Este blog rinde honor y alabanza al Dios de nuestra salvación a Jesucristo el Señor.

sábado, 31 de mayo de 2014

Extraviados o descarriados

Ayudemos a quienes se han apartado del rebaño



“Regocíjense conmigo, porque he hallado mi oveja que estaba perdida.” (LUC. 15:6.)

A JESUCRISTO, el Hijo primogénito de Jehová, se le llama el “gran pastor de las ovejas” (Heb. 13:20). Como predijeron las Escrituras, vino a la Tierra y fue un Pastor excepcional que se esforzó por encontrar a “las ovejas perdidas” de Israel (Mat. 2:1-6; 15:24). Lo que es más, tal como los pastores estaban dispuestos a dar la vida para proteger a sus ovejas, Jesús sacrificó su vida para rescatar a las personas mansas como ovejas que quisieran aprovechar ese sacrificio (Juan 10:11, 15; 1 Juan 2:1, 2).

Lamentablemente, algunas personas que llegaron a valorar el sacrificio de Jesús y se dedicaron a Dios ya no son ahora miembros activos de la congregación cristiana. Es probable que el desánimo, los problemas de salud u otros factores hayan apagado su entusiasmo y por eso se hayan alejado. No obstante, hay que recordar que solo quienes forman parte del rebaño de Dios pueden tener la paz y felicidad de las que habló David en el Salmo 23. Allí, David cantó lo siguiente: “Jehová es mi Pastor. Nada me faltará” (Sal. 23:1). En efecto, a los miembros del rebaño de Dios no les falta nada en sentido espiritual, pero, lamentablemente, no puede decirse lo mismo de las ovejas que se han extraviado. ¿Quién puede ayudarlas? ¿Qué tipo de ayuda necesitan? ¿Qué puede hacerse para que regresen al rebaño?

¿Quién puede ayudarlos?

Exige mucho esfuerzo recuperar a las ovejas del rebaño de Dios que se han descarriado (Sal. 100:3). Jesús lo ilustró de esta forma: “Si cierto hombre llega a tener cien ovejas y una de ellas se descarría, ¿no dejará las noventa y nueve sobre las montañas y emprenderá una búsqueda por la que anda descarriada? Y si sucede que la halla, de seguro les digo, se regocija más por ella que por las noventa y nueve que no se han descarriado. Así mismo, no es cosa deseable a mi Padre que está en el cielo el que uno de estos pequeños perezca” (Mat. 18:12-14). ¿Quién puede ayudar a quienes se han alejado del rebaño?

Sin duda, los esforzados cristianos pueden ayudar a las ovejas perdidas. Pero para ello deben recordar que el rebaño está compuesto por personas dedicadas a Jehová. Así es, se trata del valiosísimo rebaño que Dios apacienta, o pastorea (Sal. 79:13). Esas queridas ovejas necesitan tiernos cuidados, de modo que los pastores deben tratarlas con afecto y preocuparse por ellas. Las visitas de pastoreo cordiales les serán de gran ayuda, pues el estímulo que reciban puede fortalecerlas espiritualmente y animarlas a regresar al rebaño (1 Cor. 8:1).

Los pastores del rebaño de Dios tienen la obligación de buscar a las ovejas perdidas y tratar de ayudarlas. 

El apóstol Pablo les recordó a los ancianos de la antigua Éfeso cuáles eran sus deberes como pastores: “Presten atención a sí mismos y a todo el rebaño, entre el cual el espíritu santo los ha nombrado obispos, para pastorear la congregación de Dios, que él compró con la sangre del Hijo suyo” (Hech. 20:28). De igual manera, el apóstol Pedro exhortó así a los ancianos ungidos: “Pastoreen el rebaño de Dios bajo su custodia, no como obligados, sino de buena gana; tampoco por amor a ganancia falta de honradez, sino con empeño; tampoco como enseñoreándose de los que son la herencia de Dios, sino haciéndose ejemplos del rebaño” (1 Ped. 5:1-3).

Los pastores cristianos deben imitar al “pastor excelente”, Jesús (Juan 10:11). Él se interesaba profundamente en las ovejas de Dios. Y destacó la importancia de cuidarlas cuando le dijo a Simón Pedro: “Pastorea mis ovejas” (léase Juan 21:15-17). Las ovejitas necesitan aún más cuidados hoy día, pues el Diablo está más empeñado que nunca en quebrantar su lealtad a Dios. Él se aprovecha de las debilidades humanas y utiliza el mundo para tratar de hacer que pequen (1 Juan 2:15-17; 5:19). Quienes están inactivos son particularmente vulnerables; por eso necesitan que se les ayude a seguir el consejo de andar “en el espíritu” (Gál. 5:16-21, 25). ¿Y qué deben hacer los ancianos para poder ayudarlos? Pedir la guía y el espíritu santo de Dios, y usar las Escrituras hábilmente (Pro. 3:5, 6; Luc. 11:13; Heb. 4:12).

Los pastores del antiguo Israel guiaban al rebaño usando una vara larga y curva llamada cayado. Cuando metían o sacaban a las ovejas del corral, las hacían pasar “bajo el cayado” para poder contarlas y asegurarse de que ninguna faltara (Lev. 27:32; Miq. 2:12; 7:14). De igual forma, los pastores cristianos deben conocer bien el rebaño de Dios que está a su cargo y estar pendientes de lo que le sucede (compárese con Proverbios 27:23). De ahí que a los cuerpos de ancianos les importe tanto la labor de pastoreo y tomen las medidas para ayudar a quienes se han alejado. Jehová mismo aseguró que él buscaría a sus ovejas y les daría el cuidado que necesitaban (Eze. 34:11). Por eso le complace ver que los ancianos lo imitan y ayudan a las ovejas descarriadas a regresar al rebaño.

Cuando un cristiano se enferma, la visita de un pastor del rebaño de Dios puede alegrarlo y fortalecerlo. Lo mismo se puede decir cuando un hermano espiritualmente enfermo recibe atención personal. Entre otras cosas, los ancianos podrían leerle algunos versículos de la Biblia, repasar un artículo de las revistas, hablar de algún punto importante de la reunión y orar con él. Podrían decirle que a la congregación le encantaría verlo de nuevo en las reuniones (2 Cor. 1:3-7; Sant. 5:13-15). Una visita, una llamada telefónica o una carta pueden significar muchísimo para el hermano. Además, ayudar a una oveja perdida brinda gran satisfacción al pastor.

En este sistema, muchas personas dedican toda su existencia a hacerse ricos, pero una sola vida vale mucho más que todo el oro del mundo. Así lo recalcó Jesús en la parábola sobre la oveja perdida (Mat. 18:12-14). Nunca olvide este punto y siga esforzándose con toda urgencia por ayudar a las queridas ovejas del Señor  que se han descarriado.

