Este blog rinde honor y alabanza al Dios de nuestra salvación a Jesucristo el Señor.

jueves, 6 de septiembre de 2018

NO PONGAS TROPIEZO

Dijo Jesús a sus discípulos:


"Imposible es que no vengan tropiezos; mas ¡ay de aquel por quien vienen! Mejor le fuera que se le atase al cuello una piedra de molino y se le arrojase al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos". Lucas 17: 1-4

Creo que no hay otra palabra tan fuerte, tan condenatoria como ésta. Analízala, el Señor Jesús, como era su costumbre, está enseñando a sus discípulos y a la gente que está a su alrededor, y les habla de algo muy común, de algo que Jesús sabe que es demasiado común, pero no por lo común que sea está correcto, está bien. Y él dice que es imposible que no haya tropiezos. Él sabe que hay tropiezos y los hay de muy diversas maneras, de muchas formas.

Pero quiere hablar al corazón de los discípulos, Jesús habla al corazón de su pueblo para que nosotros seamos diferentes a la gente. Y éste es un aspecto que requiere de nuestra atención, imposible que no vengan los tropiezos, siempre los habrá, pero dice el Señor ¡cuidado! Ay de aquel que pone tropiezo. ¿Por qué? Porque tendrá consecuencias terribles, van a ser tremendas las consecuencias, tan graves que le sería preferible a la persona que pone tropiezo suicidarse. ¡Qué fuerte! Imagina esto.

Dice el Señor que alguien que haga tropezar a uno de estos pequeñitos, mejor sería amarrarse una piedra al cuello y tirarse al mar para que se ahogue. Eso sería mejor, eso sería preferible. Dice que sería mejor que aun alguien lo hiciera, que le atase una piedra al cuello y que lo avienten al mar; eso es preferible en lugar de hacer caer a uno de los pequeños. Y la pregunta es: ¿quiénes son estos pequeños? ¿A quiénes se refería el Señor Jesús? Bien, vamos a mirar dos cosas importantes, una vamos a mirarla en:

Mateo 23:13 Mas ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando.

Ser un líder religioso en la época del Señor Jesús era algo muy especial, mucho muy especial, toda vez que la historia de la nación, su cultura, su vida cotidiana, absolutamente todo estaba centrado precisamente en la relación que tenían con Dios. Por lo tanto, los líderes religiosos eran los más conocidos, eran los más respetados, eran aun los más poderosos; no había un líder que tuviera la fama, el poder y la posición que tenía un religioso en aquella época, estaban por arriba de todos los líderes. Un líder religioso estaba por encima de todo líder, eran los más conocidos.

Y Jesucristo nuestro Señor aquí lanza una acusación tremenda en contra de ellos, porque el hambre de poder, de dinero y de posición de esos líderes, los había llevado a perder de vista a Dios. Y esto es impresionante, tres aspectos que marcaron una separación de ellos con Dios, y que ocasionaron que ellos separaran al hombre de Dios, de su voluntad. Tres aspectos que si nosotros lo analizamos hoy en día, nosotros vamos a mirar que estos mismos tres aspectos mueven a la gente: poder, dinero y posición.

Son como tres motores, tres aspectos que mueven a la gente. Algunos son movidos por alguno de estos motores; algunos por dos, y otros, los más ambiciosos por los tres. Hay gente que prefiere el poder antes que cualquier cosa, no le importa el dinero, no le importa la posición, lo que le importa es tener poder, sentir el poder y poderlo ejercer. Hay gente que no le importa el poder ni le importa la posición, le importa el dinero y trabaja para el dinero, y lo único que quiere es dinero. Y quiere dinero para poder satisfacer más allá de sus propias necesidades, y darse sus gustos, darse sus placeres, en fin, desea el dinero.

Y hay otro tipo de gente que la mueve la posición. No le importa el dinero, no le importa el poder, pero quiere una posición. Quiere decir: ah, es que yo soy aquél; estoy hasta arriba, y yo soy fulano de tal y estoy en tal posición. Y que todo mundo lo conozca y que todo mundo lo reconozca y así es feliz. Y entonces son tres motores que son importantes que mueven a la gente. Pero sabemos de acuerdo a la Palabra de Dios, que son tres motores que no están dentro de lo que Dios establece; Dios establece que nosotros debemos mantener una relación estrecha con Él, y nosotros debemos buscar el reino de Dios y su justicia. Y dice la Palabra aun que todas las cosas vendrán a nuestra vida por añadidura, cuando nosotros buscamos de esa gloria de Dios, cuando buscamos su reino.

