Este blog rinde honor y alabanza al Dios de nuestra salvación a Jesucristo el Señor.

martes, 21 de octubre de 2014

La muerte es muy estimada por Dios

EN MEMORIA DE MI MADRE QUE HA PARTIDO AL DESCANSO ETERNO



“Estimada es a los ojos del Señor la muerte de sus santos”. Salmos 116:15

Este parece un verso un poco raro. ¿Por qué sería la muerte preciosa para Dios? ¿No fue por la maldición de la muerte que entró el pecado en el mundo? Ciertamente Dios odia al pecado, y puedo asegurarles que gentes con la mente sana también odian la muerte. Entonces, ¿por qué sería que la muerte de sus hijos sea estimada por el Señor? Creo que la Biblia da unas razones maravillosas para explicarlo. Echemos un vistazo en algunas:

No habrá más sufrimientos

El sufrimiento es un hecho de la vida. Tanto en enfermedades como en dolencias sufrimos mucho. En las pruebas y tribulaciones, sufrimos emocional y mentalmente. En el pecado, experimentamos sufrimientos espirituales. Nadie es una isla. Por ese motivo, nadie puede estar inmune al sufrimiento. Dice Jesucristo en Juan 16:33: “En el mundo tendréis tribulaciones”.

Tribulaciones o sufrimientos es algo que todos tenemos que soportar tanto los cristianos como los no creyentes. Dice Pablo en II Timoteo 3:12: “Y también todos lo que quieren vivir piadosamente en Cristo padecerán persecución”. En el capitulo anterior el mismo apóstol declara: “Si sufrimos con él, también con él reinaremos”. Pablo otra vez afirma en Romanos 8:17: “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él seamos glorificados”. El apóstol Pedro pone el sufrimiento en un sentido practico cuando escribe en I Pedro 2:21: “Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas”. 

En la muerte, para el hijo de Dios, el sufrimiento ya no existe. En el cielo, la Biblia enseña que ya no habrá sufrimientos. En Apocalipsis 21:4 dice que en el cielo “enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”. Para los que ponen su fe y confianza en Jesucristo para su salvación, la muerte física será el final de todo sufrimiento para siempre. Pero a los que rechazan a Cristo, su sufrimiento, en la muerte, estará apenas iniciando.

En Marcos 16:25, Jesucristo relata una parábola de dos personas. Uno era rico y tenía de lo bueno y de lo mejor. El otro se llamaba Lázaro. Lázaro era un pordiosero que aparte de pedir limosnas sufría enfermedades físicas. Jesucristo dice que ellos eventualmente se murieron. No obstante, el rico, que durante su vida sufrió poco, estaba ahora atormentado por las llamas del infierno. Lázaro, en contraste, estaba consolado. Podemos asegurarnos que en Cristo todo sufrimiento llegará al fin en la muerte.


No habrá más tristezas  

En la vida soportamos mucha tristeza. Nos entristecen las muertes de seres queridos. No hace poco se murió mi papá. Aunque ya fuera muy anciano asimismo su ausencia me entristece. Hace un par de meses murió un joven, hijo de mi primo en Brasil. El vacío que ha dejado ha sido de mucha tristeza para sus padres y amigos. También nos entristecen las enfermedades. Mi esposa trabaja en la Unidad de Cuidados Intensivos en un hospital local y está siempre consolando a personas enfermas y sus parientes.
Pérdidas de empleos y muchas otras experiencias son malas. Cuando estuve en Brasil, hace pocos días, Varig, la más grande aerolínea de América Latina, fue a la bancarrota dejando a miles de personas sin trabajo y sin ingresos. Entre ellos hay varios hermanos de la iglesia que trabajaban para aquella compañía. 

En Juan 14:1 Jesucristo dice palabras de consuelo, al hacer esta promesa: “No se turbe vuestro corazón”. Los apóstoles y discípulos estaban tristes con la noticia de que Cristo les dejaría. Sin embargo, el Señor les promete que jamás les abandonaría y que les enviaría su Espíritu. 

Podemos vivir en paz al saber que en el cielo ya no habrá tristeza. Encontramos otra vez en Apocalipsis 21:4 que en el cielo no habrá “ni tristezas”. En Isaías 35:10 leemos estas palabras proféticas: “Volverán los rescatados del SEÑOR, entrarán en Sión con gritos de júbilo, con alegría eterna sobre sus cabezas. Gozo y alegría alcanzarán, y huirán la tristeza y el gemido”. Isaías 65:29 nos informa que Dios se gozará en su pueblo en el cielo y que ya no habrá ni lloro ni tristezas. Nos gloriamos en Dios que en el cielo ya no sentiremos tristezas.

Hay una canción brasileña titulada “Orfeo del Carnaval”. El coro de la canción dice sencillamente: “Tristeza não tem fim; felicidade sim” (traducido al Castellano no rima, pero sí comunica una realidad: Tristezas no tienen fin; felicidad si). La canción habla de la ilusión del carnaval, de hacer los disfraces, carros alegóricos y de toda la preparación para dicho evento, que es pagano, breve y todo termina tres días después. La anticipación y la preparación que dura casi todo el año, en tres días se esfuma. Nosotros podemos decir lo mismo en cuanto a la Navidad: hay la compra de los regalos, la decoración del árbol, preparación de la cena, etc. Y el día siguiente hay un gran vacío en el corazón de todos; tanta anticipación por tan poco. 
Pero en el cielo no habrá más tristezas, porque las cosas viejas han pasado. La anticipación por el cielo es mayor ya que las bendiciones celestiales jamás terminan.

