 2:52 se añade que, a la edad de 12 años “Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres”.

Y así el mismo Cristo es formado en cada uno de nosotros. Se forma como un niño y crece, como Cristo hizo en la tierra, y madura en nuestra vida espiritual, y nosotros crecemos en una unión más íntima con él, y una dependencia íntima y más habitual de él para todas nuestras acciones y nuestra vida.

Amados, ¿hemos llegado al punto de partida del crecimiento espiritual por haber recibido a Cristo como nuestro santificador y nuestra vida?

La relación del crecimiento con las provisiones y recursos de la gracia divina

El mismo hermoso pasaje destaca esto también con gran plenitud y claridad. “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas”. Aquí se nos enseña que Dios ha provisto todos los recursos necesarios para una vida cristiana madura y santa. Estos recursos han sido provistos para nosotros por medio de las gracias y virtudes de nuestro Señor Jesucristo, y nosotros hemos sido llamados a recibirlos y compartirlos. Él nos reviste de su carácter y de sus vestiduras, y nosotros hemos de exhibirlas a los hombres y a los ángeles. Y estas provisiones de gracia son puestas a nuestro alcance, a través de “preciosas y grandísimas promesas” que podemos reclamar y cambiar en divisas celestiales con que negociar toda bendición necesaria.

Esta es la concepción de la vida cristiana que se nos da en el primer capítulo del Evangelio de Juan, en esta corta y maravillosa expresión “gracia sobre gracia”. Esto es, cada gracia que necesitamos ejercitar ya existe en Cristo, y puede ser traspasada a nuestra vida desde él, cuando recibimos de su plenitud, gracia sobre gracia.

En el monte, Moisés recibió órdenes de estudiar un modelo del Tabernáculo, algo así como los modelos que hay en nuestras oficinas de patentes, y que luego son construidos en la realidad. Unas semanas más tarde se podía ver el mismo Tabernáculo que iba siendo construido pieza a pieza en el valle abajo, y cuando quedó completado, era un facsímil exacto del que había visto Moisés en el monte, porque la orden explícita de Dios fue: “Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte”.

El tabernáculo que Dios está construyendo en nuestras vidas se corresponde con aquél. Es precisamente tan celestial en estructura como el otro y, mucho más importante, está destinado a ser, y es, un santuario para Dios. Éste también tiene su modelo en el monte, y podemos verlo con los ojos de la fe, el modelo de lo que ha de ser nuestra vida, la pauta, el plan de todas las gracias de que hemos de ser ejemplo, y la vida que ha de ser edificada, establecida. Todo el material de nuestro edificio espiritual está allí ya, provisto, y el diseño ha sido elaborado en el propósito de Dios y en las provisiones de su gracia. Pero hemos de tomar estos recursos y materiales y momento tras momento, paso a paso, y transferirlo a nuestras vidas. No tenemos que hacer las gracias nosotros mismos, sino tomarlas, llevarlas, vivirlas, exhibirlas. “De su plenitud tomamos todos y gracia sobre gracia”. Sus gracias por nuestras gracias, su amor por nuestro amor, su confianza por nuestra confianza, su poder por nuestra fuerza.

Relación del crecimiento espiritual con nuestros propios esfuerzos y responsabilidad

Aunque es verdad, por una parte, que todos los recursos son provistos divinamente, esto no justifica, por nuestra parte, que tengamos un espíritu de negligencia, pasivo, sino que nos emplaza para que tengamos más diligencia y sinceridad en proseguir adelante en nuestra carrera espiritual. Y por esto el apóstol añade, después de enumerar los recursos de la gracia: “poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud...”, etc. No sirve un lánguido apoyarse en la gracia de Dios, un fatalismo de ensueño, basado en el propósito del Todopoderoso y en su poder, sino una energía incesante y vigorosa por nuestra parte para corresponder a él con la cooperación de nuestra fe, vigilancia y obediencia. El mismo hecho de que haya provisión de gracia hecha por Dios es la base de la exhortación del apóstol a que demos seria atención a este asunto.

