COMO CONSEGUIR VICTORIAS EN LA ORACIÓN
La batalla de la oración no consiste en rogar a Dios que lo ayude a hacer su voluntad, o en tratar de convencerlo de la magnitud de una necesidad determinada, sino en unirse a Cristo para expulsar y derrotar a Satanás, liberando así a los cautivos de éste. Luchar en la intercesión es avanzar contra las fortalezas del diablo y desalojar y expulsar de ellas a sus fuerzas demoníacas. Satanás es un impostor que no tiene ningún derecho a dominar y esclavizar la vida de aquellos por quienes Cristo murió, ni a atormentar u oprimir a la gente, embaucándola y asustándola para que se someta a él. El diablo ha sido vencido por completo en el Calvario. Comparados con las huestes de Dios, sus malos espíritus son menos en número y enormemente inferiores en poder. Luchar en oración consiste en imponer la victoria de Cristo contra las tretas engañosas de Satanás y de sus asistentes espirituales derrotados.
1. Lance la ofensiva en oración. Dios llamó a Moisés para sacar a Israel de Egipto, no para defender allí a su pueblo; para atacar y derrotar a las naciones enemigas, no para proteger a los israelitas de ellas. A Josué lo mandó a invadir y conquistar Canaán, no a negociar una distensión. Y el Espíritu Santo fue dado en Pentecostés, no para mantener bendecida y cómoda a la iglesia, sino para hacerla invencible. Según Pablo, nuestras armas para la lucha espiritual no son instrumentos defensivos, sino de ataque: "... las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos [de Satanás] y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo" (2 Corintios 10:4,5). Cuando Satanás levanta de repente una montaña de resistencia contra nosotros, no somos llamados a construir un desvío, sino a desafiarlo y a lanzar al mar su montaña (Mateo 17:20). La idea no es que "aguantemos, hasta que Jesús venga a rescatarnos, sino que lancemos un asalto contra las puertas del Hades" (16:18).
Pida a Dios un espíritu militante; solicite de El que le muestre las necesidades específicas por las cuales debe orar; ruéguele por ojos espirituales para ver la ceguera, la esclavitud y la perdición de los inconversos. Pida al Señor que le haga sentir su amor anhelante hacia el pecador; su odio por el pecado que destruye a los hombres; y su pasión por la iglesia, el reino y la cosecha que aguarda.
Solicite de Dios un nuevo gozo y una nueva expectación en la plegaria; una santa osadía para hacer que Cristo triunfe y Satanás sea derrotado. Pida al Señor que le dé una fe mayor, y que pueda ver así su promesa cumplida y al diablo avergonzado. Ruéguele que encienda en su alma un fuego santo mediante el poder del Espíritu; que transforme su oración, de algo débil, en poder que prevalece y en una insistencia apremiante para que la voluntad divina se haga así en la tierra como en el cielo.
Insista en ello con fervor en cuanto a situaciones específicas que Dios ponga en su corazón. Pídale que revista su oración de la autoridad del Calvario, del poder de Pentecostés, y de la omnipotencia de su nombre.
Ha llegado el momento de que el poder milagroso de Dios se revele, sus propósitos se cumplan y sus enemigos sean totalmente derrotados. Es hora de que usted triunfe con Cristo de rodillas. La victoria fue conseguida y asegurada en el Calvario, y Satanás y cada uno de los demonios del Hades saben que la suya es una batalla perdida. En nombre de Cristo: ¡Desenmascare a esos farsantes!
2. Haga todo en el poder del Espíritu. El Espíritu Santo ha venido para representar a Cristo y hacer entrega de la victoria que El ganó en el Calvario. Su papel consiste en derrotar por completo a Satanás delante de usted. [Resista al diablo! Y él huirá de usted, porque el poderoso Espíritu Santo respaldará su fe y la autoridad que Cristo le ha dado (Santiago 4:7): "Vendrá el enemigo como un río, mas el Espíritu de Jehová levantará bandera contra él" (Isaías 59:19b).
Si el Espíritu Santo lo está llenando y guiando en la oración, y usted está invadiendo el territorio enemigo para liberar a los cautivos de Satanás, el Espíritu se encuentra a su lado a fin de revestir sus palabras de la autoridad de Cristo. En la batalla de la intercesión no luchamos solos: el Espíritu Santo está sobre nosotros y ora por medio de nosotros. "Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu" (Efesios 6:18).
