¿Qué piensa Dios de las enfermedades?
Sabemos que Jesús es el resplandor de la gloria de Dios, y la imagen misma de su sustancia (Hebreos 1:3). Jesús declaró que, “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Juan 14:9). Además, Jesús proclamó, “No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; por que todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente” (Juan 5:19). Así pues, es lícito concluir que el ministerio de Jesús refleje la mente y el corazón de Dios. Lo que piensa Jesús piensa el Padre, lo que dice Jesús dice el Padre, y lo que hace Jesús hace el Padre. Entonces, ¿qué piensa Dios de las enfermedades?
En Lucas capítulo 13, versículos 10-16, encontramos la historia de una mujer que había sufrida por dieciocho años con una enfermedad. Jesús declaró la enfermedad como ATADURA de satanás y una LIGADURA, y le sanó. En los cuatro evangelios vemos Jesús sanando a todos los que venían a El. No existe ni un caso en lo cual Jesús no sanó a una persona que le había buscado en fe. Además, había un caso cuando Jesús ni siquiera sabía quien le había tocado para recibir la sanidad. Sin embargo, lo que salió de El fue el poder para sanar a esta mujer, sin saber si ella lo “merecía” o no (Marcos 5:24-34). Hechos 10:38 declara, “como Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los OPRIMIDOS por el diablo, porque Dios estaba con él.” Entonces, Dios llama las enfermedades como ataduras, ligaduras y opresión.
Jesús jamás enfermó a alguien para enseñarle algo, y jamás dejó a alguien en su enfermedad para “la gloria de Dios.” De hecho, Dios siempre recibía la gloria a través de la sanidad de los enfermos. Las enfermedades representan la obra de satanás y existen para “robar, matar y destruir” (Juan 10:10). Jesús vino para deshacer (destruir) las obras del diablo (1 Juan. 3:8) y para darnos vida en abundancia (Juan 10:10).
Cuando pensamos en las enfermedades en la luz del Nuevo Testamento, es fácil ver que no existe ninguna bendición en la obra del diablo. Las enfermedades nos dejan incapaces de trabajar, sin dinero, y obligan a que la familia del enfermo haga un gran sacrifico. Además, el enfermo no puede seguir el plan de Dios para su vida, lo cual es “bueno, agradable y perfecto” (Romanos 12:2).
Aún las leyes de la sociedad nos enseñan que un padre que maltrata o abusa de su hijo merece el juicio y la cárcel. Es interesante como algunos cristianos piensan que el abuso de los niños es un crimen, pero piensan a la vez que Dios puede enfermar a SUS hijos y esta representa una bendición. ¿Dónde está la lógica y el sentido común?
Si las enfermedades representan la voluntad de Dios y si Dios quiere que estemos enfermos por alguna razón, entonces, ¿por qué gastamos tanto dinero en los médicos y en las drogas? Si Dios quiere que estemos enfermos, es rebeldía y desobediencia si buscamos la ayuda médica. No tenemos el derecho de huir de la voluntad de Dios. Si estamos enfermos por su gloria o por su voluntad, debemos quedarnos enfermos y morir, o tal vez, mejorar, pero SIN la ayuda de un doctor. De hecho, todos los doctores y los hospitales estarían luchando en contra de Dios si es Dios que usa las enfermedades para su gloria. No, hermanos, las enfermedades no provienen de Dios. El es el autor de la vida y se reveló a si mismo en el Antiguo Testamento como “Jehová tu Sanador.” Se reveló en el Nuevo Testamento como Dios en la carne, Jesucristo, y anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo. “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos ” (Hebreos 13:8).
¿En qué consiste la redención?
En la cruz de Jesús vemos que El no solamente llevó nuestros pecados sino también nuestras enfermedades (Isaías 53:4-5). Todo lo que el pecado de Adán había desatado en el mundo, la redención de Jesucristo destruyó (Colosenses 2:13-15). El hombre quedó redimido en espíritu, alma y cuerpo. David declara, “El es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias” (Salmo 103:3). Obviamente, si el pecado es el problema y las enfermedades representan uno de sus resultados, cuando Dios eliminó el poder del pecado, las enfermedades a la vez perdieron su autoridad. Jesús dijo acerca del paralítico, “¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados, o decir; Levántate y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo, Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa” (Lucas 5:23-24). Aquí podemos ver claramente el vínculo que existe entre el pecado y las enfermedades.