Cuando el hombre es gobernado por cualquiera de estas tres, o por dos, o por los tres aspectos que he mencionado, entonces es capaz de algo, no solamente de apartarse de la voluntad de Dios, no solamente de dejar lo que Dios establece, sino aun de enseñar doctrinas, enseñar filosofías, pensamientos, ritos, creencias que acerquen a la gente hacia ellos, y hacen de esas personas seguidores de sí mismos. Aunque viendo lo que estaba ocurriendo aquí en Mateo 23, aunque esos líderes religiosos en apariencia estaban enseñando la Palabra de Dios, y estaban buscando que la gente tuviera relación con Dios, el fin era otro.

Por eso nuestro Señor Jesucristo les lanza una condena y una acusación grave, y les dice: ¡Hipócritas!  Es decir, no están haciendo lo que realmente su corazón tiene, o al revés, están haciendo cosas diferentes a lo que deben hacer. Hay una contradicción en ustedes, por una parte en su interior hay algo y en su exterior hay otra cosa. No es cierto que ustedes quieran acercar a Dios a la gente. ¿Por qué? Porque lejos de acercarla la están alejando. Lejos de acercar a la gente a tener una relación, una comunión con Dios, a entrar al reino de los cielos se lo están impidiendo con tantas cosas.

Los líderes religiosos en aquella época pues se sentían muy por arriba de todos los demás, e insisto, en apariencia estaban enseñando la Palabra del Señor, y en apariencia estaban trayendo a la gente a la presencia de Dios para que tuvieran comunión con Él.

De una manera muy sutil nosotros lo podemos advertir, no es descarado ni aun del todo mentira, pero desviaban a la gente con lo que ellos decían, con lo que ellos enseñaban, la apartaban. Es cosa de leer todo el capítulo 23 de Mateo, y otros versículos, otras citas que hay en el Evangelio en sus cuatro versiones, y vamos a encontrar esta situación tan clara, por qué estaba enojado nuestro Señor Jesucristo en contra de los fariseos, en contra de los escribas, en contra de los religiosos de ese tiempo, por una razón: porque apartaban al hombre de Dios. Qué contradictorio, cuando deberían de acercar al hombre a Dios, lo apartaban.

Jesucristo le dice precisamente a los escribas y a los fariseos que ellos están llevando a la perdición a la gente que está a su alrededor, porque no están enseñando correctamente, están enseñando una doctrina diferente que no les permite entrar al reino de los cielos. Una doctrina que les impide entrar, y les dice de una manera muy fuerte: ustedes no están adentro del reino, y tampoco permiten que los demás entren al reino. ¡Qué tremendo!

Gente que estaba alrededor de los líderes religiosos, gente que buscaba a estos líderes, los buscaban precisamente porque creían que los iban a ayudar a entrar al reino, y resulta que no es así. Gente que estaba creyendo en sus palabras y que finalmente estaban siendo engañados. A éstos que son engañados, a esos que están buscando entrar al reino de los cielos, que están buscando hacer las cosas conforme y Dios lo establece, es a los que se refiere el Señor Jesús cuando dice: que hacen tropezar a estos pequeñitos.

¿Por qué? Porque el líder religioso tenía un nivel, tenía una posición, tenía un conocimiento. Gente madura, gente de fe, gente supuestamente conocedora. Y la gente que se acercaba a ellos pues eran los pequeñitos que no tenían tal vez el conocimiento de ellos. Y el Señor está preocupado por ellos y por eso les dice:

Mateo 23:15 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros.

¡Qué impresionante es esto! Ve nada más qué acusación tan fuerte. Jesucristo de entrada le está diciendo al líder religioso que era un hijo del infierno. No le está diciendo que es un hijo de Dios, le está diciendo: tú eres un hijo del infierno por tu enseñanza. Y lo más grave es que tú estás haciendo a la gente que se acerca a ti, dos veces más hijo del infierno. ¡Cuidado! Ve nada más que palabras tan tremendas.

¿Por qué lo afirma así el Señor? Si miramos con cuidado este versículo, aquí nosotros encontramos porqué el Señor les está diciendo todo esto. Los seguidores de estos fariseos eran atraídos al fariseísmo no a Dios, al fariseísmo. Es algo que Pedro pretendió hacer con los gentiles cuando les predicó del Evangelio. Cuando Pedro le predica el Evangelio a la gente que no era judía, les empieza a hablar sobre las prácticas judías, y entonces les empieza a enseñar ritos, costumbres y prácticas judías.

