Este blog rinde honor y alabanza al Dios de nuestra salvación a Jesucristo el Señor.

sábado, 21 de octubre de 2017

¿Podemos unirnos con los pecadores?

Ya que Jesús estuvo con pecadores, ¿podemos asociarnos con los inconversos?


En estos días se ha desatado una gran controversia debido a que el conocido pastor y cantante Marcos Yaroide ha organizado un concierto con artistas seculares, desde merengueros hasta reguetoneros. Él dice que quiere “salir de las cuatro paredes” e “ir como me mandó Jesús a todo el mundo sin excepción de personas”, por lo que ha nombrado el evento “Luz en las tinieblas”. 

Las respuestas han sido tan variadas como se podría esperar. Aquellos que condenan las acciones del cantante lo consideran una muestra de mundanalidad en la iglesia y de mezclar lo sagrado con lo profano (teniendo en cuenta que al menos uno de los artistas invitados es reconocido por lo prosaico de sus canciones, al nivel que no me atrevo ni siquiera a hacer link a sus canciones). Los que apoyan este espectáculo lo hacen usualmente refiriéndose a las afirmaciones de Jesús de que sus discípulos son la sal de la tierra y la luz del mundo (Mt. 5:13-16), y diciendo que esto es seguir el ejemplo de Jesús, quien era acusado por recibir a los pecadores y comer con ellos (Lc. 15:2).

Hay algo de verdad en el argumento de que ya que Jesús estuvo con pecadores, debemos interactuar con ellos. La Palabra dice que la luz de la iglesia debe brillar “delante de los hombres” (Mt. 5:16), lo que implica estar afuera de las paredes de la iglesia. No cabe duda que Jesús aceptó diversas invitaciones de personas de baja reputación (Mt. 9:11). Y Pedro también fue acusado de cosas similares (Hch. 11:13). Pero creo que debemos reflexionar un poco más en la Escritura y ver, por un lado, que si bien hay un ejemplo y llamado a estar con pecadores, esto no es lo mismo a asociarnos con ellos. Además, debemos meditar en el propósito y las circunstancias donde Jesús y los apóstoles compartieron con los inconversos. Al hacer esto nos cuidaremos de que nuestra sal no se vuelva insípida, ni terminemos siendo influenciados más que siendo influyentes.

El asunto del yugo

Desde el principio de la Biblia vemos que Dios ha hecho diferenciación entre dos pueblos: Su posesión especial, y los demás. Israel y las naciones. La iglesia y el mundo. Los justos y los incrédulos. A lo largo de la Escritura vemos que si bien Dios ama a todo el mundo, Él tiene un amor especial por sus redimidos, aquellos que Él adoptó a su familia, aquellos que creen en el Hijo y tienen vida eterna (1 Jn. 3:1). Esta distinción es importante al observar lo que Pablo nos dice en 2 Corintios 6: 14-18:

“No estén unidos en yugo desigual con los incrédulos, pues ¿qué asociación tienen la justicia y la iniquidad? ¿O qué comunión la luz con las tinieblas? ¿O qué armonía tiene Cristo con Belial? ¿O qué tiene en común un creyente con un incrédulo? ¿O qué acuerdo tiene el templo de Dios con los ídolos? Porque nosotros somos el templo del Dios vivo”.

Un yugo es una especie de collar que une a dos animales para que puedan jalar juntos. Lamentablemente, la iglesia en general ha entendido el concepto del yugo desigual solo en cuanto a las relaciones amorosas, pero ese no es la única forma de cometer tal pecado. Los principios detrás del yugo desigual se aplican a toda asociación de igualdad entre creyentes y no creyentes. La pregunta sigue siendo la misma que hace Pablo, “¿qué asociación tienen la justicia y la iniquidad? ¿O qué comunión la luz con las tinieblas?”.

Esto no significa que no podemos tener relaciones con inconversos. Pablo enseña que para no tener ninguna relación con incrédulos, ¡tendríamos que salir de este mundo! (1 Corintios 5:9-11). Tendremos inconversos como compañeros de trabajo y de estudios; como jefes; como empleados; aun como amigos y familiares. Y es en estas asociaciones que nuestra luz, la luz de Jesús, debe brillar. Pero eso no significa que entraremos en una sociedad de igualdad con ellos: no somos la misma “especie: como para entrar en un yugo de iguales. Es participar en las obras de las tinieblas, como nos enseña Efesios 5:6-12:

“Que nadie los engañe con palabras vanas, pues por causa de estas cosas la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia. Por tanto, no sean partícipes con ellos; porque antes ustedes eran tinieblas, pero ahora son luz en el Señor; anden como hijos de luz... Examinen qué es lo que agrada al Señor, y no participen en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien, desenmascarenlas. Porque es vergonzoso aun hablar de las cosas que ellos hacen en secreto. Pero todas las cosas se hacen visibles cuando son expuestas por la luz”.

