Este blog rinde honor y alabanza al Dios de nuestra salvación a Jesucristo el Señor.

miércoles, 20 de noviembre de 2024

Libranos del mal

El Pecado vive Disfrazado

El pecado vive disfrazado, por eso es tan difícil de reconocer. El hecho de que el pecado se vea tan bueno es una de las cosas que lo hace tan malo. Para poder hacer su obra de maldad, debe presentarse como cualquier cosa, menos como algo malo. La vida en un mundo caído es como asistir a una gran fiesta de disfraces.

Gritería en impaciencia--- se viste con el disfraz de celo por la verdad.

La lascivia--- se puede disfrazar de amor por la belleza.

El chisme... obra su maldad viviendo en el disfraz de sincera preocupación y oración.

El deseo de poder y control--- usa la máscara de liderazgo bíblico.

El temor a los hombres--- se viste de corazón de siervo.

El orgullo de siempre tener la razón--- se enmascara de amor por sabiduría bíblica.

El mal simplemente no se presenta a si mismo como malo, esto es parte de su encanto.

Nunca podrás entender las artimañas del pecado hasta que reconozcas que el ADN del pecado es el engaño. Lo que esto significa de manera personal es que como pecadores somos auto-engañadores comprometidos y dotados en el área. Le digo a la gente frecuentemente que nadie tiene más influencia en sus vidas que ellos mismos porque nadie les habla más que ellos mismos. Somos muy hábiles en ver nuestro mal y llamarlo bueno. Somos mucho mejores viendo el pecado, las debilidades y faltas de los demás. Somos muy buenos en ser intolerantes con otros en las mismas cosas que toleramos en nosotros. El punto es que el pecado nos lleva a que no nos veamos ni nos escuchemos correctamente. Y no solo tendemos a ser ciegos, sino que peor aun, tendemos a ser ciegos con respecto a nuestra ceguera.

¿Qué quiere decir todo esto? Significa que una auto-evaluación correcta es el producto de la gracia. Solo en el espejo de la Palabra de Dios y con la visión que el Espíritu Santo imparte, puedo verme como realmente soy. En esos dolorosos momentos cuando nos vemos correctamente, podríamos sentirnos como si no fuésemos amados, pero eso es exactamente lo que está sucediendo. El Dios que nos ama tanto como para sacrificar a su Hijo para nuestra redención, obra para que nos veamos con claridad, para que no caigamos en la falsa ilusión de nuestra propia justicia y con un sentido humilde de nuestra necesidad personal, busquemos los recursos de la gracia que solo pueden hallarse en él.

Fuente: dioscentrico.blogspot

miércoles, 30 de octubre de 2024

Jesús sanaba a los que necesitaban ser curados

El poder sanador del Señor Jesucristo… está a nuestro alcance para toda aflicción de la vida terrenal.

El Salvador dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). Muchas personas llevan cargas pesadas. Algunas han perdido a un ser querido o deben cuidar de un discapacitado; algunas han sufrido un divorcio; otras ansían un matrimonio eterno; algunas se encuentran atrapadas en las garras de las sustancias o prácticas adictivas como el alcohol, el tabaco, las drogas o la pornografía; otras tienen severas discapacidades físicas o mentales. Algunas se enfrentan a la atracción hacia personas del mismo sexo; otras experimentan terribles sentimientos de depresión o ineptitud. De una manera u otra, muchos llevan pesadas cargas.

Nuestro Salvador nos extiende a todos esta amorosa invitación: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.

Las Escrituras contienen innumerables relatos donde el Salvador sanó a los que llevaban cargas pesadas; Él hizo que el ciego viera, que el sordo oyera; que el paralítico, el atrofiado o el mutilado fuesen restablecidos; que los leprosos fuesen limpiados y que los espíritus inmundos fuesen echados. Con frecuencia leemos que la persona a la que se curó de esas dolencias físicas era “sanada”

Jesús sanó a muchas personas de enfermedades físicas, pero no negó la curación a aquellos que buscaban ser “sanados” de otros padecimientos. Mateo escribe que Cristo sanaba toda enfermedad y toda dolencia entre los del pueblo. Esas curaciones ciertamente incluían a aquellos cuyas enfermedades eran emocionales, mentales o espirituales. Él los sanaba a todos.