Fuente: http://wol.jw.org/es

domingo, 25 de mayo de 2014

La viuda pobre que sorprendió a Jesús

La Ofrenda De La Viuda (Lucas 21:1-4)


Al leer los evangelios y familiarizarnos con la vida de Jesús y sus enseñanzas, encontraremos un caudal de bellas y ricas lecciones que pueden ayudarnos grandemente en nuestra vida cristiana.

Jesús se topó con diferentes tipos de personas a través de su vida terrenal: gente rica, pobres, educadas y de diferentes niveles sociales. Podemos ver también el trato de Jesús para con todos. En el relato de Lucas sobre la viuda, la escritura no dice quién era esta mujer, cuál era su nombre, de qué tribu descendía, solo se nos dice que era una viuda pobre. ¿Cómo Jesús sabía esta mujer era viuda? Sabemos que El tenía todos los atributos divinos de Dios, y por lo tanto sabía todas las cosas. No hay nada que pueda escapar la atención y presencia de Dios.

Dos cosas que vio Jesús

Vio a los ricos que echaban las ofrendas en el arca y también a una mujer viuda muy pobre que echaba su ofrenda (vs. 1,2). Mientras que muchos se fijaban en las cosas superficiales y en la belleza exterior del templo, Dios se está fijando en los corazones de los hombres. Algunos parece que trataron de impresionar a Jesús con la apariencia hermosa del templo y así desviar la atención de cosas que eran de mayor valor e importancia. Jesús vio la diferencia entre la ofrenda de los ricos y la viuda. ¿Qué es de gran estima y grande para Dios? Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado, "al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios" (Salmos 51:17).

Jesús la exaltó

Echó más que todos, aunque era poco comparado con los ricos, pero era todo lo que tenía. Aunque esta viuda era pobre materialmente, fue rica para con Dios. Aunque no tenía alta educación, una vida triste tal vez y de poca importancia para la sociedad, tenía algo de mucho más valor que el dinero y las cosas perecederas de esta vida. ¡Tenía fe! Por lo tanto, confiaba en que Dios no la iba a olvidar. Tenía esperanza por lo cual no dudo en ningún momento deshacerse de sus dos únicas monedas. Estaba haciendo tesoros en el cielo donde estaba puesta su esperanza (Mateo 6:19-21). Estaba haciendo depósitos para aquel día (2 Timoteo 1:12), aunque llevaba una vida dura y difícil, tenía riquezas espirituales de gozo y de esperanza.

¿En qué consiste la grandeza?

Consiste sencillamente en tener la fe y la esperanza en Dios y demostrarlo con hechos como hizo la viuda. Jesús no pasó por alto la obra de esta pobre viuda, la reconoció allí ante los demás.

¿Qué para Dios es grande y de grande estima? 

(a) Que le conozcamos, que pongamos la fe y esperanza en El, no en las riquezas, ni el conocimiento de este mundo, sino en las riquezas de la vida eterna, como hizo la viuda (Jeremías 9:23-24), 
(b) el sacrificio que hagamos por la causa del Señor a pesar de las dificultades que puedan venir a nuestra vida.

¿Qué aprendemos de esta enseñanza de Jesús?

(1) Que Dios se fija en todo, no pasa por alto lo que hagamos por Su causa.
(2) Que todo esfuerzo y sacrificio no es en vano, porque Dios lo tiene registrado (1 Corintios 15:58).

¿Dónde está su fe y esperanza? ¿En el dinero y las cosas de esta vida? o, ¿en el cielo como la viuda? Aprendamos de ella. Imitémosla.

Fuente:.bible.ca

lunes, 19 de mayo de 2014

Matar cristianos no me llevará al cielo, sino al infierno

Testimonio de un ex-miembro de Boko Haram, grupo terrorista, mayor perseguidor de los cristianos
Fuerzas del mal operan en el grupo terrorista


"Me uní al Centro Islámico de mi región en 2010. Allí nos enseñaron árabe. Cada año, enviaban 20 personas a Irán para proporcionarles una formación especial. Nuestra grupo se denomina Sh*tte, pero tenemos la misma agenda que la secta Boko Haram. Tengan en cuenta que los occidentales creen que Boko Haram solamente es un grupo, pero hay al menos otros seis grupos islámicos que también forman parte de Boko Haram”.

“Cada vez que nos enterábamos de que alguno de los grupos estaba luchando contra los cristianos, nos uníamos a ellos. Mi grupo ha sido un movimiento islámico desde hace mucho tiempo, incluso antes de que yo naciera. Reinó en el norte de África durante el mandato del general Abacha y, de hecho, tiene muchas sucursales en esa zona, en los territorios de Kastina, Kaduna, Zamfara, Kano, Bauchi, Borno, Gombe y Zaria, entre otros”.

“A veces, cuando queremos causar daños a los cristianos de la zona, contratamos nuestro propio autobús, y así nos desplazamos con nuestras armas. En mi grupo, yo era una de las personas de confianza, porque era un seguidor obediente y leal. Incluso, tenía mi propia oficina secreta en la que recibía a los delegados de los patrocinadores cuando nuestro jefe no estaba. Allí también escuchaba las necesidades de nuestros miembros. Por eso, no participé en algunos de los ataques a los cristianos, ya que me encargaba de cuidar el frente interno. Nuestros líderes nos convencían de luchar contra los cristianos diciéndonos que éstos son enemigos de Alá. Nos decían que cuantos más cristianos matáramos, más posibilidades teníamos de entrar en el cielo”.

RECIBIAMOS ALGUNOS VISITANTES QUE NO ERAN HUMANOS

“Entrenábamos por la noche, alrededor de las 10 horas. Algunos de los aspectos de la formación que recibíamos no eran ordinarios. Por ejemplo, solíamos beber un agua que nos decían que era espiritual y, mientras tanto, nuestros líderes nos entrenaban en las enseñanzas del Corán y recibíamos a algunos visitantes que no eran humanos. Venían porque nuestros líderes los convocaban. Llegaban de tres en tres o de cuatro en cuatro, cogían fuerzas de nuestro agua espiritual, y nos instruían para ser fuertes y luchar”.

“Los visitantes traían un montón de dinero y nos lo entregaban para comprar armas. Solíamos comprar los equipos de armamento a un hombre conocido como “Bayelsa” que, aunque es cristiano, apoya nuestra causa, tanto dándonos dinero en efectivo como proporcionándonos armas”.

“Como he dicho, yo era el segundo al mando en mi grupo y cada vez que nuestro presidente viajaba a Irán, yo actuaba en su nombre. Por eso sé todo lo que pasaba. Antes de llegar al norte, habíamos jurado exterminar a todos los cristianos de Kaduna (Nigeria).
Tomábamos el agua espiritual y nos volvíamos audaces, capaces de hacer el mayor mal posible. El agua espiritual nos hace peligrosos y nos ayuda a matar. El agua también nos fortalece ante los disparos. Las balas no nos hacen daño. Si matamos a muchas personas y cumplimos con nuestra misión, obtenemos el anillo misterioso que poseen nuestros líderes. La última vez, ocho de entre nosotros fuimos seleccionados para obtener el anillo. El anillo nos consigue casi todo lo que le pedimos. Es como un poder para nosotros”.