La sanidad física es posible cuando el pecado queda perdonado. Es la misma redención, la misma sangre de Jesús y la misma fe que perdona y sana. No existen unas reglas para recibir el perdón y otras para recibir la sanidad. Es una sola redención y los beneficios se reciben por fe. Ese no quiere decir que cada enfermedad es siempre el resultado de un pecado personal, sino que el pecado que existe en el mundo es responsable por el ambiente de las enfermedades y la muerte. Jesús pagó el precio para perdonar Y SANAR aTODOS.
¿Para cuántos es la sanidad?
Para contestar la pregunta, hagamos otra pregunta. ¿Para cuántos es la salvación? ¿Murió Jesús para algunos o para todos? “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él” (Juan 3:16-17).
Obviamente, Dios quiere que todos sean salvos. El pagó el precio por todo el mundo y todos los que creen en El pueden recibir el regalo de la salvación. Pero ¿qué significa “salvación”? La palabra “salvación” en el griego frecuentemente es la palabra “sozo”, que significa “salvar, librar, proteger y sanar.” De hecho, en el Nuevo Testamento la palabra “sozo” se usa para hablar del perdón de los pecados Y LA SANDIDAD FISICA. Nuestra salvación es una salvación en todos los sentidos de la palabra.
Dios nuestro Salvador... quiere que todos los hombres sean salvos (sozo) y vengan al conocimiento de la verdad.” (1 Timoteo 2:3-4)
“quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero... y por cuya herida fuisteis sanados.” (1 Pedro 2:24)
Dios no quiere que sigamos viviendo en pecado para glorificarle, y no quiere que sigamos enfermos tampoco. El nos proveyó el poder para ser sanos en el mismo momento que nos proveyó el poder para ser salvos. La sanidad es para todos.
Como recibir la sanidad
Todas las cosas en el reino de Dios se reciben a través de la fe. La fe es por el oír la Palabra de Dios (Romanos 10:17) y creerla en el corazón. Si escuchamos la Palabra acerca del perdón de los pecados, tendremos fe para recibir el perdón de los pecados. Pero si nunca escuchamos lo que dice la Palabra acerca de la sanidad física no tendremos fe para recibirla. No debemos pensar que Dios no quiere sanarnos. Lo que no hemos entendido es que Dios ya nos sanó a través de la cruz. En la misma forma que recibimos el perdón de los pecados por fe, sin confiar en las emociones o los sentimientos, es necesario que recibamos la sanidad. Somos salvos porque creemos lo que dice la Palabra. Y somos sanados en la misma manera.
Alguien puede preguntar, si la sanidad es la voluntad de Dios, ¿por qué no todos están sanados? Para contestar la pregunta hagamos otra pregunta. ¿Por qué no todos reciben el perdón de los pecados y la salvación cuando escuchan el evangelio? Porque no existe fe en sus corazones. Han decidido no creer las buenas nuevas. Pero millones han recibido la salvación Y LA SANIDAD FISICA cuando creyeron la Palabra de Dios. Dios no hace excepción de personas. La redención de Jesucristo provee la sanidad para todos. “Conforme a vuestra fe os sea hecho” (Mateo 9:29).
Existen varias formas para recibir la sanidad. Por supuesto, la manera más segura es simplemente CREER que la sanidad es un derecho tuyo y DECLARAR que eres sano. “Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10:10). También existe la imposición de manos; “... sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán” (Marcos 16:18). Además, uno puede pedir la oración de fe de los ancianos de la iglesia. “¿ESTA ALGUNO ENFERMO entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo...” (Santiago 5:14-15). También existen dones de sanidad en la iglesia (vea 1 Corintios 12:4-11). Y, finalmente, uno puede pedir y recibir la sanidad por fe. “Por tanto, os digo que TODO lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá” (Marcos 11:24).
La sanidad es para ti. Si creemos y actuamos según la Palabra de Dios, la verdad nos hará libres. Es tiempo que el cuerpo de Cristo sepa que las enfermedades no representan la obra de Dios en nuestras vidas sino la obra de Satanás. Es el resultado de vivir en un mundo caído y contaminado. Pero Dios nos ha dado su Palabra y el Espíritu Santo para vencer el poder del pecado y las enfermedades. Declaremos la victoria para que... “el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma Y CUERPO, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo” (1 Tesalonicenses 5:23).
Fuente: Barry Bennett Artículos de Enseñanza
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