DIOS PERDONA LOS PECADOS PERO NO LAS CONSECUENCIAS
Todos sabemos que Dios siempre está dispuesto a perdonar hasta los pecados más grandes que se puedan cometer. En Isaías 1:16-18 leemos: “Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda. Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana”. Así que Dios promete “blanquear” nuestros más negros pecados si buscamos el juicio, y nos ponemos a cuenta con Él. ¡Gracias a Dios por este beneficio extraordinario que se nos concede! Pero, ¿podremos evitar las consecuencias por nuestros pecados? ¡Este es otro cantar!
Pero hay consecuencias que pagar por nuestros pecados
En una oportunidad escuché el caso de un señor que le fue infiel a su esposa mientras estaba de viaje en un país vecino. Fruto de esta aventura adúltera, este señor engendró a una niña que fue criada por su madre hasta que se convirtió en una señorita buenamoza y muy culta a la cual llamaremos Paula. Un día, el hijo legítimo de este señor, a quien llamaremos Jorge Jr., decidió viajar para trabajar justamente a ese país en dónde su padre tuvo su aventura 24 años antes.
En su nuevo trabajo, Jorge Jr tuvo el infortunio de conocer y de enamorarse de Paula, quien resultó ser una de las tantas empleadas y que era su medio hermana. Por supuesto que ambos jóvenes desconocían este hecho completamente. Con el correr del tiempo el hijo le escribe a su padre para contarle de su amorío, y pasados dos años le anuncia su próximo matrimonio con Paula, por lo cual el padre le otorga su bendición sin titubear. A los pocos meses de contraer matrimonio, Paula queda embarazada de José y llenos de ilusión ambos esperan el día del parto. Cuando llegó el día del alumbramiento, Paula da a luz un hijo sin miembros superiores, lo cual, como es de suponerse, generó un profundo dolor, desesperación y un conflicto tremendo entre los padres, no sabiendo qué pudo haber ocasionado semejante malformación. Cuando el padre de Jorge se enteró de la noticia, tomó un avión y viajó a ver a su hijo y nieto, y se espantó al ver que la madre de Paula era la misma mujer con quien él tuvo su aventura hace 24 años atrás. No pudiendo soportar la carga de su conciencia, el padre fue a su hotel y se pegó un tiro en la sien. Poco tiempo después Jorge Jr se enteró que su esposa Paula era su mismísima medio hermana por parte de su padre. Toda esta desgracia se produjo por un pecado escondido y no confesado de un hombre que no supo decir no a la tentación satánica.
Y también tenemos infinidad de testimonios de mujeres que han abortado y se han hecho después cristianas devotas, pero que nunca se han perdonado ellas mismas el haber matado a su hijo no nato. Ellas siguen cargando con el peso de su culpa que las atormenta día y noche, a pesar de que admiten sentir que Dios ya las ha perdonado completamente.
Otro caso que conocí fue de un ejecutivo de un banco que le fue infiel a su esposa, y cuya esposa “perdonó” después de mucho batallar con la pena y la decepción. Si bien el matrimonio está en proceso de restauración, ella aún alberga dudas de su esposo, y constantemente controlaba sus horas de llegada a casa, su dinero, sus llamadas por teléfono, su correo y cosas por el estilo. El tiene que soportar estoicamente la conducta de su mujer, y a veces escucharle decir: “seguro llegas tarde porque te está buscando esa mujer”. Bueno, ese es el precio de su pecado…¡la falta de confianza que suscitó en su esposa!…¡es el fruto de su pecado que lo acompañará por mucho tiempo!
También conocí a un compañero de trabajo que fue despedido de una empresa industrial por robo, empleando el llamado “carrusel”. Años después, este señor se convirtió en cristiano y en un predicador eficaz. Sin embargo, tuvo la mala suerte de no ser aceptado en otra empresa pujante porque el Gerente de ventas de esa nueva empresa que recibió su Currículo Vitae fue el mismo jefe que lo había despedido algunos años atrás. ¿Se imaginan? Aquí vemos que las consecuencias de su pecado lo acompañan a este hermano, y que de hecho ya lo ha perjudicado económicamente por su mala reputación pasada.
HERMANOS MÍOS, PIENSEN CON CUIDADO ANTES DE HACER ALGO DE LO QUE MAÑANA PODRÍAN LAMENTARSE PROFUNDAMENTE. NO DEJEN QUE “DON SATUCO, EL PILLO” LOS PILLE CON LOS PANTALONES ABAJO, METAFÓRICAMENTE HABLANDO.
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