“No puedo recordar el número de la gente que he matado. La mayoría de las veces, no utilizaba la pistola. Solamente empleamos las armas para disparar a las personas en la piernas. Le decimos a una víctima: “¿vas a convertirte en musulmán, o no?”.  Si se niega, la sacrificamos como a una cabra. Después de matar a la víctima, recogemos su sangre en una pequeña taza y nos la bebemos. Así, el fantasma de la persona muerta no podrá darnos caza en nuestros sueños. Una vez que probamos la sangre de las personas que matamos, éstas ya no aparecen en nuestros sueños. Si no te apetece beber la sangre de la copa, es suficiente con tocar la sangre con los dedos, llevárnosla a la boca y sentir su sabor. Con eso es suficiente para que las víctimas no nos den caza en nuestros sueños”.

“Matamos a los cristianos porque creemos que así vamos a entrar en el cielo al morir"

Nuestros líderes utilizan un pasaje coránico que parece apoyar nuestra acción y que dice que nosotros, los creyentes, no debemos ser amigables con nuestros enemigos, que son los cristianos”.

“Los líderes de nuestros grupos son varios, al igual que nuestros patrocinadores. Las personas que nos financian son nigerianos ricos, algunos de los cuales se encuentran en el Gobierno. Hay gobernadores y senadores entre las personas que nos apoyan. También estamos infiltrados en las fuerzas del ejército nigeriano. En general, les invitamos a la graduación de los estudiantes en la escuela y algunos de ellos, incluso, creen que solamente vamos a predicar y a obtener discípulos. Cuando hacemos estos actos "oficiales’, añadimos una gorra roja a nuestro vestuario de camiseta y pantalones. Eso significa que no vamos a luchar”.

“Desde que asistimos a la escuela elemental, los instructores islámicos nos insisten en que debemos esforzarnos para combatir a los cristianos. Nos enseñaron a estar siempre armados, bien con cuchillo o con pistola”.
“Kaduna es una zona refugio para muchos terroristas islámicos nigerianos. Antes de unirme a la escuela chiíta, participé en varios combates en los que masacramos a muchos cristianos. Los cristianos de Sokoto son los más vulnerables a los ataques de nuestro pueblo, ya que están fácilmente a nuestro alcance. También han tenido mucha suerte estos cristianos porque un importante clérigo islámico ha estado rogándonos durante años para que no les hiciéramos daño”.

“Boko Haram, concretamente, ha entrenado a muchos de sus hombres en Afganistán. Con los talibanes. Habitualmente, unos sesenta hombres de Boko Haram viajan a este país, donde son entrenados en acciones peligrosas”.
“Tras convertirme al cristianismo, no podía ir solo a ningún sitio, porque sabía que todos los miembros de mi grupo estarían buscándome. Por eso, mi pastor decidió sacarme de allí y llevarme a otra zona en la que nadie me conocía”.

“Ahora sé que solamente Dios puede detener la guerra que Boko Haram y otras sectas islámicas han emprendido contra los cristianos en Nigeria. El consejo sincero que puedo ofrecer a todos los cristianos es que deben comenzar a protegerse con sus propias armas, que deben comenzar a prepararse para la guerra”.

“Tras convertirme al cristianismo, me he convertido en un ser diferente. Es como si me hubiera dado un baño completo que ha quitado todas las impurezas de mi cuerpo. Antes, solía andar por ahí como loco, pero ahora estoy más relajado. Antes, tomaba drogas, pero ahora que no las pruebo, me siento más saludable”.

“Ahora sé también que matar cristianos no me llevará al cielo, sino al infierno”.

Fuente: latribunadelpaisvasco.com

jueves, 15 de mayo de 2014

Nos creíamos unos padres perfectos

Testimonio de padres católicos (esta historia le puede pasar a cualquiera)



«Estos son los 4 puntos en los que fallamos como padres»
La tragedia de Camilo nos deja enseñanzas..

Su primer intento de suicidio llegó después de años de inadecuación emocional

Cuentas pendientes con mi hijo muerto
Poder disfrutar de una vida cómoda y holgada fue el objetivo que cumplí a mis 40 años. Tener muchos negocios, una casa grande, una buena finca y numerosos terrenos, nos garantizaba ya una seguridad de futuro, a mí y a mi familia. 
Mi existencia se había convertido en una especie de oropel, que transcurría como un vaivén entre las apariencias y la ostentación. Esperaba con ilusión y ansiedad la llegada de los fines de semana para participar de fiestas, paseos y numerosas reuniones sociales, momentos lúdicos en los que el whisky, la guitarra, la camaradería y el buen humor se convertían el centro de nuestra vida. 

Nos sentíamos orgullosos, plenamente realizados de haber conseguido el éxito que nos propusimos, cumpliendo con los mandamientos que nos imponen la sociedad de consumo y los medios de comunicación: dinero, poder y placer. Yo creía tenerlos en alguna medida y eso me motivaba para seguir aumentándolos.
Para completar nuestra felicidad, gozábamos del aprecio y la aceptación de propios y extraños, teníamos una bonita familia y nos considerábamos, sobre todo, los mejores padres del mundo. 
Los sábados, muy temprano, cuando nos disponíamos a salir para la finca o de paseo con nuestros amigos, despertaba a mi hijo Camilo, de 14 años, para preguntarle:

-Cami, ¿vienes con nosotros?, ¿nos acompañas?
-¡No! –era usualmente su respuesta.
-Sobre la mesa te dejo dinero para el fin de semana y en la nevera hay comida preparada.

Pocas veces le insistía para que se animara a acompañarnos. Mi cabeza y mi corazón estaban puestos en otros intereses y no había tiempo que perder en ruegos y consentimientos a mi hijo. 
Comenzó así una cadena interminable de fines de semana, en los que Camilo quedaba íngrimo, solo, en una casa campestre de 300 metros cuadrados, un espacio suficientemente grande para albergar su soledad y su tristeza.

Una noche, a eso de las once, regresábamos de un cóctel y al llegar a nuestra casa observamos que el cuarto de Camilo tenía la luz encendida, pero no respondía a nuestros llamados. Buscamos la copia de la llave y abrimos. Allí estaba él, tirado en el piso, convulsionando y casi sin respiración ni pulso.
Rápidamente, lo levantamos y lo llevamos en nuestro coche al hospital más cercano, donde llegó inconciente y en estado comatoso. Nuestra angustia se prolongó más de una hora, hasta cuando salió el doctor que lo atendió:
-Su hijo tuvo suerte. –Nos habló, en tono grave y seco. -Ha sufrido una fuerte intoxicación a causa de la ingesta de pastillas y del consumo de alcohol y hachís. Nos costó mucho esfuerzo reanimarlo. –Y antes de darnos la espalda, remató diciéndonos: -Si tardan quince minutos más en traerlo, no habría sobrevivido.