Es la misma idea que Pablo expresa en Filipenses: “Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer por su buena voluntad”. Esto no significa que hemos de trabajar para nuestra salvación, porque aquí se nos tiene por ya salvados –pues de otra manera no sería “vuestra”–; la salvación siempre procede de él, y en este sentido es suya. Pero está todavía en embrión, en la infancia, es un principio interior de vida que tiene que ser desarrollado hasta su madurez en cada parte de nuestra vida, y para esto hemos de “poner toda diligencia”, una diligencia verdadera que llega hasta el extremo del “temor y temblor”.

En la parábola de las minas, a cada siervo se le da, al comienzo de su vida espiritual, una medida igual de recursos espirituales. La diferencia en los resultados se ha de hallar en la desigual medida en que ellos han usado el poder que se les ha dado. La diferencia está en la mayor o menor diligencia de los siervos.

Amados, ¿estamos poniendo toda diligencia para sacar el máximo de los recursos divinos, de las preciosas y grandísimas promesas, de la naturaleza divina dentro de nosotros?

La relación de los varios detalles y las respectivas gracias de nuestra vida cristiana

El versículo empleado para describir nuestro progreso espiritual es muy especial y lleno de exquisitas sugerencias. Es como una figura musical. No hay nada que exprese más perfectamente la idea de armonía y de adecuación que la música. Parafraseando nos diría: “Añadid a vuestra fe virtud, conocimiento, dominio propio", etc., exactamente como en una armonía musical perfecta se añade una nota a otra y un compás a otro hasta que se llega al majestuoso coro de aleluyas que hace resonar el cielo, sin que falte nada o haya nada discordante”.

Dios desea que nuestro crecimiento cristiano sea como el crecimiento de un sublime oratorio, un crecimiento en el cual las partes armonicen y el efecto entero sea tan armonioso que nuestra vida sea como un cántico celestial o un coro de aleluyas. La fe es la melodía, pero a esto hay que añadir las otras partes, la virtud, que constituye el tenor; la templanza, que sería el contralto; la paciencia, el bajo; y el conocimiento, la piedad y el amor, el canto mismo, del cual toda la música es el acompañamiento. Es fácil crecer en una dirección y ser fuerte en una peculiaridad, pero sólo la gracia de Dios y el poder de la naturaleza divina dentro puede hacernos capaces de crecer hasta él en todas las cosas, “hasta la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. Una cosa es tener fe y virtud, pero es distinto el tener esto unido al dominio propio y al amor. Una cosa es tener dominio propio, pero otra el que éste se halle combinado con conocimiento. Una cosa es tener afecto fraternal, pero es distinto de tener amor a todos los hombres. Una cosa es tener piedad, pero otra el tenerla en perfecta adecuación con el amor. Es la armonía de todas las partes lo que constituye la perfección del canto y la totalidad de la vida cristiana.

Amado, quizá Dios te ha educado en cada una de las gracias, pero ahora te está educando en la combinación de estas gracias en proporción perfecta, de modo que tu amor se ablande y dulcifique, y como en una cara bien proporcionada, no destaque en ninguna de sus facciones especiales, sino que dé una excelente impresión de conjunto. Así, las virtudes han de añadirse la una a la otra, pero mezcladas unas con otras y templadas la una con la otra. En esto consiste el poder del conjunto.

Se dice que un gran escultor fue visitado por un amigo dos veces en un intervalo de varios meses. El amigo se quedó asombrado al hallar que su trabajo no parecía haber hecho progreso alguno. “¿Qué has hecho durante este tiempo?”. “Bueno –dijo el escultor–, he retocado este rasgo, he redondeado esto, he levantado aquello”. “Pero, ¡esto son pequeñeces, pequeños toques!”. “Sí –dijo el artista– pero esto hace la perfección, y la perfección no es una pequeñez”.

Esta es una vieja historia, pero hay en ella una lección espiritual que no está gastada. Dios nos tiene años a veces haciéndonos aprender unos pocos toques celestiales, que constituyen la diferencia entre la imagen de Cristo y la imagen vulgar de una persona cualquiera.

Fuente: aguasvivas.cl