Este blog rinde honor y alabanza al Dios de nuestra salvación a Jesucristo el Señor.

miércoles, 28 de noviembre de 2018

Mi esposo me pega….¡es cristiano!

La violencia en los cristianos


Durante una reunión en Guatemala un médico me preguntó acerca de la violencia familiar Me citó los resultados de una encuesta hecha por el seminario SETECA que demuestra la seriedad del problema. Según ese encuesta 25% de los pastores (ni hablar de los feligreses) habían sido violentos con sus esposas.

Con la nueva libertad que hay en la América Latina, va emergiendo más y más historias de violencia dentro de los matrimonios cristianos. La siguiente carta es sólo un ejemplo: “Soy casada hace 10 años con un hombre que yo creí que amaba a Dios. Pero resultó ser violento conmigo y después se calmó por algunos años pero ahora tengo 4 hijos con él pero él sigue siendo violento pero ahora no sólo conmigo sino con mis hijos. Los patea y agrede física y verbalmente y yo tengo miedo llamar a la policía porque el me amenaza que si el va ala cárcel cuando él salga nos va a matar”.

En un caso extremo, aunque no aislado, un hombre cristiano se justificó por la paliza que había dado a su esposa, alegando que la tenía que disciplinar. (Increíble como parezca, luego la mandó a limpiar la sangre del piso porque él debía estudiar la Biblia). Hay esposas que viven atemorizadas por el enojo, los gritos y la violencia del esposo.

Este artículo pretende contestar la pregunta que se hizo en aquella reunión en Guatemala sobre qué puede hacer una esposa que sufre violencia a manos de su esposo.

Los esposos cristianos se relacionan en dos niveles distintos. En primer lugar, se entienden como cónyuges de acuerdo con los principios encontrados en Efesios 5.21 es decir los pasajes que tienen que ver con el matrimonio. Al mismo tiempo se relacionan o deben relacionarse como hermanos en Cristo. Como dice Pedro, usted, como esposa cristiana, es coheredera de la gracia de la vida 1 Pedro 3.7. Pablo dice que (espiritualmente) “no hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay varón ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” Gálatas 3.28.

Solamente cuando una mujer haya cumplido con sus deberes como esposa puede apelar a su autoridad como hermana en Cristo. Por esto, permitame tomar el tiempo necesario para explicar los principios que rigen su comportamiento como cónyuge para que tenga la confianza de que su vida de pareja glorificará a Dios.

Una vida santa como esposa abre la puerta para poder proceder como hermana en Cristo. Ahora bien, como cualquier creyente, ella tiene todo el derecho y autoridad divina de reprender y exhortar a su esposo a dejar su pecado y animarlo a vivir en santidad. Tal autoridad viene directamente de la Escritura. Gálatas 6.1 dice: Amados hermanos, si otro creyente está dominado por algún pecado, ustedes, que son espirituales, deberían ayudarlo con ternura y humildad para que vuelva al camino recto. Y tengan mucho cuidado de no caer ustedes en la misma tentación .

Apliquemos este versículo a la situación en la casa. En primer lugar, Pablo está hablando a creyentes, entre los cuales se encuentra la esposa. Luego describe a la persona que necesita ayuda. Es la persona “dominada” (sorprendida RV) en alguna falta (la enseñanza no se circunscribe a una falta específica puesto que hay una variedad de ellas). Tampoco se refiere a la persona que peca una vez para luego confesarlo a Dios (1 Juan 1:9 y sigue adelante en su vida cristiana. Al contrario, Pablo se refiere a la persona que no puede salir del pecado sin ayuda. En Gálatas 6:1, el apóstol Pablo pinta el cuadro de una persona atrapada bajo un peñasco que no puede librarse sin la ayuda de terceros. Es similar al pecado que “nos asedia” en Hebreos 12:1. El esposo violento es tal persona.