No podíamos creerlo. Esto no nos podía pasar a nosotros. Éramos unos padres perfectos. Éramos gente de bien y no le hacíamos mal a nadie. Los drogadictos estaban lejos de nuestra familia. Nos creíamos, hasta ese día, unos intocables de esta desgracia humana.
Fue a partir de este cimbronazo, cuando reaccioné. Durante horas no hice más que pensar, meditar, reflexionar … Sentí, en lo más profundo de mi ser, que mi vida tenía que cambiar. Cobijado por el insomnio de esa noche, me fijé mi gran meta: ¡Tenía que salvar a mi hijo! 
Abandoné prácticamente mis negocios. Rompí con la rutina de los compromisos sociales. Me dediqué por completo a Camilo. 

Comencé a dialogar con él, como nunca lo había hecho. Traté de adentrarme en su corazón. Puse todo de mí para ganarme su confianza. Una cosa tenía clara: si Camilo se hundía, yo me hundiría con él. Si él se llegaba a perderse, yo me moriría en vida. Mi decisión estaba tomada: sacaría a mi hijo de su infierno personal.
Era la noche de un viernes lluvioso y frío, oscuro. Había quedado con Camilo para acompañarlo a su primera cita con el psiquiatra. Los minutos pasaban y Camilo no aparecía. Esperé durante más de una hora y nunca llegó. En medio de la lluvia y atormentado por el presentimiento de que estaba perdiendo a mi hijo, comencé a llorar. Deambulé por las calles sin importar mojarme. 

De pronto, como un halo de luz, pensé: “Tiene que haber un libro como los que suelen escribir los americanos que diga, por ejemplo: ‘Siete pasos para salvar a su hijo’ o quizás otro cuyo título sea: “Diez consejos prácticos para ser un buen padre”.
Empapado como estaba, pasé la avenida y me dirigí hacia un gran centro comercial, a pocas calles de donde estaba. Subí deprisa por las escaleras eléctricas y allí, justo de frente, estaba la librería en la que esperaba encontrar ese libro mágico que me solucionara todos los problemas de mi hijo. 

Había dado apenas unos pasos cuando observé, a mano izquierda de la entrada, una pila grande de Biblias, que estaban en oferta. Me detuve en seco, como si una voz interior me estuviera diciendo: “para, mira, escucha… este es el libro que estás buscando”. Tomé un ejemplar y pensé: “Algo bueno debe tener este libro, desde que tanta gente habla de él”. 
Yo, a pesar de ser católico y de ir a misa con cierta regularidad, no había tenido jamás una Biblia. Pagué en la caja y salí apresurado en busca de mi carro para llegar cuanto antes a la casa. El corazón me palpitaba agitado durante todo el recorrido y no veía la hora de llegar allí para comenzar a leer la Biblia. 

Seguía lloviendo y en el campo la noche se hacía más oscura. Llegué por fin a casa. Abrí la puerta. Casi ni saludé y de inmediato fui a cambiarme de ropa. No tenía ganas de cenar. Lo único que quería era leer la Biblia. 
Me recosté en la cama y tomé el libro en mis manos. Como no sabía por dónde empezar, la abrí al azar en cualquier parte. Cuál sería mi sorpresa cuando lo primero que leo es: “El Señor sostiene a todos los que caen y endereza a los que están doblados” (Salmo 145,14) ). ¡No podía creerlo! Sentí en ese instante, que Dios me hablaba a mí y me puse a llorar como un niño. 

Sentía que era Dios mismo quien me consolaba con sus palabras, a la vez que me prometía que no dejaría hundir a Camilo, que Él estaba ahí no sólo para sostenerlo sino para levantarlo. Mis lágrimas eran de emoción y de esperanza. Esa noche descubrí al Dios verdadero y desde entonces no ha pasado un sólo día sin que escuche su voz y hable con Él mediante la lectura cotidiana de la Palabra.
Respaldado por la fe y la esperanza, inicié mi ardua tarea de recuperar a mi hijo. Fueron meses de intensa lucha y mucha paciencia. Sentía que Dios estaba conmigo, ayudándome a librar esta dura batalla. Los frutos brotaban día a día: Aprendí a dialogar con Camilo, me gané su confianza, pude adentrarme en su interior y compartir con él sus miedos, sus problemas, sus proyectos, sus sueños. Me sentí, por primera vez en mi vida, un padre de verdad.

Camilo, por su parte, comenzó a cosechar importantes éxitos personales: Se graduó de bachiller un año antes que sus compañeros de colegio, del que había sido expulsado por mala conducta. Se preparó por su cuenta y presentó las pruebas académicas directamente ante el Ministerio de Educación y obtuvo su título con notas sobresalientes. Ingresó luego a la universidad, donde terminó la carrera de Administración y Finanzas. Destacó por su alto desempeño académico, ganándose el derecho a una beca de posgrado en la misma universidad, al haber obtenido las calificaciones más altas del curso. Se reencontró con un compañero de infancia, con el que entabló una estrecha y valiosa amistad, que le ayudó para asumir nuevos retos y descubrir otros horizontes.
Sin embargo, y aunque se vislumbraban los avances, el daño ya estaba hecho. 

Camilo había nacido con un defecto físico y funcional en su rostro. A lo largo de su vida tuvo que ser sometido a numerosas cirugías reconstructivas. Desde pequeño fue víctima de la crueldad de sus amiguitos y compañeritos de colegio. Pronto descubrió que su mejor defensa eran la fuerza y la agresividad. 
Desde los tres años, aprendió a defenderse a golpes de las constantes burlas e imponerse por la fuerza a los ataques que recibía. Los padres de los otros niños y los profesores se quejaban permanentemente ante nosotros. Casi todos los días recibíamos quejas y reclamos por el mal comportamiento de Camilo. 

¿Cuál fue nuestro gran pecado como padres? 
Actuar como ciegos, al no comprender la verdadera causa de la agresividad de Camilo. Tomamos el camino equivocado de la represión y del castigo físico, agravado por la sobreprotección exagerada que le dimos, quizás para compensar los excesos de dureza a los que lo sometimos. Esta mezcla dañina de castigo y sobreprotección, sumada a la amenaza permanente de su entorno y a la agresividad de su defensa, lo convirtieron en un ser inseguro, tímido, egocéntrico, frustrado. 

Tuvieron que pasar catorce años, cuando intentó quitarse la vida, para que mi esposa y yo pudiéramos entender que lo que angustiosamente necesitaba Camilo, era el apoyo moral y emocional de nosotros como papás. La poca autoestima con la que creció se fue apagando en la medida que pasaban los años. Y la bomba explotó cuando debió enfrentarse a la pubertad y a la adolescencia, revestido de una personalidad débil e insegura, que lo convirtió en presa fácil de la discriminación, la soledad y el aislamiento. El daño ya estaba hecho y las consecuencias lo acompañarían irreversiblemente el resto de su vida.