Y es cuando tiene una confrontación con Pablo, y Pablo le dice: estás equivocado Pedro, éste no es el propósito que Dios tiene para ti. El propósito de Dios es que nosotros compartamos el Evangelio, demos a conocer las buenas nuevas de salvación; no que traigamos a la gente al judaísmo, es muy diferente. Nosotros tenemos que traer a la gente al conocimiento del Señor Jesús. Tenemos que traer a la gente a la salvación, no al judaísmo. Y lo que tú estás haciendo Pedro, es judaizar a la gente. Entonces es cuando Pedro cambia, cuando entiende esto él transforma su forma de hablar, de pensar, de trasmitir la Palabra y aun de enseñar.

Los fariseos de acuerdo a lo que estamos leyendo aquí en este versículo, atraían a la gente no a Dios, la traían al fariseísmo. Y nuestro Señor Jesucristo les está diciendo algo bien impresionante que nosotros sabemos: un maestro hipócrita tendrá estudiantes dos veces más hipócritas que él. Así de fácil. Por eso dicen que el alumno supera al maestro. Lo que enseña el maestro, el alumno lo recibe y es más que el maestro. Aquí lo dice Jesús, no lo estoy inventando.

El Señor está diciendo aquí en el versículo 15, le hacéis, ellos, los maestros religiosos. Le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros. Es decir, ustedes son hijos del infierno y hacen dos veces más hijos del infierno a los que les están enseñando; ahí lo dice el Señor. En otras palabras: un maestro rebelde, tendrá estudiantes dos veces más rebeldes que él. Un maestro confundido, tendrá estudiantes dos veces más confundidos que él. En el caso de los fariseos, un maestro perdido, tendrá estudiantes dos veces más en perdición, es sencillo. Un maestro mentiroso, tendrá estudiantes dos veces más mentirosos. Lo dice la Palabra y es algo que se cumple.

Un maestro que enseña correctamente la Palabra de Dios, tendrá estudiantes dos veces más capaces de enseñar la Palabra de Dios. Así, lo mismo. Un maestro capaz, tendrá estudiante dos veces más capaces, no hay más, lo enseña la Palabra. Por ello nosotros debemos tener mucho cuidado. Debemos analizar dos aspectos principalmente:

1.- Tenemos que discernir, quién y qué nos está enseñando. ¿Qué estamos aprendiendo?

2.- Tenemos que enseñar solamente la Palabra de Dios.

Primero, nosotros tenemos que ver qué aprendemos, quién nos enseña y qué nos enseña. Segundo: tenemos que enseñar con cuidado; tenemos que enseñar la Palabra de Dios. No podemos nosotros caer en una situación como cayeron los fariseos, en una situación religiosa que ponga en peligro nuestra vida espiritual, que ponga en peligro nuestra vida eterna, no lo podemos hacer. Debemos tener cuidado con todo.

Cuando nosotros platicamos con una persona, debemos tener cuidado de qué es lo que nos enseña esa persona, qué es lo que nos dice. Todo ser humano es influenciable, cada uno de nosotros es influenciable y vamos a recibir una influencia de parte de la persona que está hablando con nosotros, eso es elemental. Si tú estás platicando con una persona y esta persona te hace un comentario, y te dice que vio en un programa científico en la televisión que las personas que se les está cayendo el pelo son más inteligentes, te está influenciando, y entonces tú después vas a decir: es que la gente que se le está cayendo el pelo es más inteligente. Te lo vas a creer.

O al contrario, puede haber una persona que te diga exactamente lo contrario, que te diga: a la gente que se le está cayendo el pelo es gente que está perdiendo su capacidad intelectual. Lo oí en un programa, en un documental en la televisión en National Greographic. Eso va a influenciar en ti quieras o no quieras y va a haber un momento en el cual vas a decir: pues no sé, pero a mí me dijeron que en un programa de National Greographic dijeron que a la gente que se le cae el cabello está perdiendo su capacidad intelectual; yo no lo digo, pero eso dijeron. Y al rato ya lo vas a dar por hecho, al rato vas a decir: es que a la gente que se le cae el cabello pierde capacidad intelectual. ¿Por qué? Porque somos influenciables. Analiza tu vida y vas a ver que siempre hay una influencia.