Gálatas 6:1 también nos dice quién es la persona que ha de ministrar con una dosis de la Palabra de Dios: “ustedes que son espirituales”. Es posible que otro hermano en la iglesia haya notado algo extraño en el comportamiento del esposo, y podría ser la persona que Dios use para intervenir en la vida de su marido. Al mismo tiempo, Dios le dio una esposa para ser su confidente, amiga, compañera y hermana en Cristo. Si ella se califica como “espiritual”, es hora de actuar.

Pablo también delinea qué se espera del ministerio de la persona espiritual: “que vuelva al camino recto”. La meta es una restauración completa, y no hay que contentarse con una simple disculpa sino que, como se dice vulgarmente, hay que cortar por lo sano. El objetivo es que el esposo violento viva en la plenitud del Espíritu Santo.

Pablo indica la actitud con que ella debe vestirse: “… con ternura y humildad. Y tengan mucho cuidado de no caer ustedes en la misma tentación.” Es una exhortación para confrontarlo con una actitud de humildad, no de superioridad.

Mi sugerencia es que ella pase tiempo en la presencia de Dios a fin de tener la seguridad de que al llevar a cabo este ministerio de restauración ella

1) es guiada por el Espíritu de Dios,
2) posee una actitud de mansedumbre.

El siguiente paso es, Biblia en mano, esperar la hora idónea para hablar con su esposo (reprenderlo, exhortarlo, animarlo, corregirlo, etc.). Es probable que al principio él no reaccione positivamente. No se desanime. Después del primer encuentro, es imprescindible que la esposa mantenga acciones y actitudes que agraden al Señor. Es humillante para la hombría de un esposo ser reprendido por una mujer, en especial su esposa. Pero el Espíritu Santo usará tanto su actitud como sus palabras en el proceso de restauración. Es importante dar tiempo para que el Espíritu Santo actúe en el corazón del esposo. Si todo le pareciera inútil (es decir, si no viera los resultados deseados), no se desanime. La obra es del Señor. Nuestra tarea es ser obedientes y orar con fe.

Si el esposo reconoce su pecado, veamos cómo ella puede ayudarlo.

a) Motívelo a presentar su pecado ante el Señor 1 Juan 1:9.

b) Anímelo a buscar la ayuda de por lo menos un hermano maduro en la fe. Es imprescindible que él dé razón de su comportamiento a alguien. Es difícil quitar la violencia, pero no posible.

c) Es hora de que como pareja renueven sus votos matrimoniales.

d) Investiguen los factores contribuyentes (si los hubiera) que alimentaron el problema. Es importante tratar no sólo con el problema sino también con los factores que fueron usados por Satanás para concebir el pecado en la vida de ese hombre. La investigación ha de ser exhaustiva para que, dadas las mismas circunstancias, no se reincida en el pecado. Es posible que parte tenga que ver con usted como esposa. Sus actitudes, acciones, hábitos o apariencia física, ¿tenían algo que ver? Pregúntele a su marido.

Ahora bien, ¿qué se debe hacer si, a pesar de todo, el marido de esa querida mujer persiste en su pecado?

a) El primer consejo va dirigido a ella. Más que nunca es esencial que mantenga actitudes humildes y espirituales para con él y que siga siendo una esposa sumisa 1 Pedro 3:1.

b) Hay que darle tiempo al esposo para meditar sobre su exhortación. Durante la etapa de espera, que ella cubra a su esposo con oración. El tentador lo quiere ganar para su equipo. Quizá se pregunte: “¿Cuánto tiempo ha de esperar?” No puedo contestar con exactitud. Estoy seguro de que ella sabrá cuándo ha llegado la hora de dar otro paso.

c) El siguiente paso se encuentra en Mateo 18.16 “Si no te oyere (es decir, si dándole el tiempo necesario para arrepentirse no lo hiciera) toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra”. Esto significa que debe consultarlo con los líderes de su iglesia. Después, todo estará en mano de ellos y usted debe volver a su papel de esposa.

Fuente: http://www.ayudapastoral.com