Era innegable que, gracias a su esfuerzo y superación, había llegado a ser un brillante profesional, con una capacidad extraordinaria para la formulación de proyectos financieros, la matemática aplicada y los cálculos actuariales. Pero, en cambio, careció siempre de habilidades sociales para interactuar con los demás. Tímido, introvertido, aislado, solitario. Así pasó buena parte de su vida. 
Cada día, la vida le pesaba más. A medida que pasaba el tiempo, se sentía con menos fuerzas y menos ilusiones para construir su futuro. Cargar a cuestas semejante frustración durante tantos años, lo fue minando por dentro. 
El sufrimiento, como un cáncer del alma, lo iba carcomiendo lentamente. Su fuerza interior se había apagado casi por completo. Desbordado por la angustia que le produjo el nacimiento inesperado de su única hija en un país lejano, a quien no podría ver crecer ni ofrecerle un porvenir seguro, cayó en una profunda crisis nerviosa. Había tocado fondo. Estaba derrotado. 

En la madrugada del sábado 6 de abril de 2013, a sus 34 años, Camilo se despidió para siempre de este mundo. El día anterior, habíamos almorzado con él en un restaurante. Coincidencialmente, en la mesa, quedamos uno en frente del otro. Tenía la mirada triste y no me quitaba los ojos de encima, como si quisiera decirme algo. Me quedé mirándolo también y de pronto, sin saber porqué, se me escaparon de repente unas palabras en forma de promesa:
-Cami: voy a comenzar a escribir un libro sobre ti. Tú tienes una historia muy bella que contar.
Me miró dulcemente y una sonrisa triste afloró en sus labios. No me respondió nada. Hoy entiendo perfectamente cómo, aquella mirada dulce y esa sonrisa triste, lo decían todo.
Epílogo: “Si el grano de trigo no muere, no da fruto” (Juan 12, 24).

Hay seres que trascienden en vida y otros que comienzan a trascender después de que mueren. Camilo hace parte de este segundo grupo. Su historia tiene la marca indeleble del sufrimiento y el dolor, que como compañeros inseparables en su camino, jamás lo abandonaron. Vivió y convivió con el sufrimiento y el dolor durante toda su vida: desde el momento mismo de su engendro y hasta el último respiro con el que se despidió de su soledad y su tristeza. 

Ya muerto nuestro hijo, nos resta preguntarnos: ¿Qué responsabilidad nos cabe como padres?. No se trata de rasgarnos las vestiduras, como tampoco de sentirnos los únicos culpables. No. Sin embargo, después de meditar larga y profundamente, de reflexionar serenamente y de orar sin descanso, hoy nos sentimos obligados a asumir con humildad y sinceridad, nuestra cuota de responsabilidad, tanto en lo que hicimos como en lo que dejamos de hacer en la formación y el acompañamiento de nuestro amado hijo.
La historia de Camilo daría, sin lugar a dudas, para extensos análisis por parte psicólogos y especialistas. Nosotros, revestidos únicamente con la sencillez de la experiencia que dan los errores, creemos que fueron 4 los puntos vitales en los que fallamos como padres:

1.Incapacidad para descubrir, en la edad temprana, los talentos, las aptitudes y las capacidades innatas de nuestro hijo, desperdiciando de esta manera todo un potencial motivacional, que habría sido fundamental para el desarrollo de su personalidad y el fortalecimiento de su autoestima.

2.Haberlo abandonado a su suerte en la etapa más difícil de su vida y cuando más necesitaba de nuestro apoyo. Habíamos cambiado nuestro hijo por las distracciones y placeres que nos ofrece el mundo. Un gravísimo error, máxime cuando nos creíamos unos padres perfectos.

3.Nuestra apatía para fomentar el diálogo con Camilo. Una herramienta imprescindible y necesaria para cultivar la confianza. Ante la falta de diálogo, las relaciones se enfrían y el amor se desvanece. Al no haber confianza ni diálogo en nuestro hogar, Camilo buscó otros refugios.

4.Hoy más que nunca, somos conscientes de la precaria formación espiritual que le dimos a nuestro hijo. A pesar de ser católicos “practicantes”, nuestro testimonio cristiano no fue suficiente para atraerlo y convencerlo, seguramente a causa de nuestras incoherencias y fallos.

Estoy plenamente convencido de que la vida de Camilo, unida a la nuestra como padres suyos, son una experiencia real, llena de vivencias fuertes y desgarradoras, que pueden servir a muchos otros -especialmente a padres con hijos pequeños- como medio de sensibilización para reflexionar y evitar caer en los mismos errores que nosotros. 
Como creyentes, vemos la vida y muerte de Camilo como una bella “Dioscidencia”, para que, como sencillos instrumentos de Dios, podamos llevar un mensaje de luz y esperanza a las familia

Fuente: Religión en libertad

martes, 13 de mayo de 2014

Niños musulmanes que sufren

Los musulmanes y sus estilos de injusticia
Los ‘bacha bereesh’, niños utilizados como esclavos sexuales


Ningún organismo internacional lo ha denunciado. Ninguna organización progresista ha tomado cartas en el asunto. Ninguna salvaje campaña  como la destinada contra los supuestos casos de abusos de menores por parte de algún sacerdote católico.

Son conocidos como los “bacha bereesh”, niños sin barba, adolescentes que se visten como niñas y bailan para sus patrones en fiestas realizadas en el norte de Afganistán. Es una antigua práctica que ha llevado a que algunos de los bailarines sean convertidos en esclavos sexuales por los poderosos y acaudalados patrones, con frecuencia ex líderes militares, que los visten como niñas, les dan regalos y los mantienen como sus “queridas.”

En una sociedad donde los géneros están estrictamente segregados, es común que hombres bailen para sus iguales en bodas en Afganistán. Pero en el norte del país, ex líderes militares y comandantes mujahedines han dado un paso más con concursos por sus niños bailarines. “Cada niño trata de ser el mejor. Se visten con ropa de mujer, tienen campanillas en sus pies y senos artificiales,” explicó Mohammad Yawar, un ex combatiente mujahedín residente en el norteño pueblo de Pul-e Khumri.

La práctica, llamada “bacha bazi” -literalmente “juego de niños”-, tiene una larga historia en el norte del país, pero usualmente no involucra sólo el baile. “Disfruto muchísimo abrazar a un niño. Su aroma y fragancia me mata,” dijo Yawar.

El hombre de negocios, de 38 años, dijo que contrató a un chico de 15 años tres años atrás, para que le ayudara con su trabajo. “Lo he tenido por unos tres años, desde que tenía 15. El buscaba un trabajo y yo le di un lugar donde quedarse,” comentó Yawar, mostrando una fotografía del chico. “No tengo esposa. El es como mi esposa. Lo visto con ropa de mujer y duerme a mi lado. Lo disfruto y él es mi vida,” añadió, besando la fotografía.