En uno de sus primeros sermones en la sinagoga, Jesús leyó en voz alta de esta profecía de Isaías: “…Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos . Al declarar que había venido a cumplir esa profecía, Jesús afirmó, específicamente, que curaría a los que tuviesen dolencias físicas y que también liberaría a los cautivos y a los oprimidos, y que sanaría a los desconsolados.

El Evangelio según Lucas contiene muchos ejemplos de ese ministerio. Relata la ocasión en que “se reunía mucha gente para oírle, y para que les sanase de sus enfermedades. En otras oportunidades, indica que Jesús “sanó a muchos de enfermedades”  y que “sanaba a los que necesitaban ser curados” (Lucas 9:11). También describe cómo una gran multitud de personas de Judea, de Jerusalén y de la costa de Sidón vino a un lugar llano “para oírle y para ser sanados” (Lucas 6:17).

viernes, 18 de octubre de 2024

La causa de los pecados sexuales.

Pablo había estado argumentando que quienes se han convertido al cristianismo deben mostrar una vida transformada por Cristo. Su enfoque debe estar en el cielo y no en la tierra (Colosenses 3:2). Como resultado, deben considerarse muertos a los pecados.

" Por tanto, consideren los miembros de su cuerpo terrenal como muertos a la inmoralidad, la impureza, las pasiones desordenadas, los malos deseos y la avaricia, que es idolatría. Porque es por causa de estas cosas que la ira de Dios vendrá sobre los hijos de desobediencia, en los cuales ustedes también anduvieron en otro tiempo cuando vivían en ellos ” (Colosenses 3:5-7).

Para ilustrarlo, Pablo comienza con el pecado de fornicación . La NASB traduce mal la palabra griega comenzando como “inmoralidad”. “Inmoralidad” es un término demasiado amplio. La palabra significa estar involucrado en actos sexuales con otra persona cuando las dos personas no están casadas entre sí. Incluiría actos realizados antes del matrimonio o actos de adulterio cuando una persona está casada con otra. Si bien el mundo está perdiendo su brújula moral, todavía es común encontrar personas que se dan cuenta de que los actos sexuales fuera del matrimonio están mal. Sin embargo, incluso aquellos que permitirán que esté mal hablarán de cómo la fornicación “simplemente les sucedió” en un momento dado. Se dejaron llevar por el momento, no querían que las cosas llegaran tan lejos, pero ahora les preocupa que puedan haber concebido un niño.

Pero no fue un accidente fortuito. Las cosas condujeron al momento de la relación sexual. Pablo describe con su siguiente término: impureza o inmundicia (dependiendo de la traducción). El término se refiere a acciones que son lo opuesto a la santidad. Porque no nos llama Dios a la impureza, sino a la santificación. (4 Tesalonicenses 7:7). Estos son actos que no asociarías con una persona que ha sido separada por Dios para un propósito santo. En el ámbito de la sexualidad, la inmundicia incluye en las que dos personas actúan como animales, estimulando su deseo sexual mediante toques inapropiados.

Las acciones impuras conducen naturalmente a la fornicación porque así fue como Dios diseñó el cuerpo humano. Pero ese diseño fue para que ocurriera en el matrimonio, no fuera de él. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. Si tu intención no es participar en la fornicación, entonces no debes participar en lo que conduce a la fornicación.

Sin embargo, debemos considerar por qué las personas deciden actuar sin restricciones con alguien con quien no están casadas”. Pasión ” se refiere a las cosas lujuriosas que una persona observa y que despiertan el deseo sexual. Estas pueden ser las cosas a las que las personas se refieren como sus detonantes. Pueden ser visuales o verbales, como ver una parte del cuerpo de una persona o la atención que otra persona les brinda. Estos detonantes empujan a la persona a la excitación ya pensar en cosas sexuales. Debido a que la excitación se siente bien, las personas adquieren el hábito de buscar la pasión, como mirar pornografía, especialmente en momentos de estrés o depresión. La pasión se convierte en una distracción, pero también es una trampa.

Sin embargo, el problema de la lujuria no es sólo externo. Tiene su raíz en un problema interno. deseo de pecado . " Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, las fornicaciones, los hurtos, los homicidios, los adulterios, las avaricias, las maldades, el engaño, la sensualidad, la envidia, la calumnia, la soberbia y la insensatez. Todas estas maldades salen de dentro y contaminan al hombre. ” (Marcos 7:21-23). la impureza, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos ” (Romanos 1:24).