No habrá más enfermedades  

Llegará un momento en la vida en que todos tendremos enfermedades. Ya sea un resfriado sencillo, o una gripa, o aun algo más serio como enfermedades cardiacas o cáncer. Todos pasamos por enfermedades. Desde que el pecado entró en el mundo, en la época de Adán y Eva, todos tenemos la maldición de las enfermedades hasta que alguna de ellas nos llevará a la muerte. La Biblia dice que todos moriremos. Sin embargo, la muerte para el cristiano es la graduación hacia la gloria. Por eso que leemos en la Biblia, al morir un creyente, que en vez de morir, las Escrituras dicen “dormir”. Nuestros antepasados cristianos al dar el ultimo suspiro “durmieron”.

En su Palabra, el Señor nos obsequia otra esperanza consoladora. En Apocalipsis 21:4, dice que en el cielo ya “no habrá más muertes”.  Jesucristo probó con su resurrección que la muerte ya no tiene poder sobre el ser humano. El mismo poder que resucitó a Cristo también resucitará a nosotros. Al escribir la primera carta a los Corintios, el apóstol Pablo afirma: “54Pero cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: DEVORADA HA SIDO LA MUERTE en victoria. 55¿DONDE ESTA, OH MUERTE, TU VICTORIA? ¿DONDE, OH SEPULCRO, TU AGUIJON? 56El aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado es la ley; 57pero a Dios gracias, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. (15:54-57)

La muerte ya no será victoriosa. La muerte perderá su poder; será tragada. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16) En el cielo ya no habrá otra enfermedad ni otra muerte. Somos victoriosos sobre la muerte no porque somos personas buenas, sino por los meritos de Jesucristo.

No habrá más separaciones

La Biblia dice que cuando estemos ausentes del cuerpo, estaremos presentes con el Señor. Es maravilloso y consolador saber que, como hijos de Dios, el momento en que cerramos los ojos en la muerte, seremos instantáneamente transportados a la presencia de Dios. Podemos asegurarnos de eso al leer la historia del rico y Lázaro. En Lucas 16:22 leemos que al morir Lázaro le llevaron ángeles al ceno de Abraham, el lugar más codiciado por los judíos. En Juan 14:3 Jesucristo explica la razón porque nuestro corazón no debe preocuparse. Él afirma: “3Y si me voy y preparo un lugar para vosotros, vendré otra vez y os tomaré conmigo; para que donde yo estoy, allí estéis también vosotros”.

Parece interesante que al escribir del nuevo cielo y de la nueva tierra en Apocalipsis, Juan afirma que ya no habrá más el océano. Seguramente podemos adivinar que no habrá mares ni lagos en el cielo, pero creo que Juan estaba mencionando algo de su anhelo por sus hermanos y amigos al mencionar eso. Sabemos que Juan, por la persecución del gobierno romano estaba exiliado en la isla de Patmos, en la Grecia. Aquella isla era una especie del Alcatraz europeo de la época, un lugar horrible, colonia romana adonde enviaban a los indeseables. Para Juan el mar Egeo le separaba de sus seres queridos. Por lo tanto, un cielo ideal para Juan no tenía mar. En el cielo de Dios no habrá nada que pueda separarnos de nuestra comunión con Jesucristo. 

Es fácil identificarse con ese punto sobretodo alguien que un día decidió dejar su país y empezar la vida en otro muy distante. Mi historia y la de mi esposa es semejante a la de mucha gente que ha inmigrado. Hay miles de kilómetros de distancia entre nosotros y los seres queridos que viven en otro país. Por fortuna, estuve presente en el funeral de mi mamá, pero el de mi papá no me fue posible estar por la larga distancia entre adonde vivimos y el donde vivían ellos. 

Hay muchos inmigrantes, como hay los que están planeando salir de su país. Les puedo asegurar que el cambio les podrá beneficiar materialmente hablando. Podrán tener un carro, una casita, nevera, etc. Sin embargo, sentirán un gran dolor, un gran vacío de la separación al dejar sus parientes y amigos en su país de origen.

Puntos a ponderar:  

Aunque sea algo que muchos temen, la muerte física de los hijos de Dios es estimada por él. ¿Has pensado en esto? ¿Has pensado que en el hecho de que algún día también morirás? Creo que necesitas pensarlo. Así al venir la muerte estarás preparado. ¿Estás preparado?  ¿Has aceptado a Cristo como tu salvador y señor? Si no, entonces no estás preparado adecuadamente para tu encuentro con la muerte. Pablo dice que todos moriremos y que después de la muerte viene el juicio. Dicen en los Estados Unidos en tono de broma, ya que es país conocido por sus altos impuestos, que hay dos cosas ciertas en la vida: la muerte y los impuestos. Sin embargo, la Biblia está de acuerdo que hay dos cosas ciertas y que una de ellas es la muerte y que la otra no es impuestos, sino el juicio. Podemos garantizarte que tendrás que enfrentarte a la muerte y también al juicio. ¿Estás preparado? 

Fuente: sites.google.com