Este blog rinde honor y alabanza al Dios de nuestra salvación a Jesucristo el Señor.

miércoles, 30 de agosto de 2017

Cristianos que se enojan y pecan

Deja la ira y desecha el enojo…Salmo 37:8  Por Felix Antonio Chávez 



La biblia dice que la esperanza de los impíos esta en el enojo, y en el justo es el bien. (Prov.11:23). Si tú eres creyente no debes poner tu esperanza en que el enojo solucionara tus problemas, los problemas se solucionan haciendo el bien. Si pones tu esperanza en el enojo, estas actuando como un impío. Hay personas que creen que enfurecerse es la solución a sus problemas, sin saber a dónde le llevan. Trataremos de estudiar las consecuencias del enojo para que lo desechemos en nuestro corazón.

Dice la biblia que el enojo, reposa en seno de los necios. (Eclesiastes.7:9). La palabra reposa quiere decir descansa, se establece, en el seno de los necios. Por esa razón no frecuentar esas personas, porque son el seno o el hogar donde se resguarda uno de nuestros enemigos: el enojo. La palabra necio habla de gente boba, de las personas sin entendimientos. Si tú quitas de tu corazón el enojo, apartas de tu carne el mal. (Eclesiastés. 11:10). Esta es una declaración muy importante que debemos considerar siempre. Cuanto mal nos evitamos cuando evitamos el enojo. Estudiaremos los males que nos evitamos. Veamos

El enojo nos lleva a darle lugar al diablo. (Efesios 4: 26,27). Darle lugar al diablo expresa una declaración muy fulminante. La palabra darle de conceder, de entregar, de darle libertad, de presentarle una oportunidad a nuestro archí enemigo. Es servirle en bandeja un lugar para que el nos dañe y dañe a otros por medio de nosotros. Es darle campo de acción a nuestro enemigo, es ofrecerle las condiciones para que Satanás obre. Por esa y otras razones debemos ver el enojo y la ira como algo que no nos conviene.

También nos lleva a contristar al Espíritu Santo. (Efesios.4:30,31).Nos lleva a poner triste a Dios. El Espíritu Santo se entristece porque sabe que nos volvemos vulnerables y nos exponemos a la disciplina de Dios. Primero porque le estamos dando lugar al diablo y después dañamos a otros y nos volvemos en instrumento de Satanás y no de Dios. Después ese enojo se convertirá en ira, y después en gritos, y después en palabras que no debemos decir y será de no acabar. Efesios 4:30,31.
Por eso no dejes que el sol se ponga sobre tu enojo. Resuelve tu problema antes que sea demasiado tarde….

“Airaos, pero no pequéis”



Esta fotografía de personas airadas ilustra el artículo ‘Airaos, pero no pequéis’, título encontrado en Efesios 4:26-27 donde el apóstol añade: ‘no se ponga el sol sobre vuestra ira, ni deis lugar al diablo’.

“Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestra ira, ni deis lugar al diablo” (Efesios 4:26-27). “Airaos…”, dice el apóstol Pablo. ¿Tiene sentido interpretar este verbo como mandamiento? Como queriendo decir: “Cristianos, aírense; enójense, enfádense, pero no pequen”. ¿O como licencia divina para airarse? Parafraseando: “Cristianos, ustedes pueden airarse, enojarse, mostrarse enfadados, siempre y cuando no pequen”. Por dos razones principales fuertes opinamos que ni la primera interpretación, ni la segunda, serían acertadas.

Primera razón. 
El peso grandísimo de declaraciones divinas contra todo tipo de ira, enojo, enfado. -Mateo 5:22. “Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego.”

Observaciones. Bien que haya algunas diferencias entre enojo, ira y enfado, los tres vocablos identifican más o menos los mismos estados de sentimientos, emociones, pasiones. Enojarse contra su hermano sería, pues, prácticamente lo mismo que airarse contra su hermano, enfadarse contra su hermano. Acción que acarrea la sentencia de ser “culpable de juicio”, apunta el Señor Jesucristo. Acción que tiende a desembocar rápidamente en otras dos acciones todavía más nocivas, a saber: decir “Necio” al hermano, o peor aún, “Fatuo”. ¡Tres acciones, pues, sumamente peligrosas, cada una con su penalidad! A no ser que el culpable refrene su ira y su lengua, arrepintiéndose.  “…culpable…” implica pecado. ¿Cuál pecado? “…culpable de juicio…”, entiéndase, de haber enjuiciado a su hermano, implicándose que con juicio injusto o sin misericordia. Tratándose de la segunda acción, “…culpable ante el concilio”, o sea, el concilio judío del tiempo de Cristo conocido como el “Sanedrín”, el concilio de los setenta. Y la tercera, “…expuesto al infierno de fuego”, es decir, arriesga ser echado al Gehena, el cual es el castigo eterno.