3. Resista, ate y eche fuera a Satanás con una fe santa. Permítame darle una palabra de precaución: No se concentre demasiado en el diablo. No deje que su enemigo le absorba, ni esté todo el tiempo hablando de él. Cuando sea necesario resístalo y dele orden de marcharse; pero concentre su mirada en Jesús, quien está sentado en el trono celestial. Recuerde que, por medio de la oración, usted está apresurando el día en que todas las cosas serán puestas bajo los pies de Cristo.
Resista todo signo de actuación satánica y cada ataque que el diablo lance contra un hijo de Dios. Reprenda a Satanás en el nombre de Jesús; dígale que se aparte de usted y de Cristo. Invoque al mismo Señor para que ello increpe (Zacarías 3:1, 2). Jesús vino para destruir la obra del diablo (1 Juan 3:8); por tanto, con la omnipotente fuerza de Dios, ate el tenebroso poder de Satanás en el nombre de Cristo. Y lo que usted ata en la tierra es ratificado, impuesto y atado por el cielo mismo (Mateo 16:19). No se preocupe por la forma en que esto se llevará a cabo: lo único que Jesús ha de hacer es dar la orden. Usted simplemente crea que sucederá y ate al hombre fuerte del Hades (Lucas 11:21). Dios tiene multitudes de poderosos ángeles listos para ayudar a que la palabra de fe que usted ha pronunciado sea obedecida.
Hay situaciones que Satanás controla actualmente y que no cambiarán hasta que usted se lance a la ofensiva y lo eche fuera de ellas. Ciertas personas están esclavizadas por el diablo y no son capaces de liberarse a sí mismas; éstas seguirán en dicha situación a menos que usted u otros hijos de Dios hagan retroceder a las tinieblas, aten a esos poderes demoníacos, y obliguen a Satanás a soltar a sus cautivos.
No tiemble delante del diablo, desafíe su autoridad. No se acobarde si ruge como un león; tome la autoridad del nombre de Jesús y ese león viejo se retirará, huirá arrastrándose como la serpiente antigua que es (Apocalipsis 12:9).
4. Sature su alma de la Palabra de Dios. Ya que usted no sabe nunca cuándo puede alertarlo el Espíritu Santo para una misión especial de oración o de batalla intercesora, es importante que mantenga en todo momento su fuerza espiritual alimentándose de la Palabra de Dios. Nadie puede estar espiritualmente preparado leyendo sólo unos pocos versículos de la Escritura cada día (incluso un capítulo diario supone una dieta espiritual bastante inadecuada). Nada puede sustituir la Palabra de Dios, ni hay libro devocional capaz de reemplazar la lectura de Biblia.
Antes de comenzar cualquier período extenso de oración o batalla intercesora, nútrase abundantemente de la Escritura: "La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios" (Romanos 10:17). Satúrese de esa Palabra.
Durante su lucha en oración, cite o lea las promesas de Dios; de ser posible, utilice una o dos promesas especiales que pueda reclamar para obtener la victoria. Si Dios lo guía a ello, lea esas promesas en voz alta para que el diablo las escuche; y recuerde: el nombre más poderoso de la Biblia es "Jesús". Una y otra vez, Satanás y sus demonios, o los enemigos motivados por dichos demonios, han sido completamente derrotados mediante la utilización del nombre de Jesús; en millones de ocasiones, se han echado fuera demonios con la autoridad de ese nombre.
No conozco una exhortación mejor para la lucha en la oración que Efesios 6:17: "Y tomad ... la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios." El Espíritu Santo respaldará y revestirá de poder el uso que usted haga de la Palabra de Dios en oración. Como ya mencioné anteriormente, quizá usted se sienta guiado incluso a apretar la Biblia contra su corazón, a tomarla en su mano o a poner el dedo en una promesa que está reclamando. Esto no es sino un modo de simbolizar lo que usted está llevando a cabo en la esfera espiritual para derrotar a Satanás mediante la Palabra. Al igual que Jesús se hizo un látigo y echó a los mercaderes del templo, tome usted la Palabra y expulse a cada demonio que esta obstruyendo la voluntad divina y llevando a cabo una acción de retaguardia contra el pueblo de Dios.
5. Eche fuera al diablo con alabanza. De igual manera que en las guerras humanas los soldados emplean cualquier arma que puede ayudarlos a conseguir la victoria, en la lucha espiritual, el Espíritu Santo quizá lo guíe a cambiar su enfoque de la oración de vez en cuando; puede que proporcionándole una fe tal que su boca se llene de alabanza a Dios. Satanás se siente frustrado por la alabanza, ya que teme al nombre de Jesús: ¡Gloria al Señor!
