¿Cómo pueden los trabajadores cristianos ganar la batalla?
Por Randy C. Alcorn
“Algo terrible acaba de suceder.” La voz llena de tensión era la de mi amigo, que me llamaba desde el otro lado del país. “Ayer, nuestro pastor abandonó a su esposa y se fue con otra mujer.”
Me puse triste, pero no asombrado, ni siquiera sorprendido. Ya he oído la misma historia demasiadas veces para que ahora me llegue a sorprender. Hace unos pocos años, hablé acerca de la pureza sexual en un Instituto Bíblico. Muchos de los estudiantes vinieron a verme para que los aconsejara, incluyendo tres muchachas a las que llamaré Raquel, Barb y Pam. Raquel fue directamente al punto y me dijo: “Mis padres me enviaron con uno de nuestros pastores para que me aconsejara y terminé por acostarme con él.” Mas tarde, ese mismo día, Barb, la hija de un diácono me dijo entre lágrimas: “Mi papá ha tenido relaciones sexuales conmigo desde hace años, y ahora está empezando a hacerlo con mis hermanas menores.” Al día siguiente me encontré a Pam. ¿Cuál fue su historia? “Yo vine al Instituto Bíblico para alejarme de un amorío con mi pastor.”
En otra escuela, Toni, una muchacha de 18 años, se encontraba llena de culpabilidad porque había tenido relaciones sexuales con su anterior pastor de jóvenes. “¿Se lo has confesado al Señor, y terminado la relación?” le pregunté.“Sí,” me contestó. “Su esposa se dio cuenta, y se cambiaron a otra iglesia. “Pero eso no es todo.”Dijo después de una pausa. “¡No lo puedo creer! Pero cuando la iglesia le dio empleo a un nuevo pastor para los jóvenes, nuevamente ¡acabé teniendo relaciones sexuales con él también!”Toni me dijo que podía hablar de su situación con el decano de los estudiantes.
“¿Qué es lo que está pasando con los líderes cristianos?” Me preguntó.“El año pasado nuestro ministro de música fue despedido por adulterio. Después, nos dimos cuenta de que había hecho lo mismo en la iglesia anterior.Y acabo de oír que un profesor del seminario fue despedido por inmoralidad.”
Parece que por cada una de las personalidades de la televisión que tienen programas cristianos o lideres evangélicos muy populares o bien conocidos que “terminan mal”, hay un número indeterminado de pastores locales, maestros de la Biblia, o trabajadores de la iglesia poco conocidos, que calladamente renuncian o son despedidos por inmoralidad sexual. La mayoría de nosotros podemos mencionar a varios, algunos quizá a docenas, y otros aún muchos más. (Tres líderes cristianos se reunieron y lograron juntar una lista de 250 nombres.) Además, hay un número increíble de hombres y mujeres laicos cuyo servicio ha sido corroído como líderes y trabajadores cristianos o ese servicio ha llegado a un alto abrupto, exactamente por la misma razón. Tanto como nos disgusta tener que admitirlo, en el campo evangelístico se encuentran regados los esqueletos de las vidas y de los ministerios, que han sido diezmados por el pecado sexual. La conclusión es imponente y las implicaciones de largo alcance: Hay entre cristianos, incluyendo cristianos en el ministerio, una epidemia moral de enormes y aterradoras proporciones.
Enfrentándonos Directamente al Problema
Al estar investigando y escribiendo el libro “Cristianos en el Despertar de la Revolución Sexual”, descubrí que una característica prominente de la primera iglesia, fue la de la pureza sexual. Si no reclamamos el terreno que hemos perdido, la iglesia de hoy y su liderazgo están destinados a la impotencia espiritual. ¿Por qué? Pues porque un mundo impío y malvado, jamás podrá ser ganado para Cristo por una iglesia impía o profana. ¿Qué tanto ha sufrido nuestra reputación como siervos de Cristo? ¿Cuánta credibilidad hemos perdido como resultado de las hazañas y proezas inmorales de los que están en el ministerio y que se han publicado extensamente? Después de oír que aún otro líder cristiano había caído, una mujer cristiana cuyo compromiso con Cristo era real y profundo, me dijo entre lágrimas; “Ahora, cada vez que escucho a un líder cristiano, no puedo dejar de pensar que pudiera ser posible que él, esté viviendo en la inmoralidad.”
