Este blog rinde honor y alabanza al Dios de nuestra salvación a Jesucristo el Señor.

sábado, 21 de noviembre de 2020

¿QUÉ PUEDES HACER CUANDO TU PAREJA SE MARCHA?

El dolor de separarse

Si tu pareja se acaba de marchar-- o te ha dicho que te vayas-- lo más probable es que estás experimentando momentos de gran turbulencia en tu mente y tu corazón. Surgen muchísimas preguntas: ¿Qué debo hacer? ¿Cómo debo reaccionar? ¿Podemos ser reconciliados? ¿Pero cómo?

No es un tiempo fácil para ti; tampoco hay respuestas fáciles para tu dilema. Sin embargo, Dios se dedica a la reconciliación; lo hace todos los días. Por eso, él sabe la manera de reconciliar tu matrimonio. Él ha mostrado en su palabra los métodos y los principios que tú necesitas. Si abres tu corazón a sus consejos, el proceso de reconciliación puede comenzar. Éste puede ser un tiempo de grandes cambios y restauración en tu vida y tu matrimonio, si tú te sujetas a su plan. ¿Qué debes hacer?

1. Examinate. Es el primero y más importante paso a tomar. En lugar de concentrarte en los fracasos y defectos de tu pareja, concéntrate en tus propios errores. Así dijo Jesús a sus discípulos que hicieran cuando se vieran involucrados en un conflicto, y sintieran el deseo de criticar a otros. Les dijo, “Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano” (Mateo 7:5). No puedes ver correctamente los conflictos en tu matrimonio hasta que tomes este paso. No es fácil examinarnos a nosotros mismos, pero si la reconciliación es la meta, es indispensable hacerlo. ¿Cuáles son tus defectos? ¿Cómo han contribuído a este desastre? ¿Qué has hecho o dicho que ha apagado el amor entre ustedes? ¿O qué has dejado de hacer? Sugiero que apuntes en un papel estos defectos de tu actitud, conducta, o forma de expresarte. Esta lista te ayudará en varias maneras. Primero, te ayudará a pedirle a Dios específicamente que te ayude a cambiar estos defectos. También, te ayudará a recordar qué cosas necesitas reconocer y confesar a tu pareja.

El examinarse a ti mismo, y luego confesar tus errores, son las dos formas más directas para lograr la reconciliación. Si reconoces y confiesas tus defectos, entonces tu pareja no necesita perder tiempo haciéndote ver en qué formas tú has fracasado. Si ustedes dos actúan así, la reconciliación se logra mucho más fácilmente. Por eso, pídele a Dios que te ayude a usar la verdad en lo íntimo para identificar tus propios defectos.

2. No te endurezcas más. La dureza del corazón es la causa principal del fracaso de tu matrimonio. Jesús dijo que el corazón endurecido es lo que destruye los matrimonios. Explicó a sus discípulos que era solamente “por la dureza de sus corazones” que Moisés dio instrucciones acerca de divorcio (Mateo 19:8). Este endurecimiento ha resultado porque ustedes no han seguido los mandamientos de Dios acerca de reconciliarse y buscar soluciones duraderas a los problemas y conflictos que surgen de tiempo a tiempo en la vida matrimonial. Estos conflictos y problemas, por haber quedado pendientes, se han ido amontonando, trayendo consigo este endurecimiento, y así han destruído la intimidad con tu pareja y con Cristo. Por eso, arregla ahora mismo este asunto de tu corazón. Pide a Dios que te dé convicción y que ablande tu corazón para que tú deseches tu rencor, enojo, y orgullo, y que despierte nuevamente en ti el deseo de esforzarte para restaurar tu matrimonio. Pídele que te dé humildad y quebranto al ver tus faltas y fracasos. Pídele que te dé el deseo de hacer lo que él requiere para restaurar tu matrimonio. ¿Cómo puedes tener un corazón humilde y contrito?

