Eutanasia infantil: si olvida de pedirla, se le recuerda
La palabra «sufrimiento»: el coladero para matar legalmente a niños de cualquier edad en Bélgica
Cualquier gesto de dolor podrá ser interpretado como una petición de eutanasia... es la cultura de la muerte y el descarte
Bélgica ha batido un récord fúnebre: se ha convertido en el primer país del mundo que permite la práctica de la eutanasia también en niños, sin límites de edad.
Así, la vida en Bélgica puede ser eliminada sin solución de continuidad desde la concepción a los 99 años.
La extensión también a los menores y (así se está intentando) a las personas afectas de demencia de la ley del 2002 sobre la eutanasia fue decidida el miércoles por la Comisión Justicia y Asuntos Sociales, con 13 votos a favor y 4 en contra (los cristiano-demócratas francófonos y flamencos y los miembros del partido de extrema derecha flamenco).
Antes de finales de mayo de 2014 el Senado deberá expresar su opinión, pero se da por descontado el resultado y la ley casi ciertamente pasará.
Una ley socialista para matar (más) niños enfermos
La propuesta de ley, nacida en el seno del partido socialista, prevé que los médicos, una vez obtenido el consentimiento de ambos progenitores o de los representantes legales del menor, puedan poner «fin a la vida de un niño cuando éste se encuentre en una situación médica sin salida, en un estado de sufrimiento físico constante e insoportable y que presente una petición de eutanasia».
Además de esto, se pide que esté en un “estadio terminal” de la enfermedad.
El coladero es la palabra "sufrimiento"
En principio el texto preveía que el estado de sufrimiento no fuera sólo físico sino también psíquico, pero esta última circunstancia ha sido omitida.
En realidad se trata de una hoja de parra: porque el sufrimiento, también el generado por un malestar físico, es un estado psíquico y, por tanto, experimentable y mensurable sólo por el sujeto mismo.
Es decir, cualquier patología, aunque leve, podrá ser percibida por el pequeño paciente como “insoportable” y, por tanto, ser motivo suficiente para que los padres pidan la eutanasia.
Además, respecto al requisito que prevé que sea el menor quien solicite morir – menor que no puede comprar un coche, pero que puede decidir acabar con su vida – un equipo de psicólogos y psiquiatras deberán valorar la «capacidad de discernimiento» del menor con la «garantía que lo que exprese sea lo que entiende».
Es obvio que los hermeneutas de la inquietud infantil verán en cualquier inocua mueca de dolor una declarada voluntad de muerte.
Si no pide la muerte...¡se le sugiere!
Sin contar además con el hecho de que a ningún niño le viene a la mente pedir la muerte.
Pero los legisladores belgas han pensado también en esto: el menor deberá ser informado también sobre esta posibilidad. Es evidente que la acción de sugestión sobre un niño es de fácil realización.
Unidad de los líderes religiosos: todos con la vida
A principios de noviembre un comunicado conjunto de los principales líderes religiosos había atacado la propuesta de ley: «La eutanasia de personas vulnerables, niños o personas con demencia es una contradicción radical de su estatus de seres humanos».
La denominada “dulce muerte” es legal en Bélgica desde 2002. El pasado año se ha verificado un aumento notable de las muertes por eutanasia, el 25% respecto al año precedente.
Se ha pasado de las 235 muertes provocadas del primer año de introducción de la ley a los 1.432 del 2012.
Han tenido libre acceso a ella también los detenidos, casi una decena (por otra parte, la cárcel ¿no es un castigo?), y los minusválidos.
Incluso se intenta vender la práctica eutanásica no como si fuera la extrema ratio frente a una situación intolerable, sino como un acto rico de humanidad, propio del buen samaritano.
De hecho, en mayo de este año, algunos médicos belgas presentes en el 21° Congreso de Cirugía Torácica en Birmingham propusieron que se difundiera la eutanasia como práctica útil para conseguir órganos humanos.
No hace falta ni el médico: basta una enfermera
En los trabajos preparatorios de la Comisión parlamentaria han intervenido el Dr. Jan Barnheim, el cual ha informado que también las enfermeras practican ya la eutanasia a los pacientes, Alex Schandeberg de la Euthanasia Prevention Coalition y el prof. Etienne Veermersch, el padre de las leyes sobre el aborto y la eutanasia en Bélgica.
Veermersch – ex seminarista jesuita que apoya una ley sobre la pedofilia – ha dicho que es necesario modificar la ley existente «para permitir la práctica de la eutanasia a los minusválidos» y que «la parálisis da derecho a la eutanasia».
Pide que se abrogue el juramento hipocrático. Y que todos los hospitales, también los católicos, presten servicios abortivos.
Tener hijos es "inmoral"
En un viejo “malthusiano” convencido del beneficio del decrecimiento de la población: «Es absolutamente inmoral que cualquiera pueda tener hijos si quiere».
Propone también un incentivo para quien no tiene hijos: «Premios a las mujeres que se someten a la esterilización»: la llama “coerción leve”.
Está claro que Veermersch ha visto en la propuesta de ampliar la eutanasia a los menores una apetitosa oportunidad de disminuir el número de bocas, aunque sean pequeñas, que este exhausto planeta debe alimentar.
¿Intervención armada? ¡Al menos, de conciencias!
El cardenal Elio Sgreccia, presidente emérito de la Pontificia Academia para la Vida, entrevistado por la Radio Vaticana ha comentado así la aprobación del texto de la comisión parlamentaria: «Es un salto. Un salto abismal, por debajo del nivel de la civilización, de humanidad. […] Si se justifica una intervención humanitaria, también armada, para detener la violación de los derechos humanos, aquí hay que movilizar, al menos, las consciencias».
Y en relación a la verificación por parte de un psicólogo de que el niño sea consciente de lo que está solicitando, el cardenal puntualiza que «quien sea que lo certifique, no puede certificar el derecho a la vida. No he visto nunca que a una persona que está a punto de suicidarse tirándose desde un puente se llame al psicólogo».
El precedente de Holanda: matar hasta los 12
Es comprensible que el desconcierto, no sólo en el ámbito católico, sea grande; pero en el fondo no nos debería asombrar esta decisión de Bélgica, en cierto modo anticipada por Holanda, donde es posible suprimir a los niños hasta los 12 años de edad.
No asombra porque si el único criterio es la calidad de la vida y no el de la intrínseca preciosidad de la persona humana, entonces, por lógica, el criterio de la edad es meramente accesorio.
Si las puertas de la eutanasia para los adultos se pueden abrir siempre que la propia existencia sea percibida como un peso, ¿por qué no ampliar este criterio también a los niños? ¿No sufren estos tanto como los adultos, incluso de manera más aguda que ellos?
Si el dolor promete acompañar a una pequeña criatura toda su vida, ¿no es mejor intervenir lo antes posible para quitarle esa molesta compañía?
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