A pesar de las pérdidas que esto ha causado, hay algunos aspectos positivos que se han desarrollado de estos repugnantes lapsos morales de los líderes cristianos. El más significante, es el que parece como si nos hubieran lanzado una cubeta de agua fría en la cara. Ya no podemos negar la realidad de las debilidades morales entre aquellos que sirven a Cristo. Tanto líderes como laicos, han llegado ha estar consientes de la crisis moral que se ha extendido por todos lados, de las graves consecuencias de nuestras concesiones sexuales y de la desesperada necesidad de apuntalar o acorralar nuestra moralidad que se encuentra a la deriva. En los últimos años se ha dicho mucho acerca de la necesidad que hay de cuidar y rehabilitar a
aquellos que han caído en el pecado sexual. Mientras que se debe hacer nota de esto, el énfasis debe ser el de corregir. Lo que nos falta, y lo que necesitamos desesperadamente, son medidas claras de naturaleza preventiva.
Hay dos formas de responder cuando se está en la orilla peligrosa de un acantilado, por donde las personas caen 50 pies hasta el fondo. Una, es la de poner ambulancias y para-médicos en el fondo. La otra es la de poner señales de aviso y construir una barrera, en la parte de arriba del acantilado. La intención de este pequeño folleto, es la de poner avisos de peligro y de construir barreras, y orando por que menos ambulancias se necesiten en el fondo del acantilado.
Para prevenir que este folleto se convierta en libro, debo de asumir que los lectores saben lo que las Santas Escrituras dicen acerca de la moralidad sexual. Me enfocaré primero en los tres datos críticos que debemos comprender. Después exploraremos las razones por las que los cristianos cometen pecados sexuales. La mayor porción de este folleto, está centrada en un número de guías prácticas que nos pueden ayudar a luchar y a ganar la batalla de la pureza sexual.
Tres Puntos Críticos
1: Somos el objetivo de la inmoralidad sexual.
Hace algunos años hubo bastantes rumores acerca de una “lista de marcados” un plan calculado para que asesinos pagados mataran a ciertos líderes mundiales estratégicos. Un pensamiento aterrador ¿verdad? Sin embargo yo estoy convencido de que el enemigo, satanás, ha mantenido una lista como esa a través de los milenios. Y hay muchas razones para creer que todos los cristianos, estamos a la cabeza de esa lista. Si usted es un pastor, un misionero, un evangelista, un trabajador de jóvenes, un anciano de la iglesia,diácono, líder de estudios Bíblicos, trabajador de la iglesia; si es Maestro o estudiante de un Instituto Bíblico, si es escritor o músico cristiano, si tiene un ministerio de cualquier cosa; entonces, ponga atención porque usted es un hombre o una mujer marcada por Satanás. Las fuerzas del mal han hecho un contrato para terminar con usted. Le han puesto precio a su cu cabeza y el precio es lo suficientemente jugoso, como para que a las huestes de satanás se les haga agua la boca. Satanás lo quiere a toda costa.
¿Por qué? Pues simplemente porque quiere anular su ministerio.
Porque más que cualquier otra persona, usted lleva en sus hombros la reputación de Cristo. Si usted comete un acto inmoral, el enemigo tiene una gran victoria estratégica en su asalto a la reputación sagrada de Jesucristo. Recuerde que nuestra batalla no es contra la carne, sino que es contra los principados y los poderes de las tinieblas, en contra de las fuerzas espirituales del mal, en un reino invisible. (Efesios 6:12. Estos seres desesperadamente malvados, tienen un interés de inversión en nuestro colapso moral. Ellos harán hasta lo imposible para atacar y vencer a Cristo y a Su iglesia. “Tened control propio y estad alerta. Su enemigo el diablo está rondando como un león rugiente, buscando a quien devorar” (1ª de Pedro 5:8.)
2: Somos vulnerables a la inmoralidad sexual.
Todos los cristianos, incluyendo aquellos que están activos en el ministerio, son susceptibles al pecado sexual. El mito de que somos invulnerables moralmente, se muere muy despacio, aún cuando nos enfrentamos a la evidencia sobrecogedora. Pero no hay, ni nunca ha habido un anticuerpo místico que nos haga inmunes al pecado sexual. “El orgullo está antes de la destrucción, un espíritu altanero antes de la caída” (Proverbios 16:18). ¿Cuál es el nivel de orgullo que se necesita, para creer que el pecado sexual pudiera apoderarse de Lot, de Sansón, de David (“un hombre que conoce el corazón de Dios”). Salomón, los Corintios y huestes de líderes cristianos modernos, pero ¿yo no? Las advertencias de Pablo merecen estar en un lugar prominente en el tablero de instrumentos de nuestros carros, en los escritorios y en nuestras Agendas: “Pero cuidado, o también serás tentado” (Gal. 6:1); “Si creen que estan firmes, ¡cuídense de no caer!” (1ª de Cor. 10:12).
3: Somos completamente responsables de nuestras elecciones morales.