Sin embargo, Pablo va un paso más allá. Detrás de todo esto hay un problema muy básico: la avaricia o la codicia. Generalmente pensamos en la codicia como un deseo de dinero u otras cosas mundanas, pero puede estar relacionada con el sexo. No codiciarás la mujer de tu prójimo ” (Éxodo 20:17). La gente en el mundo se entrega a querer más y no importa cómo obtener esas cosas. “ Ellos, habiéndose vuelto insensibles, se han entregado a la sensualidad para la práctica de toda clase de impurezas con avidez. (Efesios 4:17).

Lo que quiero, lo que deseo, se convierte en el eje central de todas mis decisiones. Se convierte en mi dios, que dirige mi vida. Es mi dios, que he creado a mi propia imagen.

Así, ahora tenemos la visión para librarnos a nosotros mismos y a los demás de los pecados sexuales. Comienza reconociendo que Dios tiene el control de mi vida. Estoy aquí para servir a Dios y no a mis propios deseos (Eclesiastés 12:13-14). Debo amar a Dios y a mi prójimo, lo que significa que no puedo permitir que mis deseos me lleven a dañar a mi prójimo.

Conquista la codicia dentro de ti y los pasos sucesivos hacia los pecados sexuales se desmoronarán.

Fuente: lavistachurchofchrist

miércoles, 9 de octubre de 2024

Sufrimos juntos---Compasión

La compasión debe ser sentimiento esencial de aquellos que se dicen seguidores de Jesucristo. 

La palabra compasión significa “sufrir juntos” y es un sentimiento que se manifiesta al percibir y comprender el sufrimiento de los demás y, por lo tanto, produce el deseo de aliviar, reducir o eliminar este sufrimiento. Al ver las noticias, caminar por las calles o simplemente al conversar con personas a nuestro alrededor es fácil darse cuenta que muchas personas están sufriendo por diferentes circunstancias. La tendencia natural y tristemente común incluso en muchos de aquellos que se dicen cristianos es juzgar a los demás y asumir que sus circunstancias negativas son consecuencia de sus malas decisiones. Es fácil amar a los que nos aman y preocuparnos por aquellos que son cercanos a nosotros, pero una marca central de Jesús y sus seguidores debe ser amar y tener compasión por todos sin importar quienes son o qué han hecho.

Sé que las afirmaciones anteriores pueden sonar fuertes por lo que es importante dar el sustento a mis palabras. La Biblia afirma claramente que el Dios del universo es compasivo y misericordioso (Isaías 54:8; Santiago 5.11). Nuestro Señor Jesucristo tuvo compasión por las personas a su alrededor (Mateo 9:36; 14:14; 15:32; Marcos 6:34; 8:2). Por lo tanto, como cristianos todos tenemos un llamado a ser compasivos con los demás (1 Pedro 3:8). Así que, la compasión es una marca central de los creyentes y una prueba inequívoca que muestra que realmente amamos a Dios y a nuestro prójimo.

El ambiente a nuestro alrededor es de confrontación y contienda por diversos temas sociales como migración, raza, posturas políticas y situación económica. Nuestra sociedad está dividida en estos y otros temas que nos llevan a diferenciar entre “nosotros” y los “demás”. En este ambiente de posturas divergentes lo natural es criticar a los otros y anticipar y celebrar su desdicha. Quizá usted como yo ya está cansado de vivir en este clima hostil que las redes sociales han magnificado grandemente. Muchos han perdido amigos y muchas relaciones familiares se han fracturado en los últimos meses como consecuencia del contexto social en el que vivimos.

Lo que no deja de sorprenderme y lo que motivó este pequeño artículo es encontrarme con frecuencia con posturas radicales y sin compasión de muchas personas que conozco y que sé son cristianos. Ver o leer su falta de compasión por los demás me rompe el corazón, pero también me ha hecho reflexionar sobre mis propias actitudes hacia aquellos que no piensan igual que yo. ¿Veo a los demás con los ojos de Jesús? ¿Amo a mi prójimo como a mí mismo? Si solamente amo a los que me aman o piensan igual a mí, entonces soy como cualquiera, pero no me comporto como un verdadero seguidor de Cristo (Mateo 5: 43-48).