SIMBOLO DE STATUS


Ser dueño del niño más atractivo y del mejor bailarín es un símbolo de estatus. Ex comandantes mujahedines realizan fiestas en Pul-e Khumri y sus alrededores una vez por semana, donde se hacen competencias por los niños. “Tener un niño se ha convertido en una costumbre para nosotros. Quien quiera presumir, debe tener un niño,” dijo Enayatullah, un terrateniente de 42 años de la provincia de Baghlan.

“Estuve casado con una mujer por 20 años, ella me dejó debido a mi chico. Me iba con él todas las noches y eventualmente mi esposa decidió dejarme. Estoy feliz con mi decisión, porque estoy acostumbrado a dormir y entretenerme con mi joven chico,” añadió.

Los hombres comentaron que derrochan dinero y regalos en sus jóvenes. “Yo tenía apenas 14 años cuando un ex comandante uzbeko me obligó a tener relaciones sexuales con él,” contó Shir Mohammad en la provincia de Sar-e Pol. “Tiempo después, abandoné a mi familia y me convertí en su secretario. He estado con él por 10 años. Ahora soy un adulto, pero él todavía me quiere y duermo con él,” añadió.

Ahmad Jawad, de 17 años, ha convivido con un acaudalado hacendado durante los últimos dos años. “Estoy acostumbrado. Amo a mi señor. Me gusta bailar y actuar como una mujer y tocarme con mi dueño,” comentó. Cuando se le consultó qué haría cuando sea mayor, el adolescente dijo que “una vez que crezca, seré dueño y tendré mis propios chicos.”

Pero Shir Mohammad, de 24 años, se estaba quedando viejo para ser un bailarín. “Soy adulto ahora y no tengo la belleza de años atrás. Así que propuse casarme con la hija de mi señor y él accedió,” comentó.

POBREZA


Muchos residentes locales pidieron una ofensiva contra la práctica, pero se muestran escépticos de que funcione pues varios de los hombres son poderosos y están bien armados.
Jahan Shah, quien vive en Pul-e Khumri, dijo que el Gobierno y los oficiales de seguridad deberían tomar duras acciones contra los actos inmorales y contra el Islam. “Si no detienen esto, se convertirá en una costumbre y ciento de otros niños se verán involucrados,” afirmó.

La policía y oficiales de seguridad en el norte del país dicen que están realizando su mejor esfuerzo para arrestar a los hombres involucrados. “Es triste decir que esta práctica, que incluye baile de niños, abuso sexual y hasta venta de niños, ocurre desde hace años,” comentó el general Asadollah Amarkhil, el encargado de seguridad de la provincia de Kunduz. “Hemos tomado las medidas para detenerla dentro de nuestras posibilidades,” agregó.

Amarkhil dijo que la pobreza, extendida en Afganistán luego de casi tres décadas de guerra, causó la docilidad de los adolescentes. “Hemos tomado estrictas medidas para salvar la vida de los niños y castigar a los hombres. Estamos tomando pasos para averiguar dónde se reúnen estos hombres y los chicos, luego ir al lugar y arrestarlos,” añadió.

Aquellos que sean declarados culpable de abuso irán a prisión por al menos 15 años, dijo el fiscal principal de Baghlan Hafizullah Khaliqyar. “Tenemos 25 casos de estos actos inmorales. Están siendo procesados y estamos haciendo todo lo posible para abordar el problema,” agregó.

Pero algunos de los hombres dijeron que no están interesados en las mujeres. “Sabemos que es inmoral y va en contra del Islam, pero ¿cómo podemos dejarlo? No nos gustan las mujeres, sólo queremos chicos,” afirmó Chaman Gul, de 35 años y de la provincia de Takhar.

Fuente:  http://www.minutodigital.com/

domingo, 11 de mayo de 2014

Naeem Nasir poderoso predicador de Pakistán


Gran siervo de Dios en medio de la persecución 


Su Testimonio.

La cosa más importante que una persona puede hacer en la vida es llegar a otros con el evangelio de Jesús. Este ha sido el latido del corazón de nuestro ministerio desde su creación en marzo de 2009.

Doy gracias a Dios que me criaron en un hogar con padres temerosos de Dios , que me enseñaron los principios de la vida cristiana en medio de las dificultades. Como adulto joven me convertí en un apasionado de las cosas de Dios y con el tiempo empecé a trabajar para una Iglesia en su oficina.

Después de trabajar para la iglesia durante 2 ½ años se me desarrolló una enfermedad de la piel en los pies . Los médicos me advirtieron que si no tenía un completo descanso y si no me pongo cualquier calzado durante 3 meses la enfermedad podría propagarse a través de mi cuerpo y como resultado perdería el uso de mis pies. Me sorprendió grandemente esto, por lo que presenté mi renuncia en la Iglesia para asegurar que cumpliría los pedidos de los doctores . Al estar tan preocupado por la posibilidad de perder el uso de mis pies, me volví a Dios con una gran desesperación, decidí hacer un voto. Que si él me sanara mis pies, le serviría por el resto de mi vida. Milagrosamente a partir de ese momento y ante el asombro de mis médicos, mis pies empezaron a sanar a un ritmo sin precedentes.

Yo estaba tan feliz, pero no olvidé mi promesa que había hecho a Dios. El 20 de marzo 2009 , recibí una llamada telefónica de un pastor , que me invitaba a participar en una cruzada de sanidad . Yo estaba desempleado sin ingresos y no podía pagar mi viaje. Le pedí a Dios que si era su voluntad entonces él haría y proveería. El fue fiel a su palabra, me abrió puertas y se financió el viaje y yo pude estar en la cruzada. En la cruzada me reuní con lo pastores para compartirles acerca de mi curación milagrosa . Ellos se asombraron tanto por mi testimonio y de mi deseo de servir al Señor, para compartir su palabra con la gente que no conoce al Señor.

Yo les dije que Dios me había llevado a la historia del Buen Samaritano y su deseo era que nosotros podamos ir en ayuda de los necesitados y de los que están sin el Evangelio. A pesar de mi edad, ellos oraron por mí e impusieron sus manos sobre mí. Y fue allí que surgió la visión para el Ministerio el Buen Samaritano . De vuelta a casa , con todas estas experiencias en la mente, y feliz de que Dios me había dado una visión para GSM, me di cuenta de que había muchos retos a los que me gustaría enfrentar.

Yo estaba preocupado por no tener un trabajo asalariado, sobre mis estudios y de mi familia. Le pedí a Dios que me proporcione la sabiduría y la fuerza para cumplir con todos estos retos. Cuando mi familia se enteró de la visión se sorprendieron , y me brindaron de mucho apoyo. Mi madre se comprometió a orar por mí y mi padre me dió todos sus ahorros de los últimos 20 años para apoyar el trabajo de comprar literatura cristiana y del trabajo de las cruzadas . Sin embargo, sus ahorros no duraron mucho. Dios abrió caminos para mí y pude trabajar en red con otros para apoyar el ministerio.