El demonio lo sabe, por eso se le acercó a Eva y le dijo: hey, ¿por qué no comes de ahí? Ah es que Dios dijo que no. Ah, qué le haces caso a Dios; no, mira, la realidad es otra, la realidad es que Dios no quiere que comas de ahí porque vas a ser como dios. Y en ese momento hubo una influencia y Eva le pensó, y estoy seguro que en el momento no dijo: ¡sí, tienes razón! ¡NO! Le pensó, lo meditó, lo reflexionó y después dijo: pues sí, yo creo que tienes razón. Y entonces ella vio que el árbol era bueno. ¿Y qué hizo? Pues lo comió. ¿Por qué? porque ya había recibido una influencia.

Los fariseos es lo que hacían, los líderes religiosos, ejercían una influencia sobre la gente, sobre los judíos. ¿Para qué? Para que se hicieran fariseos. Pablo cuando habla exaltando lo que él había sido, o mostrándole a la gente lo que él había sido, dijo: yo soy fariseo de fariseos. O sea, yo no soy un fariseo cualquiera, yo fui un fariseo de fariseos, de los mejores fariseos que había. ¿De los necios? Sí, de los que mataban a los cristianos. Sí, ya lo sabemos, de los que los perseguían. Sí de esos, de esos precisamente. Entonces los fariseos buscaban jalar a la gente al fariseísmo, no les interesaba acercarlos a Dios. Y hay gente que se acerca a nosotros que no tiene la intención de acercarnos a Dios, al contrario, tiene la intención de acercarnos a ellos. 

Así los fariseos se acercaban a la gente y trataban de acercarlos al fariseísmo. Esto hacían, eso hacían ellos y dice el Señor que el religioso es capaz de recorrer, y me llama mucho la atención, dice: es capaz de recorrer mar y tierra para hacer un prosélito. ¡Qué impresionante! Imagina a un fariseo, aun líder atravesando el mar, yendo muy lejos por tierra, todo para hacer un prosélito a alguien para ellos, no para acercar a una persona a Dios, no para hacer a alguien espiritual, sino un prosélito, lo dice el Señor. No importa hasta dónde tenga que ir el fariseo o el líder religioso actual con tal de hacer un prosélito.

¿Qué es un prosélito? Dice el diccionario: prosélito: incondicional. Seguidor. Partidario. Secuaz. Eso es un prosélito, lo puedes checar en el diccionario, en un diccionario normal. Un prosélito por lo tanto, es alguien a quien tú le expresas algo, a quien tú influyes de alguna manera para que te siga. Para convencerlo de tus enseñanzas, para hacerlo tu seguidor, tu partidario o partidario de tu doctrina, de tu partido, de tu religión.

Y la que me llama mucho la atención es cuando menciona el diccionario: Secuaz. Es decir, un cómplice. Un prosélito también es, de acuerdo al diccionario, un secuaz, que secuaz es también un cómplice. Entonces hay gente de acuerdo a lo que está diciendo nuestro Señor Jesucristo, líderes fariseos que estaban buscando; se oye bonito cuando dices “seguidor”, se oye bonito cuando dices “partidario”. Partidario del fariseísmo, pero cuando le pones el otro sinónimo y dices: quieren hacer un cómplice, un secuaz, entonces ya las cosas toman otra dimensión.

Y podemos ver porqué nuestro Señor Jesucristo estaba tan molesto, estaban impidiendo los líderes religiosos que el pueblo judío entrara al reino de los cielos, estaban impidiendo que ellos buscaran a Dios, y los jalaban hacia el fariseísmo. Antes de continuar quiero hacer énfasis a lo que se refiere nuestro Señor Jesucristo para que quede muy claro cuando dice: a uno de estos pequeñitos.  Y vamos a traerlo a la actualidad.

En toda iglesia local, en toda congregación existen creyentes que tienen poco tiempo de estar en el Señor, que apenas algunos están llegando al conocimiento de Dios. Hay otros que a pesar del tiempo que llevan no están muy firmes en la Palabra, no están muy firmes en la fe. Y tal vez por su falta de conocimiento de discernimiento se dejan influenciar por otras personas, y muchas ocasiones por otros creyentes que están a su alrededor en la misma congregación o que están en otras congregaciones.

Jesucristo dice que éstos son pequeñitos, y a estos que nuestro Señor Jesús les llama pequeñitos, el apóstol Pablo les llama “débiles”, son débiles en la fe. 

