Este blog rinde honor y alabanza al Dios de nuestra salvación a Jesucristo el Señor.

jueves, 19 de mayo de 2022

testimonio de Sang-Hwa Corea del Norte

La opresión de los cristianos en paises comunistas

Las primeras palabras que se supone que cualquier niño Norcoreano debe aprender son: “Gracias, padre Kim lsung”.

A los niños se les enseña a adorar a la familia Kim y a temer a los cristianos.

En sus libros escolares hay historias sobre misioneros que atacan a los niños con ácido y se les muestra películas sobre cristianos que secuestran a niños y toman su sangre. Este es el mundo en el que Sang-hwa conoció. Ella creía que los cristianos eran enemigos del Estado y les tenía mucho miedo.

Pero eso comenzó a cambiar un día, cuando tenía 12 años. Esta es su historia:

En nuestra casa había un armario escondido. Cuando tenía 12 años, lo encontré accidentalmente. No sé por qué, pero empecé a tocar dentro del armario con la mano y sentí un libro. Lo saqué, abrí el libro y comencé a leer. “En el principio Dios creó los cielos y la tierra...” Dejé caer el libro. Inmediatamente reconocí que era ilegal, porque no describía el Big Bang ni mencionaba la teoría de la evolución. Comencé a temblar, estaba tan asustada.

Mi descubrimiento podría costarme la vida. Tenía miedo de tocar el libro, pero no podía dejarlo allí. Cerré los ojos, tomé el libro y lo volví a guardar. Consideré mis opciones. ¿Debo decírselo a mi profesor? ¿Debo denunciarlo a un funcionario de seguridad local? Durante 15 días no pude pensar en otra cosa. Sabía que era mi deber informar sobre la posesión de este libro ilegal. Pero era mi propia familia la que estaba involucrada.

Existían muchas preguntas dentro de mí: ¿Quién o qué era este Dios? Finalmente, tuve las agallas de preguntarle a mi padre sobre el libro. Estaba muy sorprendida por mi pregunta. Lo que no sabía entonces era que él había estado orando durante cinco años para tener la oportunidad de compartir el Evangelio conmigo.

Mis padres no podían compartir ninguna historia cristiana con mis hermanos y conmigo antes, ya que era demasiado peligroso: podríamos traicionarlos accidentalmente y los resultados serían desastrosos. Pero él quería que yo supiera acerca de Jesús; así que creo que se alegró porque ese día finalmente había llegado.

Me preguntó: “¿Ves aquellos árboles?” Afirmé que sí. “¿Quién los hizo?” Respondí que no lo sabía. Él me explicó la historia de la creación, incluyendo cómo Dios había hecho a Adán y Eva. Luego se volvió hacia mí y me hizo otra pregunta. “¿Cuál es el animal más peligroso?” No sabía por qué, pero respondí: “La serpiente”. “Exactamente”, respondió, y me contó cómo el pecado vino al mundo.

Fue la primera de muchas conversaciones que tuvimos sobre la Biblia, acerca de Dios, Jesús y el Evangelio. Él me explicó muchas historias bíblicas. Y aunque yo todavía no era cristiana, todas esas historias tenían mucho sentido para mí. Sentí mucha pena por todas las personas que no sabían la verdad, incluso mis hermanos mayores. Mi madre me enseñó a memorizar versículos de la Biblia y el Credo Apostólico y también me explicó el Evangelio completo.

Mi abuelo me mostró cómo orar. “Es sólo hablar con Dios. Nada más y nada menos”. Él me habló mucho acerca de la Segunda Venida de Jesús. Realmente lo anhelaba.

Para mí todas esas historias e ideas eran muy interesantes. Leía la Biblia sola, pues sabía que era peligroso. Mi padre siempre enfatizó que no debía compartir nada con nadie más. Por ello, él siempre oraba en susurros y decía: “Padre, ayuda al pueblo Norcoreano a buscar primeramente el reino de Dios". A veces mi papá se encontraba con otras personas en un lugar secreto. Muchos hijos de los creyentes también íbamos a ese lugar y aprendíamos acerca de la Biblia y orábamos juntos.

Entre las personas que visitaban las reuniones secretas también había algunos no cristianos, incluso espías del gobierno. Cuando uno de esos visitantes estaba muriendo, mi padre fue a visitarlo en su lecho de muerte. Él confesó: “Sé todo sobre ti, tu familia y tu fe. Yo era un espía y tenía órdenes para vigilarte. Eres un buen hombre. Nunca le dije a nadie que eras cristiano. Dime cómo puedo convertirme en cristiano también”.

En los momentos finales de su vida, este hombre se arrepintió y entró en el reino de Dios. Mi padre pudo conducirlo allí. Dios nos protegió una y otra vez.

Cierto día, hubo un chequeo aleatorio de la casa y parecía que este hombre también sabía que éramos cristianos y nunca nos delató. Todo esto fortaleció la fe de mi padre en Dios. Siempre experimentó mucha paz. Realmente, creo que la mayoría de los cristianos en Corea del Norte experimentan mucha paz y confían en Dios, más que los cristianos que están en países libres.

Finalmente, me casé. Un día, descubrimos que estábamos a punto de ser desterrados a un área remota: el hermano de mi esposo era un alto funcionario y nos advirtió. Mi esposo y yo estábamos devastados. Sentí como si mi vida hubiera terminado. Mi padre trató de animarme y nos dijo que Dios vendría por nosotros. Otras personas que sabían lo que estaba a punto de suceder nos aseguraron que todo estaría bien. Pero, no estábamos convencidos.

Logramos escapar a China. Allí, pasamos por tiempos difíciles, pero cristianos chinos nos cuidaron. Finalmente, llegamos a Corea del Sur.

Mis sueños y esperanzas no han cambiado mucho desde que dejé Corea del Norte. Hay mucha más libertad en el Sur, pero nuestras creencias son las mismas. Ojalá pudiera regresar a Corea del Norte y compartir el Evangelio con la gente de allí y tener comunión con los cristianos locales. Amo su fe. Estoy lista para morir por causa del Evangelio. Creo que, si no hubiera tenido una familia aquí en Corea del Sur, ya hubiera regresado para ayudar a las personas en necesidad.

Mi padre siempre me dijo que buscara el Reino de Dios en primer lugar. Ésa será siempre su oración por su país y por todos los cristianos. Y ésa también es mi oración. A veces me desanimo porque parece que nada está cambiando en Corea del Norte. La verdad, la situación sólo empeora.

Cuando oro, a menudo le pregunto a Dios: “¿Cuál es el objetivo de orar por mi país? ¿Por qué quieres que siga orando por Corea del Norte?” Y Dios siempre me recuerda: “Conoces Corea del Norte mejor que nadie. Conoces a la gente y su sufrimiento. Si no oras, quién lo hará? Confía en mí. Cree en mi

Fuente: www.puertasabiertasal.org

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