Cómo un conejito de peluche sirvió para derribar una red internacional de pederastas
Robert Diduca, hombre casado y padre de tres hijos fue el primero en caer.
Era un juguete inofensivo, un conejito blanco con una camiseta roja. Pero, puesto en uno de los contextos más escalofriantes del mundo, resultó ser una pieza clave para una de las operaciones policiales más grandes contra el tráfico de pornografía infantil en Internet que ha permitido la detención de 43 hombres. El conejo blanco de camiseta roja aparecía en una foto de un niño de 18 meses medio desnudo.
La imagen cayó en manos de la policía cuando Robert Diduca, el mánager de un hotel de la franquicia Sheraton en Milford (Massachusetts, Estados Unidos), se la envió a un agente secreto del FBI en Boston. Diduca, casado y padre de tres hijos, pensaba que el agente sería otro hombre que compartiría su interés por imágenes sexuales de bebés. El error le ha costado la libertad.
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Pero la imagen daba para mucho más que un único arresto y fue, en parte, gracias al conejito. Los agentes federales enviaron la foto a la Interpol, de donde pasó a los ojos de un investigador holandés que enseguida identificó al peluche como Miffy, el protagonista de una serie de libros infantiles de su país. Es más, este hombre vio que el niño de 18 meses sin pantalones llevaba un jersey naranja que vendía una tienda pequeña en Ámsterdam que solo había despachado 20 como ese.
Con esta información, se emitió la imagen en un programa de televisión y, al poco, ya había varios amigos llamando a la madre de la pequeña víctima. Detuvieron al niñero del niño, Robert Mikelsons, de 27 años. Y en su ordenador se encontraron miles y miles de imágenes de niños sufriendo abusos o violaciones, como la del niño con el conejito blanco. La red no era solo cosa de Boston y Ámsterdam.
Era un entramado internacional. Se detuvo a tres docenas de personas más en siete países, entre ellos Canadá, Gran Bretaña, Alemania, Suecia y México. La víctima de más edad fue un holandés de cuatro años. La más joven tenía 19 días. Mikelsons y Diduca han sido condenados a 18 años de cárcel tras confesar, el primero, que había abusado de más de 80 niños.
El conejito de peluche que ayudó en la investigación. (Sekiguchi Co. vía Amazon.com)
Espeluznantes hallazgos
El caso del conejito se fue complicando más y más. Entre los contactos y las conversaciones de chat de Mikelsons encontraron a una persona que fantaseaba continuamente con cocinar a los niños, e incluso tenía imágenes de chavales metidos en ollas en su cocina (ambos niños han sido localizados o están vivos).
La investigación se alimentó de detalles como el del conejo: por ejemplo, los investigadores se pusieron a estudiar uno de los muchos videos en el ordenador de Diduca, en particular uno en el que se veía cómo un adulto violaba a un niño de dos años que estaba maniatado. Vieron que el tipo de mobiliario y de alfombra era idéntico al de un motel de Barkesfield, California. Entonces se fijaron en la televisión, que estaba reponiendo un capítulo de la serie Cosas de casa, y en que la emisión se interrumpía con un anuncio concreto de una marca de bollería. Identificaron qué capítulo era e indagaron cuándo lo emitió una cadena de Barkesfield junto a ese anuncio. El resultado: saber cuándo se había filmado el video. El violador está ahora detenido y esperando ser juzgado.
La pornografía infantil es quizá el lado más oscuro de Internet, sobre todo la relacionada con bebés. Según Carmen Ortiz, la abogada que lidera la acusación a Diduca, la demanda por este tipo de videos e imágenes ha crecido con los años, a medida que los pedófilos pueden conectarse unos con otros y compartir material. "La demanda genera abusos entre los jóvenes. De alguna forma, existe la impresión de que ver pornografía infantil es un crimen sin víctimas. Y no es así".
Fuente: Yahoo! España
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