Así nació el ministerio humanitario Good Samaritan Ministries.
¡Toda la gloria sea ahora y siempre para el único que es digno Jesucristo el Señor!

Fuente: http://www.gsministries.org

jueves, 8 de mayo de 2014

Somos niños o adultos en Cristo

Crecimiento espiritual  A.B. Simpson


“Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2ª Pedro 3:18).

He oído contar de un muchacho a quien su madre halló en el jardín al lado de un girasol, tratando de medirse con él. Cuando su madre le preguntó qué significaba aquello, el niño le dijo que trataba de crecer, que quería ser tan alto como el girasol. Cuán verdad es lo que ha dicho el Maestro de nuestros esfuerzos para crecer: “¿Quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?”. El muchacho se estiraba, pero eso no aumentó su estatura. Su madre le diría que lo mejor que podía hacer para crecer era ir a cenar y comérselo todo, hacer ejercicio y estar contento, y que con ello crecería, sin tener que preocuparse de crecer. El deseo de crecer no servía de nada; lo apropiado era poner los ingredientes necesarios.
Lo mismo ocurre con nuestra vida espiritual. El preocuparse y afanarse no ensancha nuestra madurez espiritual. Dios mismo ha revelado el secreto del crecimiento y no es muy distinto del que dio la madre al niño.
Veamos algunos de los principios del progreso espiritual.

La relación del crecimiento con la santificación

No hay un solo párrafo en las Escrituras que despliegue de modo más sustancial las profundidades y alturas de la vida cristiana que los once primeros versículos de 2ª Pedro 1. El versículo 5 es una invitación a crecer en la gracia, pero el versículo 4 nos da el punto de partida desde el cual ha de empezar este crecimiento. No se trata de otra cosa que de la experiencia de la santificación. Las personas a quienes se dirige todo esto ya se supone que han “huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia”, y han pasado a ser “participantes de la naturaleza divina”.

Estos dos hechos constituyen toda la santificación. Es esta experiencia por la cual somos unidos a Cristo en un sentido personal y divino que pasamos a participar de su naturaleza, y la misma persona de Cristo, por medio del Espíritu Santo, viene a residir en nuestros corazones y por medio de este revestimiento pasa a ser la sustancia y soporte de nuestra vida espiritual. El efecto de esto es librarnos “de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia”. El revestimiento de Dios excluye el poder del pecado y el deseo del mal, que es precisamente lo que significa la palabra concupiscencia. Los tiempos de verbo griegos no dejan lugar a duda sobre la cuestión del tiempo y orden de los sucesos. Esta liberación de la corrupción precede a la orden de crecer, y es el mismo terreno de esta orden. Es decir, Dios ha provisto para nuestra santificación y nos ha impartido su naturaleza y librado del poder del pecado, y es por esta razón que hemos de crecer.

Es evidente, pues, que no crecemos hacia la santificación, sino que crecemos de la santificación a la madurez. Esto se corresponde exactamente con la descripción del crecimiento de Cristo mismo, en Lucas 2: “Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él” (v. 40). Nadie va a decir que creció para la santificación. Era santificado desde el principio. Era un niño santificado y creció y se hizo hombre. Y un poco más tarde, en Lucas 2:52 se añade que, a la edad de 12 años “Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres”.

Y así el mismo Cristo es formado en cada uno de nosotros. Se forma como un niño y crece, como Cristo hizo en la tierra, y madura en nuestra vida espiritual, y nosotros crecemos en una unión más íntima con él, y una dependencia íntima y más habitual de él para todas nuestras acciones y nuestra vida.

Amados, ¿hemos llegado al punto de partida del crecimiento espiritual por haber recibido a Cristo como nuestro santificador y nuestra vida?

La relación del crecimiento con las provisiones y recursos de la gracia divina

El mismo hermoso pasaje destaca esto también con gran plenitud y claridad. “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas”. Aquí se nos enseña que Dios ha provisto todos los recursos necesarios para una vida cristiana madura y santa. Estos recursos han sido provistos para nosotros por medio de las gracias y virtudes de nuestro Señor Jesucristo, y nosotros hemos sido llamados a recibirlos y compartirlos. Él nos reviste de su carácter y de sus vestiduras, y nosotros hemos de exhibirlas a los hombres y a los ángeles. Y estas provisiones de gracia son puestas a nuestro alcance, a través de “preciosas y grandísimas promesas” que podemos reclamar y cambiar en divisas celestiales con que negociar toda bendición necesaria.

Esta es la concepción de la vida cristiana que se nos da en el primer capítulo del Evangelio de Juan, en esta corta y maravillosa expresión “gracia sobre gracia”. Esto es, cada gracia que necesitamos ejercitar ya existe en Cristo, y puede ser traspasada a nuestra vida desde él, cuando recibimos de su plenitud, gracia sobre gracia.

En el monte, Moisés recibió órdenes de estudiar un modelo del Tabernáculo, algo así como los modelos que hay en nuestras oficinas de patentes, y que luego son construidos en la realidad. Unas semanas más tarde se podía ver el mismo Tabernáculo que iba siendo construido pieza a pieza en el valle abajo, y cuando quedó completado, era un facsímil exacto del que había visto Moisés en el monte, porque la orden explícita de Dios fue: “Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte”.

El tabernáculo que Dios está construyendo en nuestras vidas se corresponde con aquél. Es precisamente tan celestial en estructura como el otro y, mucho más importante, está destinado a ser, y es, un santuario para Dios. Éste también tiene su modelo en el monte, y podemos verlo con los ojos de la fe, el modelo de lo que ha de ser nuestra vida, la pauta, el plan de todas las gracias de que hemos de ser ejemplo, y la vida que ha de ser edificada, establecida. Todo el material de nuestro edificio espiritual está allí ya, provisto, y el diseño ha sido elaborado en el propósito de Dios y en las provisiones de su gracia. Pero hemos de tomar estos recursos y materiales y momento tras momento, paso a paso, y transferirlo a nuestras vidas. No tenemos que hacer las gracias nosotros mismos, sino tomarlas, llevarlas, vivirlas, exhibirlas. “De su plenitud tomamos todos y gracia sobre gracia”. Sus gracias por nuestras gracias, su amor por nuestro amor, su confianza por nuestra confianza, su poder por nuestra fuerza.

Relación del crecimiento espiritual con nuestros propios esfuerzos y responsabilidad

Aunque es verdad, por una parte, que todos los recursos son provistos divinamente, esto no justifica, por nuestra parte, que tengamos un espíritu de negligencia, pasivo, sino que nos emplaza para que tengamos más diligencia y sinceridad en proseguir adelante en nuestra carrera espiritual. Y por esto el apóstol añade, después de enumerar los recursos de la gracia: “poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud...”, etc. No sirve un lánguido apoyarse en la gracia de Dios, un fatalismo de ensueño, basado en el propósito del Todopoderoso y en su poder, sino una energía incesante y vigorosa por nuestra parte para corresponder a él con la cooperación de nuestra fe, vigilancia y obediencia. El mismo hecho de que haya provisión de gracia hecha por Dios es la base de la exhortación del apóstol a que demos seria atención a este asunto.