1 Corintios 8:9 Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles.

Observa cómo el apóstol Pablo le está hablando a un grupo específico de personas que sienten que ya tienen un gran conocimiento del Señor, que ellos se mueven en una gran libertad y que ellos hacen y tornan y que no hay ningún problema, y que todo lo que ellos hacen desde su punto de vista todo está bien, y ellos viven según esto en una gran libertad. No sujetándose a lo que Dios establece. Yendo de un lado para otro. Ah, como yo soy libre ahora voy allá. Y como soy libre ahora voy para allá. Y como soy libre ahora voy a la iglesia de allá. Y aquí es mi iglesia pero no importa ahora voy a visitar a la iglesia de allá.
Y el Señor les dice: hey, hey, cuidado. Cuidado porque tu libertad, esto que tú le estás llamando libertad porque la tienes, puede ser un tropezadero. Puede hacer tropezar a los débiles. Porque a tu alrededor hay gente débil en la fe que no va a entender tu madurez, por llamarlo de algún modo, y los va a hacer tropezar en su fe, les va a hacer caer, no van a estar firmes.

Versículo 10 Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un lugar de ídolos, la conciencia de aquel que es débil, ¿no será estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos?

Es decir, cuando una persona que tiene tiempo en la iglesia, que tiene tiempo en el Señor hace cosas que tú ves y tú te cuestionas y dices: bueno, ¿y por qué esa persona que tiene ya más de 10 años en la iglesia, que tiene más de cinco años o que tiene 15 años, o que es líder, hace esto, por qué, por qué lo hace y yo no? ¿Entonces sí está correcto, sí lo puedo hacer? Y entonces tú entras en un conflicto o la gente entra en un conflicto cuando te ve hacer cosas diferentes a lo que debe ser. Y entonces como tienes tiempo, entonces la gente su conclusión es una muy sencilla: ah no hay problema está permitido, está bien. Ellos saben más que yo, entonces les voy a hacer caso.

Versículo 11 Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien Cristo murió.

Es decir, esa persona que tiene mucho tiempo, que dice que sabe mucho y que ejerce la libertad y que no hay ningún problema que pueden hacer lo que sea y aun cosas que no están establecidas en la Palabra, o violentar la Palabra, los Mandamientos del Señor, entonces, bueno pues esto es muy sencillo, va a traer un conflicto a una persona que está a tu alrededor que es débil en la fe, o que ya se está congregando o que todavía no se congrega. ¿Por qué? Porque toda la gente que está a tu alrededor te está mirando con lupa desde que tu llegaste al Señor.

Cuando tú te convertiste al Señor, la gente que está a tu alrededor, familiares y amigos empezaron a observarte, empezaron a ver tu comportamiento, empezaron a ver qué hacías y cómo lo hacías. Y se empezaron a dar cuenta que había cosas que ya habías dejado de hacer que antes hacías y que ahora ya no haces. Empezaron a ver que tú eras diferente, que te empezaste a arreglar los domingos para ir ala iglesia, que empezaste a cargar un libro en tu mano, empezaste a hacer cosas diferentes.

Empezaste a despreciar las fiestas mundanas, ya no te vieron con el cigarro en la mano, ya no te vieron llegar borracho, y entonces la gente te ve, te observa, y empieza a ver que eres diferente. Pero cuando tú vuelves a hacer lo mismo, algún detalle de lo que tú hacías, entonces la gente dice: mmm, no, ya me estaba yo convenciendo de ir a la iglesia cristiana, pero ya no voy a ir porque son unos hipócritas, todos. ¿Por qué? Porque te vieron hacer algo que antes hacías. 

Y una gente débil en la fe no va a entenderlo, y entonces va a decir: no, es un hipócrita, volvió a comer ahí. Y te va a volver a calificar y te va a volver encuadrar en una misma situación. Cuidado esto es grave. Y dice el apóstol Pablo: cuidado porque hay gente que se pierde por lo que tú haces. Debemos caminar con mucho cuidado, con mucho temor de Dios. ¿Por qué? Porque dice el apóstol Pablo: porque el débil por quien Cristo murió por él, y tiene salvación y tú lo estás llevando a perdición, lo que hacían los fariseos. De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis.