3. Renueva tu relación con el Señor. Cuando ya reconozcas tus faltas y te humillas ante Dios, tienes que buscar al Único que puede cambiar tu corazón y, por lo tanto, tu conducta. Necesitas entender que todo problema matrimonial es primeramente un problema espiritual. Cuando existe falta de amor, falta de sacrificio, falta de comunicación, falta de perdón, o falta de comprensión, entonces también existe un problema básico en tu relación con Cristo. Claro, todos flaqueamos a veces de alguna manera, pero cuando existe una deficiencia constante sin reconciliación, es porque existe una falla fundamental en tu relación con Cristo. Puede ser porque tú no ves tus propios defectos, o puede ser porque de alguna manera no has obedecido a Dios. Por eso, para poder lograr cambios permanentes y poder así corregir las deficiencias en tu vida, necesita haber una restauración y una profundidad en tu relación de amor con Cristo. Al renovar tu relación con Cristo, recibirás el poder que necesitas para cambiar tu vida. Solamente el Espíritu Santo puede transformar a una persona a la imagen de Cristo (2 Corintios 3:18). Al rendirte a él diariamente, él moldeará tus actitudes y tu comportamiento hasta que reflejan su carácter. Amados, no traten de cambiarse por pura fuerza de voluntad. Necesitas pedirle a Dios, y presentarte a él, y tu Padre celestial te dará la fuerza interna de su Espíritu (Lucas 11:13). ¿Por qué no se lo pides hoy mismo?

4. No causes más conflictos. Si en verdad quieres reconciliarte con tu pareja, uno de los pasos más importantes es decidir no causar más conflictos mientras todavía están separados. Aún estando ustedes separados, los conflictos pueden seguir surgiendo. Es un gran error. Esto significa que ya no debes estar presentando nuevas demandas, imponiendo tu voluntad a la fuerza, o en otras formas presionándole. Porque si haces tales cosas, tu pareja se preguntará si en verdad será posible o sincera la reconciliación. Si tú causas conflictos adicionales, es indicación que nada ha cambiado en tu vida, y que cualquier intento de reconciliarse sería sin fruto. Sin embargo, yo estoy convencido de que los conflictos cesarán si cada individuo está examinando su propio corazón ante Dios. Cuando reconoces tu propia culpa y comienzas a corregir la dureza de tu corazón, el fruto natural es el deseo de reconciliarte. Como consecuencia natural, quieres terminar de pelear. Acuérdate del consejo de Salomón, “Deja la contienda antes que se enrede” (Proverbios 17:14). Ten por cierto que la gracia de Dios es suficiente para fortalecerte para poder controlar tu enojo y tu lengua (2 Corintios 12:9).

5. Empieza a hacer cambios en tu vida. Mientras buscas reconciliarte con tu pareja, toma la iniciativa y comienza a cambiar tus defectos. Vuelve a consultar la lista que hiciste, y escoge el punto más conflictivo entre ustedes. Ponte a estudiar lo que enseñan la palabra de Dios acerca de ese punto, y aprende todo lo que puedas acerca de lo que Dios requiere de ti. Si no sabes cómo investigar el tema, pide ayuda de alguien que conoce la Biblia. Luego pídele a Dios que te dé entendimiento para aplicar estas verdades a tu vida. Continúa pidiendo que el poder del Espíritu de Dios llene tu corazón para poder andar en amor. Comienza a ser hacedor de la palabra y no oidor solamente (Stgo.1:22-25). Si tomas esta acción, animarás a tu pareja a seguir adelante con la reconciliación, y asegurarás que la relación restaurada esté edificada sobre buen fundamento.

6. Mantén la motivación correcta. ¿Cuál debe ser tu motivación central para hacer estas cosas? ¿Es la corrección de tu pareja? ¿Salirte de la situación difícil que estás viviendo? ¿Por qué debes buscar restaurar tu matrimonio? Debe ser porque en primer lugar quieres agradar a Dios, siendo obediente a su palabra. El apóstol Pablo enseñó a los tesalonicenses acerca de “cómo conviene conducirse y agradar a Dios” (1 Tes.4:1). Ésta es la motivación central.