Es la misma idea que Pablo expresa en Filipenses: “Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer por su buena voluntad”. Esto no significa que hemos de trabajar para nuestra salvación, porque aquí se nos tiene por ya salvados –pues de otra manera no sería “vuestra”–; la salvación siempre procede de él, y en este sentido es suya. Pero está todavía en embrión, en la infancia, es un principio interior de vida que tiene que ser desarrollado hasta su madurez en cada parte de nuestra vida, y para esto hemos de “poner toda diligencia”, una diligencia verdadera que llega hasta el extremo del “temor y temblor”.

En la parábola de las minas, a cada siervo se le da, al comienzo de su vida espiritual, una medida igual de recursos espirituales. La diferencia en los resultados se ha de hallar en la desigual medida en que ellos han usado el poder que se les ha dado. La diferencia está en la mayor o menor diligencia de los siervos.

Amados, ¿estamos poniendo toda diligencia para sacar el máximo de los recursos divinos, de las preciosas y grandísimas promesas, de la naturaleza divina dentro de nosotros?

La relación de los varios detalles y las respectivas gracias de nuestra vida cristiana

El versículo empleado para describir nuestro progreso espiritual es muy especial y lleno de exquisitas sugerencias. Es como una figura musical. No hay nada que exprese más perfectamente la idea de armonía y de adecuación que la música. Parafraseando nos diría: “Añadid a vuestra fe virtud, conocimiento, dominio propio", etc., exactamente como en una armonía musical perfecta se añade una nota a otra y un compás a otro hasta que se llega al majestuoso coro de aleluyas que hace resonar el cielo, sin que falte nada o haya nada discordante”.

Dios desea que nuestro crecimiento cristiano sea como el crecimiento de un sublime oratorio, un crecimiento en el cual las partes armonicen y el efecto entero sea tan armonioso que nuestra vida sea como un cántico celestial o un coro de aleluyas. La fe es la melodía, pero a esto hay que añadir las otras partes, la virtud, que constituye el tenor; la templanza, que sería el contralto; la paciencia, el bajo; y el conocimiento, la piedad y el amor, el canto mismo, del cual toda la música es el acompañamiento. Es fácil crecer en una dirección y ser fuerte en una peculiaridad, pero sólo la gracia de Dios y el poder de la naturaleza divina dentro puede hacernos capaces de crecer hasta él en todas las cosas, “hasta la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. Una cosa es tener fe y virtud, pero es distinto el tener esto unido al dominio propio y al amor. Una cosa es tener dominio propio, pero otra el que éste se halle combinado con conocimiento. Una cosa es tener afecto fraternal, pero es distinto de tener amor a todos los hombres. Una cosa es tener piedad, pero otra el tenerla en perfecta adecuación con el amor. Es la armonía de todas las partes lo que constituye la perfección del canto y la totalidad de la vida cristiana.

Amado, quizá Dios te ha educado en cada una de las gracias, pero ahora te está educando en la combinación de estas gracias en proporción perfecta, de modo que tu amor se ablande y dulcifique, y como en una cara bien proporcionada, no destaque en ninguna de sus facciones especiales, sino que dé una excelente impresión de conjunto. Así, las virtudes han de añadirse la una a la otra, pero mezcladas unas con otras y templadas la una con la otra. En esto consiste el poder del conjunto.

Se dice que un gran escultor fue visitado por un amigo dos veces en un intervalo de varios meses. El amigo se quedó asombrado al hallar que su trabajo no parecía haber hecho progreso alguno. “¿Qué has hecho durante este tiempo?”. “Bueno –dijo el escultor–, he retocado este rasgo, he redondeado esto, he levantado aquello”. “Pero, ¡esto son pequeñeces, pequeños toques!”. “Sí –dijo el artista– pero esto hace la perfección, y la perfección no es una pequeñez”.

Esta es una vieja historia, pero hay en ella una lección espiritual que no está gastada. Dios nos tiene años a veces haciéndonos aprender unos pocos toques celestiales, que constituyen la diferencia entre la imagen de Cristo y la imagen vulgar de una persona cualquiera.

Fuente: aguasvivas.cl

viernes, 2 de mayo de 2014

La gran tribulación será terrible

TORTURAS - Visión de Doris  (R.Dominicana)



La gran tribulación será terrible, quiero compartir con ustedes la revelación que tuve.

Veo a un grupo de personas, eran muchas y las llevaban a un lugar cerrado con alambres de púa, en todo su alrededor, era muy grande ese lugar.

Vi como a estas personas -que eran cristianas- las trataban como a animales, luego veo que los llevan a una parte donde se registraba a todo el que llegaba, ¡esto era terrible, habían familias enteras con sus niños!, pude ver claramente que la mujer que los estaba registrando  llevaba puesto un uniforme. 

Luego veo algo así como una sala de torturas, donde los mismos eran sometidos; les desnudaban y les daban golpes, esto era inhumano, les arrancaban la parte delantera del cabello y se burlaban de ellos. 
Les ponían arañas para que los picarán, ¡era horrible!, los torturaban en sus cuerpos, les arrancaban las uñas de sus manos, era con odio tan grande. 

Luego veo a muchas personas metidas en cavernas o cuevas, también habían muchos niños, estas personas eran quienes no se quisieron poner el chip (o marca de la bestia), los vi comiendo hojas verdes porque no tenían qué comer. 

Fue horrible, fue muy fuerte ver como el padre le daba hojas de comer a sus hijos porque no tenían que comer. Eran muchos y estaban todos agrupados. 

¡Ay Dios santo! qué terrible será para los que se queden en la gran tribulación. 

Hermanos, esto es real, Dios no quiere que sus hijos se queden, porque serán días terribles. Las personas que se queden verán el odio tan cruel que se manifestará contra ellos. Yo no quería escribir esto, quería solo tenerla para mi, pero es necesario que el pueblo se dé cuenta que muy pronto esto será una muy dura realidad para los dejados atrás, porque muchos se esconderán en los montes, en cuevas, hasta debajo de la tierra escapando del anticristo. Pero dice la palabra que el anticristo hará guerra contra los santos, y los vencerá. 

Amigo todavía hay tiempo para tu vida, busca a Cristo entrégale tu vida a él. Búscalo con todo tu corazón. Escapa de la gran tribulación. Y tú hermano, que conoces el evangelio: deja la tibieza y vuelve al primer amor. 

Oren para que puedan escapar de las terribles cosas que vendrán a la tierra. Se acerca el arrebatamiento del pueblo de Dios. 
¿Y tú donde estarás en aquel día, con los que se van o con los que se quedan?

Fuente: rugeelleondelatribudejuda.com