Hiriendo su débil conciencia; no hay una conciencia firme, fuerte de Jesucristo. No hay una conciencia firme en la fe, está una conciencia débil, que a penas empieza a formarse, que va creciendo poco a poco. Y esa débil conciencia te ve o te escucha y se puede perder. Y entonces estás ocasionando que esa persona peque contra Cristo. Y quien lo está llevando a ese punto está pecando no contra la persona, sino contra Cristo. Cuidado.

Debemos tener mucho cuidado, por eso nuestro Señor Jesucristo se detuvo con los discípulos en un momento y les dijo: a ver vamos a analizar esto, vamos a mirar. Claro que hay tropiezos y la gente va a poner tropiezos, y habrá tropiezos para los débiles, para los débiles en la fe, habrá tropiezos para los pequeñitos, pero no sean ustedes los que los ponen porque es bastante grave, tengan cuidado.

Nosotros debemos tener cuidado de lo que estamos haciendo. No podemos enseñar lo que no es de Cristo Jesús. Nosotros no podemos enseñar lo que no dice la Palabra. Nosotros no podemos enseñar algo que no sea la Biblia. Y como un paréntesis vamos a mirar algo que todos saben.

Mateo 28:19-20a  Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado.

¿Qué le debe interesar a todo cristiano? Lo que dice la Escritura. A mí no me interesa todo lo que dice la gente en relación a los brasileños, no me importa. Ah, es que los brasileños son o que no son. Allá ellos; Dios a mí me llamó para evangelizar, para dar a conocer las buenas nuevas de salvación. Dios te llamó con dos propósitos a ti. Primero: para que tengas salvación. Para que vivas por la eternidad con Dios. Segundo: para que tú des a conocer las buenas nuevas de salvación, no hay más.

Y nosotros nos tenemos que asegurar que no estamos poniendo tropiezo a los pequeñitos, a los débiles, a los que tienen conciencia débil, nos debemos asegurar de ello. Tú tienes que revisar qué conocimiento tienes de la Palabra. Tienes que revisar cómo te encuentras, ¿por qué? Para que no caigas en un error, para que lo que tú enseñes sea la sana doctrina. Esto es lo que quiere el Señor, no hay más.

Hay cristianos que pretenden, y en cantidad de ocasiones lo logran, hacer de los débiles de la fe o de los pequeñitos del Señor, sus prosélitos. ¡Cuidado! Nosotros no estamos llamados a hacer incondicionales nuestros, no. No estamos llamados a hacer seguidores nuestros, no. Nosotros estamos llamados a hacer seguidores de Jesús, no hay más. Yo tengo que hacer un seguidor de Jesús. Yo no puedo hacer un seguidor mío o un seguir de una persona que yo admire, ¡no! estoy cayendo en un error, la Biblia me lo establece y estoy haciendo algo grave. Estoy poniendo tropiezo en los pequeños, en los de conciencia débil y no lo puedo hacer, no lo debo hacer.

Esto a mí me condena y condena a la persona a la que le estoy hablando. Por lo tanto, yo tengo que enseñar lo que dice la Palabra del Señor. Yo no puedo hacer seguidores míos. Yo no pudo hacer incondicionales míos. Yo no puedo hacer partidarios míos, es más, no puedo hacer secuaces míos, no lo podemos hacer. Lo dice la Palabra: no hagas prosélitos dijo Jesús. ¿Por qué? Porque están perdidos. Quien está haciendo proselitismo ya está en el infierno, lo dijo Jesús, cuidado.

Si nosotros hacemos proselitismo no estamos ya ubicados en donde debemos, y estamos haciendo de esos prosélitos gente que se vaya al infierno, cuidado no lo hagamos. Por nuestra propia salud espiritual no hagamos cosas que no están de acuerdo con la Palabra.  Para hacerlo es preferible decirle a una persona: ¿sabes? Átame a mi cuello una piedra de molino, y aviéntame al mar. Cada vez que tú vayas a hacer, no a compartir el Evangelio, a hacer un prosélito o en otras palabras, cada vez que tú pretendas o pase por tu mente, o el demonio quiera utilizarte para hacer chismes, juicios o críticas, piensa en esa piedra que te pueden atar al cuello para aventarte al mar. Cuidado, no lo hagamos, la Palabra lo establece.