Ser compasivo no significa estar de acuerdo o aprobar las decisiones de los demás. Evidentemente no todas las posturas son correctas y en ocasiones uno debe ser firme al defender los valores esenciales de los seres humanos. Pero lo que sí es claro es que nuestras palabras y actitudes deben ser hechas con gracia y nuestra actitud hacia los demás debe ser llena de compasión. Cuando nos ponemos en los zapatos de los demás podemos soportar sus cargas y así realmente cumplir la ley de Cristo (Gálatas 6:2).

Fuente: https://www.biola.edu/blogs

lunes, 7 de octubre de 2024

El maltrato animal y la crueldad humana

El justo cuida de la vida de su bestia;  Mas el corazón de los impíos es cruel. Prov. 12:10

“Perdonen si empiezo con una confidencia personal: yo, que soy contrario a los toros, entiendo de toros. Durante años, cuando me recogieron en Zaragoza durante la posguerra, traté casi diariamente con don Celestino Martín, que era el empresario de la plaza. Eso me permitió conocer a los grandes de la época: Jaime Noain, El Estudiante, Rafaelillo, Nicanor Villalta. Me permitió conocer también, a mi pesar, el mundo del toro: las palizas con sacos de arena al animal prisionero para quebrantarlo, los largos ayunos sustituidos poco antes de la fiesta por una comida excesiva para que el toro se sintiera cansado, la técnica de hacerle dar con la capa varias vueltas al ruedo para agotarlo... Si algún lector va a la plaza, le ruego observe el agotamiento del animal y cómo respira. Y eso antes de empezar.

Vi las puyas, las tuve en la mano, las sentí. El que pague por ver cómo a un ser vivo y noble le clavan eso debería pedir perdón a su conciencia y pedir perdón a Dios. ¿Quién es capaz de decir que eso no destroza? ¿Quién es capaz de decir que eso no causa dolor? Pero, claro, el torero, es decir, el artista necesita protegerse. La pica le rompe al toro los músculos del cuello, y a partir de entonces el animal no puede girar la cabeza y sólo logra embestir de frente. Así el famoso sabe por dónde van a pasar los cuernos y arrimarse después como un héroe, manchándose con la sangre del lomo del animal a mayor gloria de su valentía y su arte.

Me di cuenta, en mi ingenuidad de muchacho (los ingenuos ven la verdad), de que el toro era el único inocente que había en la plaza, que sólo buscaba una salida al ruedo del suplicio, tanto que a veces, en su desesperación, se lanzaba al tendido. Lo vi sufrir estocadas y estocadas, porque casi nunca se le mata a la primera, y ha quedado en mi memoria un pobre toro gimiendo en el centro de la plaza, con el estoque a medio clavar, pidiendo una piedad inútil. ¡El animal estaba pidiendo piedad...! Eso ha quedado en la memoria secreta que todos tenemos, mi memoria del llanto.

Y en esa memoria del llanto está el horror de las banderillas negras. A un pobre animal manso le clavaron esas varas con explosivos que le hacían saltar a pedazos la carne. Y la gente pagaba por verlo.

El que acude a la plaza debería hacer uso de ese sentido de la igualdad que todos tenemos y darse cuenta de que va a ver un juego de muerte y tortura con un solo perdedor: el animal. El peligro del toreo, además de inmoral como espectáculo, es efectista, y si no lo fuera, si encima pagáramos para ver morir a un hombre, faltarían manos y leyes para prohibir la fiesta.

Gente docta me dice: te equivocas. Esto es una tradición. Cierto. Pero gente docta me recuerda: teníamos la tradición de quemar vivos a los herejes en la plaza pública, la de ejecutar a garrote ante toda una ciudad, la de la esclavitud, la de la educación a palos. Todas esas tradiciones las hemos ido eliminando a base de leyes, cultura y valores humanos. ¿No habrá una ley para prohibir esa última tortura, por la cual además pagamos?

Perdonen a este viejo periodista que aún sabe mirar a los ojos de un animal y no ha perdido la memoria del llanto."

Fuente: Francisco Gonzalez, periodista y escritor español