Santiago 1:19-20. “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse;  porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios.”

Comentarios. He aquí una afirmación llana del Espíritu Santo: “…la ira del hombre no obra la justicia de Dios”.Afirmación general que abarca toda clase de ira. Ninguna ira del hombre “obra la justicia de Dios”. Reflexionando sobre la naturaleza innata de la “ira del hombre” y considerando sus efectos tanto en el que la siente como en los que sufren sus consecuencias, preguntamos: ¿Cuáles buenos frutos produce “la ira del hombre”? Estoy pensando, pensando, analizando, rebuscando entre mis experiencias y observaciones. ¡No se me viene a la mente ninguno! Se pudiera postular que, en algunos casos, la ira provoca al que la siente a tomar acciones para corregir o eliminar males que el conformismo o la dejadez toleran. Más sin embargo, emociones más sanas que la ira deberían motivar a la remoción de tales males, por ejemplo, deseos de hacer lo mejor posible, de perfeccionar, pasión por el orden, amor por lo santo y puro. Este es mi parecer.

Ahora bien, si ningún fruto bueno produce la ira en el cristiano, ¿con qué justificación identificar nosotros cualquier manifestación de ira como “una ira humana buena”, como “ira santa”, como “santa indignación”? Volvemos a preguntar: ¿Qué de “bueno” o “santo” hay en “la ira del hombre”? ¿“Justificada su ira, enojo, indignación” en algunas situaciones? De acuerdo. Pero, aun en tales circunstancias, ¿qué bien produce? Nos cuentan que cierto pastor pentecostal, muy molesto por los importunos de un hombre medio ebrio, le propició un sonante puñetazo. Luego, comentó a los que presenciaron el acto que había asestado al borracho “un santo puñetazo”. ¡Tan “santo” aquel puñetazo como “santa” la ira que lo motivó!

Mediante la expresión “…tardo para airarse”, Santiago reconoce la tendencia del hombre, no exceptuándose el cristiano, a airarse. Pero, el cristiano ha de estar pendiente a cualquier manifestación  de esta tendencia, no dándole rienda suelta sino restringiéndola y frenándola, hasta pararla a tiempo, antes de que estalle en pecado. Claro que el cristiano puede llegar a airarse, enojarse, enfadarse, pese a las medidas que tome para evitarlo, pero Santiago no dice ni implica que tal ira sea “buena”, “justa”, “santa” o “cristiana”. No dice ni implica que tal ira convenga al cristiano, que sea, de alguna forma, saludable para él.

Gálatas 5:19-21. 19 “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, 20 idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, 21 envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.” Comentario. Las “iras”, plural, las distintas clases de ira, el Espíritu Santo las clasifica como “obras de la carne”, advirtiendo que “los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”.  

Efesios 4:31. “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia.”

Comentario. Habiendo dicho el apóstol Pablo “Airaos, pero no pequéis” en Efesios 4:26, tan solo cuatro versículos más adelante escribe: “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería…” Subrayamos: “…toda… ira”; todo “…enojo…”; “toda… gritería…”. Pluralidad de enojos, iras, griterías. “Cristianos, quítense todas esas emociones y acciones.” Esto es lo mismo que decir: “No se aíren; no se enojen; no griten”. ¡Gritando!, es, precisamente, como el airado, enojado, enfado suele exteriorizar sus sentimientos violentos. ¿Qué tal el cristiano culpable de “gritería”? ¡Para el piso cae su testimonio, hecho añicos! Es, pues, necesario interpretar el versículo 26 a la luz del versículo 31, como además, a la de los demás textos relevantes que estamos citando.

Colosenses 3:8. “Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca.”
Observación. Este texto es paralelo con Efesios 4:31. Lo que Pablo enseñó a los cristianos en Éfeso también se lo enseñó a los cristianos en Colosos.

