Este blog rinde honor y alabanza al Dios de nuestra salvación a Jesucristo el Señor.

domingo, 2 de febrero de 2020

Fui llevada a la presencia del Señor hna Noemy

Una experiencia maravillosa con Jesús



Estaba buscando al Señor intensamente en oración y en ayuno, y comencé a tener muchas revelaciones y experiencias sobrenaturales que impactaron mi vida. En la oración era muy fuerte la presencia de Dios y su Espíritu me llenaba. La biblia la estudiaba todos los días. Grande fue el día en que tuvo lugar esta preciosa experiencia de mi Dios.

El profeta Isaías cuando vio la gloria de Dios lo dijo

"Vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria”. Amen, amen.  Isaías 1:1-3

Y Moisés y el pueblo de Israel contemplaron su gloria,
"Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en fuego, y el humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía en gran manera"  Éxodo 19:18 

En el amanecer fui llevada a la presencia de mi Dios. 

Aparecí en el cielo en medio del espacio, y allí todo estaba oscuro.  Al frente de mi, había una linea de montes muy altos, y hacia  el norte había una montaña aún mas grande. De repente en esa gran montaña empezaron a brotar pequeños fuegos  por todos lados y cada vez iban apareciendo mas y mas. Luego se llenó totalmente de una gran humareda, y toda la montaña ardía en fuego; y desde atrás y hacia todos lados, salían rayos y relámpagos y un gran resplandor de luz.

Estaba impresionada, sabía que algo grande iba a ocurrir.  En ese momento la montaña se comenzó  a mover hacia el lado lentamente, y mientras iba saliendo, se aumentaban los  rayos y relámpagos y había mucha luz, hasta que la montaña se salió y desapareció.

Ahora el fulgor de luz era aun mayor y en ese mismo momento en medio de todo el fulgor apareció la imponente e impactante figura de aquel Ser maravilloso que iluminó todo el firmamento.  Allí al frente de mis ojos estaba la persona mas sublime y mas hermosa de todo el universo. Jesús de Nazaret.

Mi alma lo amaba. Yo sentía su presencia en todo mi ser, pero no podía hablar; permanecí en silencio contemplando su hermosura. Estaba impactada. Una emoción y una paz muy grande llenaban mi alma. Y solo podía decir ¡es el Señor! ¡es el Señor todopoderoso! ¡es Jesús mi Señor! 

Al principio la montaña se veía muy lejos pero cuando el Señor  apareció  estaba muy cerca a la vez. Ahora me encontraba en la misma presencia de Dios, gozo y paz recibía de él, pero yo quería mirarlo, y el Señor lo permitió. En ese momento mi cabeza se inclinó y luego lentamente comencé a mirar al Señor, estaba todo vestido de blanco, le miré desde abajo hacia arriba. El Señor Jesús era muy alto, lo primero que vi fueron sus pies y sus vestiduras, sus vestidos eran como faldas largas  hasta los pies; eran de un blanco total radiante nunca visto en la tierra. Sus vestiduras reflejaban  una santidad muy grande, y de todo  su ser fluía esa santidad. Vi  toda su vestidura hasta los hombros, sus hombros eran fuertes y sobre ellos tenía sus cabellos.  

Luego miré su rostro y quedé maravillada. 

Jesús era muy joven y tenía rostro de un hombre. Parecía como de 25 a 30 años; y su rostro era semejante a la de los hombres judíos. Su cara era brillante como ungido con aceite y no tenía manchas ni arrugas ni barba ni cosa alguna. Sobre su cabeza brotaba una gran humildad. Cuando miré sus ojos quedé atónita, sus ojos eran como  llamas de fuego, y de ellos emanaba un poderoso amor que inundaba todo mi ser.

Sus ojos no eran como los de los hombres, eran luz y amor. 

El Señor me miraba directamente a los ojos. Sus ojos estaban llenos de amor.

Mientras miraba al Señor seguía fluyendo ese poderoso amor, y con sus ojos el me decía que me amaba, yo no oía su voz pero sabía que el me decía ¡te amo, te amo tanto! Yo solo quería continuar con el, no tenía presente la vida de la tierra, era como si todo hubiera pasado, fue  entonces  cuando recordé la gran palabra del Señor y supe cuan grande era el amor de Dios para con todos aunque el mundo no lo sabía. Ahora entendía muy bien Juan 3:16 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda sino que tenga vida eterna”  Me maravillé.

En ese momento me acordé de toda la gente de la tierra, que no conocían el amor de Dios, ni tampoco al Señor y un deseo muy fuerte comencé a sentir en mi corazón, quería ir por todo el mundo y predicar el evangelio a toda criatura, anunciar que Cristo vive y reina por los siglos de los siglos, y que pronto viene en busca de su pueblo.

No supe cuanto tiempo pasé allí, el Señor estaba maravilloso, lleno de gloria y de poder. Yo quería continuar en su presencia, pero  al instante mi vida estaba en la realidad.
Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el todopoderoso.  Apocalípsis 1:8  Amen

Adm