Una persona que enseña, una persona que comparte, que predica, que da testimonio tiene una gran responsabilidad. Tiene una responsabilidad muy seria, debemos tener mucho cuidado en lo que decimos, en lo que enseñamos, en lo que mostramos a la gente, muchísimo cuidado, ¿por qué? Porque podemos desviar a la gente. Podemos hacer que una persona venga a la iglesia no para que le dé honra y gloria a Dios. Ah mira, vamos a la iglesia, vas a ver la alabanza, toca muy bonito, te vas a sentir a gusto. ¡Perdón, no es el propósito, no lo es!

El apóstol Santiago hace un llamado muy enérgico precisamente para que nosotros no enseñemos de una manera inadecuada, sino para que lo hagamos de acuerdo a la voluntad de Dios, para no hacer caer a una persona en una situación difícil porque seremos nosotros castigados.

Un cristiano siempre debe estar metido en la Palabra de Dios. No podemos estar enseñando algo que no es la Palabra. No podemos andar en el chisme, por eso el apóstol Santiago dice: ten cuidado con lo que enseñas. Ten cuidado con lo que hablas. ¿Qué estás hablándole a los demás? Tú no sabes cuanta fe tenga la persona a la que le estás hablando, a la que le estás diciendo algo. Tú no sabes si la persona que está junto a ti, es más, si tu propio familiar tiene todavía una conciencia débil, si todavía es un pequeñito, no lo sabes. Y si tú le hablas algo inadecuado lo puedes hacer tropezar.

Yo he visto cantidad de ocasiones a hermanos que han hecho comentarios de la iglesia ahí en sus familias, y uno que empezaba a acercarse a la iglesia se cae por el comentario fuera de lugar. Yo he escuchado, incluso una ocasión fuimos mi esposa y yo a comer con unos hermanos que nos invitaron a su casa. El matrimonio tenía aproximadamente unos once hijos, los hijos de él, los hijos de ella y los hijos de los dos; un familión. Él, servidor de la iglesia en la que se congregaba.

Empezamos a platicar, esto fue en otro Estado de la República; estábamos platicando durante la comida y él nos dijo que la iglesia en la que estaba pues no estaba bien, que el que enseñaba, el que daba los cursos no tenía capacidad. Que él sí tenía capacidad para enseñar y que el que estaba enseñando no tenía. Que las cosas, que el líder de alabanza pues no estaba muy ungido que deberían cambiarlo, etc., etc., etc. Se la pasó hablando muchas cosas.

Ya casi al terminar la comida él nos dijo: yo estoy preocupado porque mis hijos no se afirman en la iglesia. Y entonces le dijimos: perdón, cómo quieres que se afirmen tus hijos en la iglesia si lo que están oyendo aquí de sus papás es pura basura de la iglesia.  El pastor es un bueno para nada.  El líder de enseñanza no sabe. El líder de alabanza no tiene idea de cómo tocar. El que recibe a los hermanos en la puerta está mal encarado. A ti solamente te hablan cuando necesitan dinero.  Perdón, si yo fuera tu hijo y te oyera, yo no voy a tu iglesia, así de fácil.

Y muchas ocasiones me dicen: Hermano ¿por qué mi hijo no quiere ir a la iglesia? Pues por todo lo que oye que tú le dices, por todo lo que tú comentas. Porque no sabes quién en un momento determinado es un débil en la fe, quién tiene una conciencia débil todavía y lo haces tropezar, lo haces caer. Y la gente no se acerca al Señor no por causa del Señor, no se acerca por causa nuestra por lo que nosotros hablamos, por lo que nosotros testificamos y lo que damos por ejemplo. Por eso el apóstol Santiago dice: ten cuidado lo que enseñas. ¿Por qué? Porque te puedes condenar si tú haces caer a alguien. Debemos tener mucho cuidado.

Dios a través del profeta Malaquías habla con mucha dureza también a aquellos que han hecho tropezar a los pequeñitos, a los de conciencia débil.

Malaquías 2:7-8 Porque los labios del sacerdote han de guardar la sabiduría, y de su boca el pueblo buscará la ley; porque mensajero es de Jehová de los ejércitos. 8Mas vosotros os habéis apartado del camino; habéis hecho tropezar a muchos en la ley; habéis corrompido el pacto de Leví, dice Jehová de los ejércitos.

Romanos 14:12 De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí.

Cuidado, es algo personal. Nadie te va a apoyar, nadie te va a ayudar. En aquel día tú estarás delante de Dios y tú darás cuenta de ti mismo. Darás cuenta de lo que tú has hecho. No de lo que ha hecho otra persona, sino de lo que tú has hecho. Y esto es delicado.

Versículo 13  Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano.

