Este blog rinde honor y alabanza al Dios de nuestra salvación a Jesucristo el Señor.

domingo, 9 de junio de 2024

Que necesitas para entrar al cielo o al infierno

El afán y la ansiedad de los hombres no sirve  Mt. 6.25-34

Jesús dijo a sus discípulos: No os afanéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis.

La vida es más que la comida, y el cuerpo que el vestido. Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen despensa, ni granero, y Dios los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que las aves? ¿Y quién de vosotros podrá con afanarse añadir a su estatura un codo? Pues si no podéis ni aun lo que es menos, ¿por qué os afanáis por lo demás? Considerad los lirios, cómo crecen; no trabajan, ni hilan; mas os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos. Y si así viste Dios la hierba que hoy está en el campo, y mañana es echada al horno, ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe? Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estés en ansiosa inquietud.  Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas.

Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas.

Al cielo no se entra con ninguna pertenencia ni ropa ni dinero, solo llega el alma del hombre  con el espíritu viviente que nunca deja de existir. En la muerte terrenal el cuerpo desaparece y no acompaña a su alma, porque al cielo no puede entrar carne ni sangre humana; allí todo se vuelve espiritual y todos viven de la misma manera como el creador Dios todopoderoso,

Al infierno también se entra solo con el alma viviente, sin cuerpo terrenal, y sin ninguna cosa material, ni ropa ni dinero ni nada perteneciente a su dueño. Porque en ese lugar no continuará la vida sino la muerte eterna aunque también se vive, pero no se cumple ningún propósito ni se realiza tarea alguna, el alma abandona el cuerpo y se va absolutamente vacía y sola.

Para qué y para quién trabajamos tanto, cuando al final todo lo perdemos, la muerte nos quita todo; entonces hay que ocuparse mas del alma que vivirá eternamente.

Reflexiones, hna Noemy

jueves, 6 de junio de 2024

Los infieles según la biblia

La infidelidad no tiene justificación 

Otra vez, leo testimonios de mujeres que dicen, que el hombre que se va con otra mujer necesita un salvavidas, que hay que tenerle paciencia, que él está sufriendo y que la mujer sabia debe orar sin cesar por él y aclara que así es la manera de ver restauración.

Es posible que en casos aislados esto pueda aplicar de alguna medida, pero se alejan de la verdad bíblica y colocan en una posición de víctima al traidor, a quien traiciona y es infiel y desleal y que voluntariamente rompe el pacto matrimonial, casi que se le tiene que tener lastima y consideración es ¿en serio?; es decir, el pobre o la pobre no tuvo otra opción que irse con otra mujer u otro hombre. ¿Así creen que esto es?

Si seguimos victimando a quien traiciona, todos pensaremos que la infidelidad es parte del matrimonio y por eso mucha gente la ve hoy como normal, la aceptan como parte de las bajas del matrimonio, pero la idea original de Dios nunca ha sido esa, él dijo que, el que ama no hace nada indebido (1Corintios 13:5) y quien no ama, no ha conocido a Dios.  (1 Juan 4:8).

Aparte estableció principios como honrar el matrimonio y el lecho sin mancilla, (Hebreos 13:4) esto es, respetar el matrimonio, respetando al cónyuge y guardarse en fidelidad uno al otro, Dios juzgará a quienes cometen adulterio; es decir, para él, la infidelidad es grave para el matrimonio, por eso él quiere que se mantenga puro como debe ser.

No dice, si le traicionas que tu cónyuge te venga a salvar y él o ella debe soportar eso una y otra vez y las veces que sean necesarias, porque él o ella te tiene que tener paciencia. 

No dice, si le traicionas que tu cónyuge te venga a salvar y él o ella debe soportar eso una y otra vez y las veces que sean necesarias, porque él o ella te tiene que tener paciencia. 

¡Eso no enseña la Biblia!

Asumo claramente que quien escribió este testimonio es una mujer, puede ser un bonito testimonio de restauración y se respeta; pero eso no es lo que Dios quiere para cada matrimonio, su deseo es que ningún matrimonio llegue a la infidelidad, ese es el principal mandamiento y es imperativo, no negociable, no opcional, tiene y debe de ser así para quien quiera una relación limpia y esto es para cada matrimonio.

Dios nos ha dado la capacidad de tener dominio propio, lo dice la Biblia, (2 Timoteo 1:7) por eso quien vive traicionando en realidad no ama a su cónyuge y esa es la única verdad, quien es infiel, lo hace de manera consciente porque voluntariamente abrió la puerta que destruiría su matrimonio y familia, nadie le obliga, nadie le pone una pistola en la cabeza, lo hace a sabiendas que está mal e incorrecto.

Recuerde que José el hijo de Jacob, ante la trampa, la astucia y la seducción intensa y a diario de la mujer de Potifar, se mantuvo fiel a Dios y al momento cúspide de estar a un hilo de pecar, decidió salir huyendo,  porque también sabía que antes de fallarle a Potifar, le fallaría a Dios. (Génesis 39:7-12).

La infidelidad siempre será una mala decisión, que pudo haberse evitado, se pudo hacer algo al respecto antes, para no llegar allí, quien comete esto lo contempló primero en su corazón, alimentó ese deseo y lo dejó crecer hasta consumar este terrible pecado.

Por favor, no justifiquemos la infidelidad bajo ningún motivo solamente por mantener una relación, el principio es luchar para que ni uno, ni el otro tengan que pasar por esto, sino guardarse en lealtad solo al cónyuge a quien nunca debemos defraudar.

Si quieres disfrutar del amor, disfrútalo con tu esposa.  ¡Guarda tu amor solo para ella! ¡No se lo des a ninguna otra!  No compartas con nadie el gozo de tu matrimonio. (Proverbios 5:15‭-‬17).

La infidelidad no es exclusiva del hombre, por lo tanto todo aplica para ambos.

Entendamos que la única manera de ver una verdadera restauración es bajo arrepentimiento genuino de quien ofendió, y demuestre con hechos un cambio y que la otra parte pase un necesario proceso de sanidad y ambos estén dispuestos a ser tratados por Dios.