"Regocíjense los santos por su gloria, y canten aun sobre sus camas. Exalten a Dios con sus gargantas, y espadas de dos filos en sus manos ... para aprisionar a sus reyes con grillos, y a sus nobles con cadenas de hierro; para ejecutar en ellos el juicio decretado; gloria será esto para todos sus santos Aleluya" (Salmo 149:5, 6, 8, 9).
Con la Palabra de Dios -la espada de doble filo que tiene en su mano, (Hebreos 4:12)- y con la alabanza del Señor en sus labios, todos los demonios del infierno huirán delante de usted. Así como Dios preparó emboscadas (probablemente por medio de ángeles) cuando los israelitas lo alabaron, al hacerlo usted tal vez El embosque a Satanás.
6. Consiga las oraciones de otros. Existen situaciones espirituales de tanta dificultad que requieren las oraciones de muchos guerreros intercesores de Dios. Esta es la razón por la cual , el Señor dio una promesa especial a aquellos que se ponen de acuerdo para orar (Mateo 18:19). En la oración unida hay un poder adicional.
Pentecostés llegó después de diez días de oración en común por parte de ciento veinte creyentes, y en un día se salvaron tres mil personas (Hechos 1:14). Y fue tras la oración unida de centenares de discípulos que el lugar donde estaban orando tembló, y Dios les concedió gracia, poder y cosecha abundantes (Hechos 4:23-33; 5:12-16). Asimismo, mientras la iglesia de Jerusalén oraba fervientemente, un ángel liberó a Pedro de la cárcel, y por esa misma causa "la palabra del Señor crecía y se multiplicaba" (Hechos 12:24).
Cuanto mayor sea la resistencia espiritual, tanto más difícil le resultará a usted mover las montañas que tiene delante. Si Satanás se halla fuertemente atrincherado, mayor necesidad habrá de conseguir el apoyo de guerreros intercesores para desalojarlo; ello puede requerir una multiplicación de los períodos de oración o un alargamiento de éstos superior al que usted había previsto; pero, tan cierto como que Dios está en el cielo, a su debido tiempo usted segará si no se rinde (Gálatas 6:9).
7. Siga orando hasta derrotar a Satanás. ¿Por cuánto tiempo debería prolongar la lucha en oración? Hasta que tenga lugar la victoria; si fue Dios quien le dio la carga de intercesión inicial, la batalla no es suya, sino del Señor. Si la lucha continúa durante un período de días o meses, usted no siempre tendrá la misma carga de oración, ni dedicará el mismo tiempo a ella; pero puede mantener su compromiso de orar y seguir firme en las promesas de Dios alabándolo por la respuesta que viene.
Mantenga a Satanás bajo la presión de su intercesión. Ocupe su puesto de autoridad con Cristo y afírmese en el poder del nombre de Jesús. Cuando el Espíritu Santo lo guíe y lo capacite para ello, continúe repitiendo los períodos prolongados de oración.
Esa fue la decisión de Isaías: "Por amor de Sion no callaré, y por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que salga como resplandor su justicia, y su salvación se encienda como una antorcha" Isaías 62:1. ¿Cuál fue el mandamiento de Cristo que hizo que los discípulos permanecieran orando en el Aposento Alto? "... quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto Lucas 24:49, . ¿Cuánto tiempo debe seguir orando? ¡Hasta que!
Cuando Dios le da un encargo de oración, considérelo como su responsabilidad sagrada hasta que (1) reciba la respuesta, (2) la situación o la persona sea quitada de en medio, o (3) el Señor levante esa preocupación de orar de su corazón. Si usted sabe que está orando en la voluntad de Dios, puede tener la certeza de que Jesús también lo hace. No rompa su compañerismo con El hasta que la necesidad haya pasado.
¿Durante cuánto tiempo debería usted pedir? Hasta que reciba la respuesta. ¿Y buscar? Hasta que encuentre. ¿Y seguir llamando a la puerta? Hasta que le abran. Permítame repetirlo: Tan cierto como que Dios está en su trono, a su debido tiempo usted segará si no se rinde (Gálatas 6:9). El cielo y la tierra quizá pasen, pero su Palabra jamás pasará o dejará de cumplirse.
Fuente: intercesoresenaccion.
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