Ya no juzgues, fíjate hacia dónde va el apóstol. Vas a dar cuenta de ti, o sea que ya no juzgues, a Dios no le gusta, cuidado. Y te pone de esos letreros luminosos que prenden y apagan ¿no? ¡Alerta ¡Peligro! ¡Cuidado! ¡No juzgues! Mira, no estén juzgando más los unos a los otros, no se juzguen. Ya vivan como hermanos. Decide mejor, en lugar de juzgar, en lugar de criticar, de chismear, decide no poner tropiezo a los demás. No pongas tropiezo a los hermanos. No pongas tropiezo a la gente. No ocasiones que la gente caiga por tu culpa, al contrario, se un instrumento de Dios que extienda la mano y dé bendición a la gente que está a tu alrededor y le levantes.

Imagínate que hermoso será ese día en el cual tú estés delante del Señor dando cuenta y te diga: ¿Qué has hecho? Señor, yo levanté a los hermanos, yo apoyé, yo hice, yo fui un instrumento tuyo para traer a la gente a tu conocimiento, para traer a la gente a la verdad, a lo que dice tu Palabra. Enseñé la Palabra conforme y tú lo estableces, siempre enseñé la sana doctrina. Y que te diga el Señor: Es cierto, aquí estás. Sí, adelante, pasa a la gloria de tu Señor.

Y no que digas: no pues por mis actitudes, por mi ejemplo pues hubo vecinos que no quisieron aceptar a Cristo Jesús. Hubo vecinos que ya finalmente los convencí, familiares que ya iban a la iglesia y como yo no cambiaba en la casa, pues mis familiares, mis hijos, se apartaron del camino. Pues hubo un hermano que yo le hice un comentario y desde que le comenté algo que yo vi ya no volvió a la iglesia. Cuidado, enseñemos lo que tenemos que enseñar: la Palabra de Dios.

1 Juan 2:10 El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo.

Si nosotros le damos vuelta al versículo, en periodismo decimos: si lo refriteamos, es decir, si le damos así como varias vueltas, vamos a encontrar algo muy interesante. El que verdaderamente está en Dios, el que tiene comunión con el Señor, es decir, el que permanece en la luz, ama a su hermano en la fe, lo ama, siente el amor de Dios por él, y por lo tanto no le hace tropezar al contrario.

Hermano, vive en comunión con Dios, vive en esa perfecta relación a través de la cual el Señor ponga en tu corazón un profundo amor por el hermano. ¿Se puede? ¡Claro! ¿Hasta por Miguel? Sí, hasta por él. ¿Lo podemos amar? Sí. Porque esa comunión que tienes con Dios pone en ti amor. Y ese amor que tú sientes de Dios y que tú tienes por Dios se extiende a los que están a tu alrededor, les ministras de tu amor y por lo tanto al amarles no vas a hacerles tropezar.

Cuando amamos a una persona lo menos que queremos es que a esa persona le vaya mal o que esa persona se tropiece, se caiga. No queremos ni que se enferme, no queremos que tenga problemas, no queremos que tenga angustias, no queremos que le pase nada a la gente que amamos, y nos cuidamos de lo que le decimos. Así tiene que ser con los hermanos en la fe. Todos los que tenemos hijos sabemos, cuando tenemos a nuestro primer hijo cómo sufrimos cuando algo les pasas.

Cuando vemos al bebé que tiene su carita triste, ¿qué le pasará, qué tendrá? Está triste ve su carita. ¿Qué tiene? Pues no habla, nada más se queja, llora o está angustiado y empieza el bebé a llorar, no sabemos qué tiene. Corremos con el doctor y él ya lo revisa y nosotros nos angustiamos y si vemos que hay que ponerle alguna inyección, quisiéramos que esa inyección fuera para nuestra esposa. O sea, amamos a nuestro bebé, no queremos que les pase nada. Si pudiéramos llevábamos a nuestros hijos hasta su trabajo. Haríamos lo que fuera y hacemos lo que sea, ¿por qué? Porque les amamos.

Ese amor es el que Dios quiere que nosotros tengamos para nuestros hermanos en la fe. Ese amor a través del cual nosotros protejamos a nuestros hermanos. No seamos una ocasión de caer, no seamos una pierda de tropiezo. Tengamos cuidado con lo que hablamos, con lo que testificamos, con lo que hacemos, cuidado, no seas piedra de tropiezo.

Fuente: http://www.levantare.org/