¿Qué puedes hacer en forma práctica para agradar a Dios? ¡Buscar la reconciliación! Jesús dijo, “Si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano” (Mateo 18:15). Además enseñó, “Si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconciliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda (Mateo 5:23-24). ¿Puedes decidirte a buscar la reconciliación tan solo porque esto es obedecer a Dios? Si quieres agradar a Dios, así debes hacer.

Pasos a la reconciliación.

1. Primero determina qué es negociable, y qué no lo es. En la mayoría de las separaciones existen varias áreas de conflicto que han conducido al desastre. Tienes que determinar cuáles puntos son negociables, y cuáles no lo son. Obviamente, cuestiones morales y bíblicas no son negociables. Ceder lugar en eso sería desobedecer a Dios y rechazar su señorío en tu vida. La palabra de Dios nos enseñá que debemos renunciar “a la impiedad y a los deseos mundanos...vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente” (Tito 2:12). Por eso, no debes considerar alguna conducta inmoral o injusta como algo aceptable. Solamente la confesión y el arrepentimiento podrán resolver esas cuestiones.

Sin embargo, cuando ustedes no están de acuerdo en cuanto a cuestiones personales no morales, deben buscar un acuerdo práctico que satisface a los dos. ¿Cómo pueden encontrar ese acuerdo? Por escoger andar en amor: determina en qué formas estás ofendiendo, o en qué puntos estás exigiendo algo no razonable. Escoge ceder algo. Es el consejo que el apóstol Pablo dio a los cristianos en Roma. Tenían muchos conflictos por cuestiones no morales, en las cuales algunos daban ofensa a otros continuamente. Su consejo era, “Sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación” (Rom.14:19). Les dijo que si escoges dar ofensa a tu hermano, “ya no andas conforme al amor” (Rom.14:15).

Por eso, determina cuáles son aquellas áreas específicas, donde se necesita llegar a un acuerdo en amor. En las áreas donde tú no has andado en amor, mostrando una actitud ofensiva, comportamiento brusco, o palabras cortantes, arrepiéntete y reconócelo a tu pareja. Necesitas estar dispuesto a pedir perdón por cada acción ofensiva o injusta. Cuando han reconciliado esas cuestiones personales, será más fácil concentrarse en lo que es más importante. Las cuestiones morales y bíblicas son las cuestiones centrales en la reconciliación.

2. Busca a un consejero bíblico. Salomón dijo, “Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo...los pensamientos son frustrados donde no hay consejo” (Proverbios 11:14, 15:22). Si ustedes no pueden solucionar sus conflictos, es necesario buscar el apoyo de un consejero bíblico. Muchas veces se necesita la intervención de una persona no involucrada para desenredar los conflictos que existen en algunos matrimonios. Jesús reconoce esto, y por eso enseñó a sus discípulos que a veces sería necesaria la intervención de testigos o hasta los líderes de la iglesia para resolver algunos conflictos (Mateo 18:16-17). No debes subestimar la ayuda que puede proporcionar alguien que conoce bien la palabra de Dios, para poder distinguir entre cuestiones personales--que indican la necesidad de ceder algo y llegar a un acuerdo mutuo--y las cuestiones morales, que indican la necesidad de arrepentimiento. Todos tenemos puntos ciegos en nuestro concepto propio. Salomón señaló que “Todo camino del hombre es recto en su propia opinión” (Proverbios 21:2). Un buen consejero les ayudará a ver sus necesidades claramente, y puede indicar los pasos a tomar para resolver los conflictos.

Sin embargo, debo dar una advertencia acerca de cómo proceder para escoger a un consejero: No debes comenzar a pedir consejo de tus amistades y familiares. Entre más personas presten su consejo, es más probable que sólo termines con confusión. También es muy fácil que algunos de ellos tomen tu parte, y no den el mejor y más balanceado consejo. Además, si tus amistades y familiares están enterados de los detalles de los errores de tu pareja, será difícil para tu pareja continuar en una relación abierta con ellos una vez que ustedes hayan sido reconciliados. Por eso es mejor limitar el conocimiento de los particulares de tu matrimonio a una sola persona que pueda ser justo con los dos, y que guarde bajo confianza la información que ustedes le proporcionen.