El que cristianos organicen eventos y conciertos con inconversos, o que entren en asociaciones de negocios en igualdad es, según veo en las Escrituras, entrar en yugo desigual. De una forma u otra, es participar con ellos en las obras estériles de las tinieblas en vez de desenmascararlas. ¿Qué va a hacer un socio de negocio cuando su compañero inconverso quiera esquivar impuestos ilegítimamente? De manera puntual, ¿qué hará este pastor cuando uno de sus invitados esté alabando al pecado como diversión? A menos que esté desenmascarando las obras estériles de las tinieblas, está participando en ellas con su invitación.

Trayendo luz

Como ya hemos visto, Jesús anduvo con inconversos y personas de mala reputación. Esta era una de las razones por las que regularmente le criticaban (Lc. 7:34). El argumento que muchos hacen, entonces, es que ya que Jesús estuvo con pecadores en sus casas y donde ellos se congregaban, nosotros debemos ir a estar con ellos y congregarnos donde ellos estén.

Hay algo de verdad en esto. Pero al observar qué pasaba donde Jesús estaba, veremos que no podemos usar tal argumento para justificar el participar en discotecas o el hacer eventos evangelísticos usando personas y formas mundanas. Por ejemplo, cuando Jesús es acusado en Lucas 15 de que Él recibe a pecadores y come con ellos, Él inmediatamente profiere las parábolas de la oveja perdida, la moneda perdida, y el hijo pródigo. Su punto: “Yo estoy con pecadores con el objetivo único de traerlos al arrepentimiento”. Cuando es criticado en Mateo 9 por comer con publicanos, ¿sabes con quién andaba? ¡Con Mateo! (Mateo 9:9-13). Algo similar vemos cuando Él estuvo con la mujer samaritana (Juan 4)  y con Zaqueo (Lucas 19). Por lo que podemos ver, Jesús estaba con pecadores, pero cuando Él salía de allí, ¡ellos eran discípulos! Esto no es similar a compartir un escenario con ellos, ni tampoco el cantar para su entretenimiento.

Algo más debe decirse sobre esto: en los lugares donde Jesús iba, la Biblia no registra que se estuviera activamente cometiendo pecado. La Biblia sí registra un momento donde Cristo fue a un lugar con pecadores que estaban activamente cometiendo pecado, y lo hace en los cuatro evangelios. Y allí también quedó más limpio cuando Él salió de alli, pero esa vez él lo hizo con un látigo más que con palabras. Como lo resume Joe Carter en un artículo (en inglés) sobre el tema:

Ya que Jesús (cenó/festejó/estuvo) con pecadores en los lugares donde ellos se congregaban, nosotros también debemos hacerlo siempre y cuando: (1) ellos no estén buscando pecar activamente, (2) tenemos el propósito de llamarlos al arrepentimiento, (3) nuestra presencia no promueve el pecado y la ofensa a Dios y (4) esos pecadores no sean creyentes profesos (cumpliendo con 1 Corintios 5:11).

Se trata del evangelio

¿Por qué es esto importante? ¿Por qué no simplemente “amar a todo el mundo y no juzgar y estar con ellos y disfrutar la vida? Porque si colaboramos con los inconversos, si disminuimos las barreras entre ellos y nosotros, estamos dando la idea de que, al final, todos somos iguales. Y sí, todos somos igualmente pecadores. Pero algunos somos pecadores arrepentidos. Y ahora, por el sacrificio de Jesús, los que se arrepienten son llamados santos. Al ignorar esto, no solo estamos ofendiendo la santidad del Señor, sino que estamos inadvertidamente contribuyendo a que los perdidos sigan perdiéndose, puesto que estamos apoyando su estilo de vida, sus cantantes, su entretenimiento y sus altares. El llamado del evangelio es muy diferente:  “Arrepiéntanse y conviértanse, para que sus pecados sean borrados, a fin de que tiempos de alivio vengan de la presencia del Señor”.

Fuente: https://www.thegospelcoalition.org

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