Segunda razón.
Los significados de “ira, enojo, enfado e indignación” resaltan la incompatibilidad fundamental de estas emociones con los atributos de cristiano maduro. (segun diccionario) Ira..  Enfado muy grande o violento en el que la persona pierde el dominio sobre sí misma y siente indignación y enojo.” Observaciones. ¿Qué convenga al cristiano tener un “enfado muy grande o violento”? ¡Inconcebible! ¿Qué la persona cristiana pierda “el dominio sobre sí misma”? Pero el “espíritu de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7) es el que ha de tener, no permitiendo que sentimientos contraproducentes, incluso la ira, le dominen en contra de su propia voluntad. La “Ira” se levanta agresivamente contra “Dominio Propio”, y de no responder este con poder y disciplina, “Ira” lo echará al suelo, pisoteándolo. Son enemigos por naturaleza.

Enojo. Sentimiento que una persona experimenta cuando se siente contrariada o perjudicada por otra o por una cosa, como ante una falta de respeto, una desobediencia o un error.” Indignación. Sentimiento de intenso enfado que provoca un acto que se considera injusto, ofensivo o perjudicial.” Observación. El “enfado”, ya “intenso” ya del grado que sea, es menester que el cristiano lo controle enseguida para evitar pronunciar palabras o tomar acciones que caigan en la categoría de pecado. Enfado. Sentimiento que una persona experimenta cuando se siente contrariada o perjudicada por otra o por una cosa, como ante una falta de respeto, una desobediencia o un error.”

Descartando las dos interpretaciones de Efesios 4:26 que acabamos de analizar porque contradicen, esencialmente, algunas enseñanzas claras del Nuevo Testamento, como también el sentido común de lo correcto, preguntamos: En realidad, ¿qué es el significado de “Airaos, pero no pequéis”? Personalmente, entiendo que, efectivamente, el Espíritu Santo está diciendo, mediante Pablo, parafraseando: “Ustedes, cristianos, van a airarse en ocasiones porque, inevitablemente, eventos o circunstancias de la vida humana en la tierra despertarán en algún momento esta emoción en sus corazones, pero cuidado de que la ira no les lleve a pecar”.

Así que, “Airaos” no es mandamiento, interpretación descabellada inherentemente, ni licencia implícita divina para airarse, sino reconocimiento de la muy probable manifestación, aun inevitable, de la ira en el cristiano durante su travesía accidentada, a veces tumultuosa, por este mundo lleno al borde de provocaciones de toda suerte. Ira, enojo, enfado, indignación: emociones toleradas en el cristiano, siempre y cuando no resulten en pecado –insultos, maldiciones, blasfemias; golpes, y peor. Emociones no elogiadas en el cristiano. Sentimientos de los que no se dice ni se implica que hagan bien a su espíritu, que resulten en más santidad o espiritualidad. Sentimientos no provocados nunca por lo bueno sino siempre por lo negativo, ofensivo, dañino, malo. Que no los tendremos nunca en el cielo, no habiendo allá causas nefastas que los despierten.

“Airaos, pero no pequéis…” No que les convenga airarse, pero será tolerado, con tal de que la ira no los lleve a pecar. Y será tolerado, con tal de no ser prolongada su ira, sostenida por mucho tiempo, pues este es el significado de la muy citada expresión paulina “…no se ponga el sol sobre vuestra ira”. Porque retener la ira en la mente hora tras hora, día tras día, lo que hace es alimentar frustraciones, amarguras, deseos de venganza, depresiones –sentimientos igualmente dañinos cuyo desenlace común es la violencia, bien verbal bien física. Así pues, buen cristiano, airarse será tolerado dentro de estos parámetros, pero no será tolerable como estado mental-emocional-espiritual habitual.

Muchísimo mejor será para nosotros esforzarnos para tener los buenos atributos de tranquilidad, dominio propio, dignidad, templanza,  ecuanimidad, calma, paz, y en última instancia, resignación, particularmente al confrontar injusticias, contrariedades insensatas, conductas ofensivas, acusaciones sin fundamento, argumentos ilógicos, persecuciones arbitrarias o cualquier otra provocación motivada por el mal en sus multifacéticas manifestaciones.

 Fuente: http://www.editoriallapaz.org