Es indispensable que el consejero escuche a tu pareja también para conocer ambos lados del problema. De preferencia, juntará a los dos para escucharlo todo al mismo tiempo. He observado que es casi imposible aconsejar a sólo uno en los problemas matrimoniales, porque siempre existen dos puntos de vista en cada problema matrimonial. Recuerda la sabiduría de Salomón acerca de los conflictos: “Justo parece el primero que aboga por su causa; pero viene su adversario, y le descubre” (Prov.18:17). Por eso, debes estar dispuesto a ser examinado por tu pareja y el consejero, y eso a la luz de la palabra de Dios. Debe ser obvio que el consejero necesita ser un cristiano que use solamente la palabra de Dios para orientación, instrucción, o exhortación. La palabra de Dios es útil para enseñar, para redargüir, para corregir, y para instruir en justicia (2 Timoteo 3:16). Su palabra es eficaz, y penetra hasta el corazón para discernir los pensamientos y las intenciones (Hebreos 4:12). No te conformes con la sabiduría humana cuando puedes recibir el entendimiento de Dios para motivarte e instruirte. Recuerda la exhortación de David, de “no andar en consejo de malos” (Salmo 1:1). Por eso, escoge a un consejero cristiano que pueda instruirles en el camino que Dios quiere que tomen.

3. Acércate con confesión. Cuando buscas reconciliarte con tu pareja, ya sea por carta o en persona, hazlo con humildad y franca confesión de tus errores (Stgo.5:15). La actitud que demuestras es muy importante. Si tratas con tu pareja con amargura, asperidad, crítica, y nuevas acusaciones, tu intento se quedará sin fruto. Es mejor buscarle con humildad, reconociendo tus propios errores primero. Tal actitud y comportamiento comunican a tu pareja tu sincero deseo de ser reconciliado. El beneficio de actuar de esta manera está en el hecho de que de inmediato apagas el enojo de tu pareja. ¿Por qué? Porque si tú comienzas con confesión honesta de tus errores, tu pareja ya no tiene que persuadirte a reconocerlos; los acabas de reconocer tú. Asimismo, si desde el principio pides perdón por tus ofensas, de inmediato se ablanda el corazón de tu pareja un poco. Los dos tendrán que llegar al grado de tener un corazón tierno y quebrantado para que sean reconciliados. Por eso, búscale con humildad y confesión, pidiéndole perdón. Recuerda la exhortación del apóstol Pablo, “Sean benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándose unos a otros, como Dios también les perdonó a ustedes en Cristo” (Efes.4:32).

4. No se trata de decirlo, sino de vivirlo. Cuando quieres buscar la reconciliación, es muy fácil decir las cosas que tu pareja quiere escuchar. Pero si en verdad deseas una reconciliación duradera, tienes que vivir lo que dices. He visto este error muchas veces en la consejería. Los hombres y las mujeres prometen cualquier cosa, con tal de que su pareja les permita regresar. Sin embargo, cuando es evidente que no ha habido un verdadero cambio, nuevamente se separan. Si quieres superar esto, entonces necesitas asegurar que los cambios que has prometido se realicen. Tus acciones hablan mucho más fuerte que tus promesas. No le hables solamente de tu amor; demuéstraselo.

Ahora, algunos pueden pensar lo siguiente: “¿Soy realista si espero cambios verdaderos y permanentes en mi pareja? ¿Debe mi pareja esperar eso de mí?” ¡Claro! Si cada uno se ha examinado sinceramente, reconociendo sus fracasos personales, y si cada uno se ha arrepentido ante Dios, entonces sí se verán cambios radicales. Tales cambios, según las Escrituras, siempre resultan del verdadero arrepentimiento. Este era el mensaje del apóstol Pablo en su ministerio. Él anunciaba a todos “que se arrepintieran y se convirtieran a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento” (Hechos 26:20). Nota cómo se define el arrepentimiento: cuando una persona abandona el pecado, tiene que volverse a Dios, en quien está el poder para llevar a cabo el arrepentimiento y demostrar que el arrepentimiento es real. Al decir obras dignas de arrepentimiento, se refiere al hecho de ser obras del mismo valor, que son comparables y que coinciden con lo que se profiese. Por eso, es muy razonable que ustedes dos esperen cambios reales y permanentes, porque son la muestra del sincero arrepentimiento.