Frecuentemente se dice que las personas “caen” en la inmoralidad. Esta expresión es tan reveladora como imperfecta y peligrosa. El propio término caer traiciona mentalmente a la víctima. Se oye como si estuviéramos caminando por la calle y alguien nos metiera una zancadilla, o nos aventara. Implica que el colapso moral no se ve, o no se sabe de dónde viene, que no hay nada que se pudiera haber hecho para prevenir que sucediera. Nosotros no caemos en la inmoralidad, caminamos hacia ella. Ciertamente, algunas veces corremos desesperados hacia ella. Debemos darnos cuenta desde el principio, que la inmoralidad es una opción. No es algo que le pasa a la gente. Es algo que la gente hace que le pase.
Puede ser que hagamos todo lo posible para lograr la salud física, y prevenir que nos de cáncer, sin embargo aún así es posible que nos de cáncer. Pero esto no es la verdad acerca de la inmoralidad. Si dependemos de Nuestro Salvador y deliberadamente tomamos los pasos necesarios para cultivar la pureza y evitar la inmoralidad, podemos evitar el caer en ella. La inmoralidad no nos escoge a nosotros, nosotros la escogemos, o escogemos evitarla.
Siempre debemos aceptar la responsabilidad de lo que escogemos. Pero aquellos de nosotros que estamos en el ministerio, ya sea por medio tiempo o tiempo completo, pagado o sin paga, en la iglesia o para-iglesia debemos aceptar una responsabilidad aún mayor, acerca de lo que escogemos, especialmente en lo referente a los que conocemos por medio de consejería o de dirección espiritual. Dichas personas son particularmente vulnerables y fáciles de persuadir. Nuestro papel involucra autoridad y poder sobre sus vidas, de las cuales no se debe abusar.
Aún en la profesión de consejería secular, se considera como el mayor rompimiento de la ética profesional, involucrarse en una relación amorosa o sexual con un cliente. Ciertamente, el involucrarse sexualmente con alguien que ha venido a buscar ayuda emocional o guía espiritual, no solamente se debe ver como fornicación o adulterio, sino que debería considerarse como abuso sexual.
La actividad sexual que sale del contexto de un ministerio, se puede comparar con el abuso sexual de un niño, en donde supuestamente la figura adulta, madura y estable, se aprovecha de su autoridad y credibilidad para iniciar o permitir un encuentro sexual con el que es inmaduro y vulnerable. En esos casos, la persona que esta en el ministerio no es la víctima, él o ella son los victimarios. Y por lo que es todavía peor, es porque supuestamente somos personas confiables, por el hecho de ser representantes de Cristo en la vida de esa persona.
Desgraciadamente, en la iglesia hay una tendencia inquietante de culpar a la mujer que entra en una relación adúltera con uno de los líderes. Por lo general, automáticamente se le considera como a una seductora, con tanta o más responsabilidad por lo que le pasó al hombre. Cuando en realidad es al contrario, aunque la mujer también es responsable, la persona que está en la posición de autoridad, es quien quien debe tener o a quien se debe tomar como más responsable.
El ministerio no es solamente una tarea que se debe hacer. Es algo, que se debe considerar sagrado y que se nos ha confiado. El hacer un mal uso de esa misión y violar la confianza que se ha puesto en nosotros, para lograr una conquista sexual o aún una dependencia emocional, es un comportamiento muy deplorable. Cada vez que el pecado sexual de un líder Cristiano se pasa como; “una indiscreción desafortunada que pasó en un momento vulnerable de su vida”, y se evita o se niega la responsabilidad que tiene, estamos enseñando, diciendo a otros que nuestras propias necesidades emocionales o nuestras insuficiencias, puedan de alguna forma disculpar y justificar el enredo inmoral.
¿Por qué los Cristianos Cometen Inmoralidades?
Estamos expuestos al pecado, porque somos pecadores. Mas allá de eso, el ministerio Cristiano activo trae en sí serios peligros, minas terrestres morales que nos pueden destruir, a nosotros, a nuestras familias y a nuestras iglesias. Entre estas minas terrestres, se encuentra la posición de poder e influencia que se vincula con todo ministro. Un maestro de Escuela Dominical o un líder de pequeños grupos de estudio, es visto como una autoridad, y la autoridad siempre trae consigo el poder y la influencia. Entre más prominente sea el ministro, mayor el poder y la influencia. Por ejemplo en el ministerio pastoral, hay una mezcla extraña de adulación del ego y de un criticismo debilitante que nos puede llenar de orgullo o de desesperación.
Como el Señor, los pastores tienden a ser adorados o crucificados, y algunas veces ambas cosas en el mismo día. En este proceso de sube y baja, nuestra perspectiva se tuerce y nuestra resistencia a la tentación baja.