Este tipo de cambio es lo único que puede traer reconciliación permanente a tu matrimonio. Sin ello, en poco tiempo volverán a los mismos conflictos.

5. Ten paciencia. He visto que la paciencia es un recurso indispensable para las parejas a las cuales yo he ayudado a reconciliarse, porque casi nunca están los dos dispuestos a perdonar y a reconciliarse al mismo tiempo. Normalmente uno de los dos está dispuesto antes. Por eso, el que está ya dispuesto a buscar reconciliación necesita paciencia y mucho ánimo mientras espera a su pareja. Si no está dispuesto a esperar hasta que su pareja empiece a responder y a buscar reconciliación, sino que comienza a presionarle y a forzarle reconciliarse, puede ser que todo el proceso de reconciliación se aborte.

¿Qué cosa permite que tú seas paciente para darle a tu pareja el tiempo necesario para llegar a tener el mismo deseo de buscar reconciliación? El amor. “El amor es sufrido, es benigno...” (1 Cor.13:4). Y la paciencia es fruto del Espíritu Santo. La obra del Espíritu Santo en tu corazón te motivará a usar la paciencia que la situación requiere. Después de ser paciente (sufrido) tienes que seguir adelante usando la benignidad. Esto significa que, cuando tu pareja te pide que le des tiempo para considerar la reconciliación, no vas a gruñir, gritar, ni hacer gestos de enojo y de impaciencia.

Una advertencia para aquellos que quieren más tiempo para considerar la petición de su pareja en cuanto a la reconciliación: No extiendas mucho el tiempo de separación, porque esto puede conducir no a la reconciliación, sino al desánimo. El dejar pasar demasiado tiempo puede llevar al fracaso de la misma manera que el juntarse sin esperar los frutos de arrepentimiento. Puedes estar pensando, “¿Pero cómo puedo tener la seguridad de que él (o ella) ha cambiado en verdad?” No hay respuesta fácil. Sin embargo, de punto de vista estadística, vemos que entre más largo sea el tiempo de separación, más difícil es la reconciliación. Por eso Jesús nos advierte, “Ponte de acuerdo con tu adversario pronto” (Mateo 5:25). Además el apóstol Pablo advierte a los cristianos que la separación prolongada de los casados es imprudente, porque expone a los dos a tentaciones sexuales (1 Cor.7:2-5). Por eso, no seas desobediente al Señor en este aspecto. Acuérdate que la única forma de solucionar los problemas entre ustedes es que los dos trabajen juntos. La única forma de observar cambios reales es por vivir y convivir con la persona que está cambiando. La única excepción a este precepto sería en el caso de existir peligro o una situación ilegal en el hogar. Para tales casos, necesitarías orientación de tu pastor o consejero.

En conclusión: quiero animarte a buscar la reconciliación. Dios puede sanar cualquier corazón quebrantado. Jesús ha prometido que él posee el poder para hacerlo (Lucas 4:18) También él tiene el poder para transformar el corazón más duro. Lo que él espera es que tú te rindas. Si lo quieres, Dios puede hacer cosas grandes y maravillosas en ti y en tu pareja. Se necesitan dos corazones dispuestos para realizar los cambios permanentes que hacen un matrimonio feliz. Si así lo quieres, ¿por qué no tomas los pasos indicados hoy? Solamente por obedecer a Dios en tu propia vida podrás ver todo lo que es posible. Acuérdate, “Con Dios, todas las cosas serán posibles” (Mateo 19:26).

Fuente: https://covenantkeepers.org/ 

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