Los que estamos en el ministerio, generalmente tenemos una personalidad que se encuentra centrada en las personas. Nos interesamos en ellas y las escuchamos, y eso, es lo que atrae a otros hacia nosotros y nosotros hacia ellos. Nos torcemos y nos enredamos en las vidas de las personas y algunas veces no en formas muy saludables. Mas de la mitad de los que tienen necesidades emocionales o luchas mentales, van primero con su ministro, pastor o rabino. La mayoría de los pastores son hombres, y sin embargo tanto como el 75 % de los que van a pedirles ayuda son mujeres. Frecuentemente, estas mujeres van precisamente porque tienen profundas necesidades emocionales o grandes vacíos en sus relaciones. Esta situación se complica porque los pastores y las personas laicas por igual, no han sido entrenados o raramente lo son, para que puedan comprender y entender la dinámica sexual involucrada con el ministerio.
Aquellos que están en el ministerio de tiempo completo, frecuentemente hacen sus propios horarios y les falta la responsabilidad hacia otros que hay en la mayoría de los trabajos seculares, creando un aislamiento y permitiendo una gran libertad para proseguir con una relación no saludable. Los principales candidatos para el pecado sexual, son los que se mantienen largas horas fuera de casa, salen en la tarde o ya de noche y viajan frecuentemente. Ya que estas son las mismas características de un buen lider cristiano, esto es lo que los pone mas en demanda pública, y no es de sorprenderse que tantos de los más famosos o más conocidos hayan caído o estén cayendo.
Nuestro extraordinario énfasis en la juventud, en la apariencia exterior y en el éxito logrado, se encuentran entre muchos de los factores que contribuyen al fenómeno de la desorientación durante la mediana edad, cuando creen que su tiempo ya esta pasando y que frecuentemente los llevan al interés extramarital. El hecho de que tantas personas se encuentren involucradas en amoríos, desafortunadamente nos hace pensar que la inmoralidad puede ser una elección más plausible. Las ataduras sociales se han roto, y otras fuerzas, favorables para la inmoralidad las han remplazado. No nos debemos engañar pensando que los Cristianos somos inmunes a cualquiera de estas fuerzas.
Claro que las razones por las que las personas cometen actos de inmoralidad son más que sociales o circunstanciales. Todo pecado es el fruto de un árbol que tiene unas raíces muy profundas. La confesión y el arrepentimiento son la señal del principio de un cambio, pero frecuentemente, todavía queda un largo camino por recorrer y de tratar como se debe, con el problema de las raíces.
Este es uno de los peligros de la filosofía que dice: “perdón por la inmoralidad necesita de un ministerio de restauración.” Muchos hombres y mujeres están siendo restaurados en el ministerio cuando no se ha tratado con el problema de las raíces que los llevó a su inmoralidad. En muchos casos no ha pasado el tiempo suficiente como para establecer una nueva línea de pensamiento y una forma correcta de vida. Estas personas son como una bomba de tiempo que está esperando explotar nuevamente.
¿Es Inevitable la Inmoralidad?
Una mujer me dijo; “Hay tanta inmoralidad entre cristianos ahora, que estoy viviendo con un miedo constante. Se me hace muy difícil trabajar, aún con mis asociados en el ministerio. Les ha pasado a los que yo creía más devotos que yo, por lo tanto, estoy constantemente pensando que me pudiera pasar a mi. Parece que casi es inevitable.” Dios no quiere que seamos vanidosos, pero tampoco quiere que seamos paranoicos. No tenemos que vivir cada día balanceándonos a la orilla de la inmoralidad, o paralizados por el temor de una caída repentina. En el contexto específico de buscar ser sexualmente puro y de resistir la tentación sexual, un hombre sabio le dijo esto a su hijo:
Hijo mío, conserva un juicio justo y discernimiento claro, No permitas que se alejen de tu vista; serán de vida para ti, Un adorno de gracia para tu cuello. Entonces caminarás con seguridad Y tu pie no tropezará; Cuando te acuestes, no temerás; Cuando te duermas, tu sueño será dulce. No temas desastres repentinos, O la ruina que sobrepasa al malo, Porque el Señor será tu confianza Y mantendrá tu pie fuera del resbaladero. (Prov. 3:21-26)
Si diariamente caminamos con Cristo, estando alerta a lo que está pasando en nuestra mente e implementando los pasos de la rectitud y de la sabiduría, entonces podremos seguir nuestro camino “con seguridad” y “sin miedo.” La siguiente sección de este folleto presenta los principios y los pasos prácticos para cultivar la pureza sexual y así poder evitar y resistir la tentación sexual.
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